Image: Dos maneras de leer a Shakespeare

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Teatro

Dos maneras de leer a Shakespeare

"Hamlet. Sueños" y "La Tempestad" se presentan en Madrid

24 febrero, 2005 01:00

34 actores actúan en la obra Hamlet. Sueños

Dos producciones del mismo autor pero montadas desde presupuestos diferentes se presentan el 24 de ferebro en Madrid: La Tempestad, dirigida por Helena Pimenta, llega al Albéniz, mientras el Español recibe Hamlet. Sueños, que firma uno de los renovadores de la escena del Este, Andriy Zholdak. Discípulo del ruso Vassiliev, Zholdak es un polémico director que ha forjado un estilo muy visual caracterizado por la fisicidad de las interpretaciones, los cortos parlamentos de sus actores y el protagonismo musical y sonoro.

Madrid acoge una obra del ucraniano Andriy Zholdak, controvertido director estimado por unos como la gran revelación de la escena del Este, aunque la radicalidad de su teatro no sea tan bien vista por los sectores más conservadores de su país. Su compañía, el teatro Berezill de Kharkhov, actúa esta semana en el teatro Español de Madrid con una recreación de la tragedia de Shakespeare, Hamlet. Sueños, una producción que permitirá ver la fisicidad de su teatro, el lirismo de sus potentes imágenes, pero también la audacia y la ritualidad de sus puestas en escena. Esta producción fue estrenada por Zholdak en 2002, antes de que se hiciera cargo del teatro municipal de Kharkhov, la segunda ciudad de Ucrania. Protagonizada por 34 actores, es una extraña puesta en escena en la que Hamlet se muestra como un dios medio desnudo. Entre lo más llamativo del espectáculo figura el movimiento coreográfico del conjunto que se desenvuelve entre semáforos y banderas, maletas y sillas. Hay una sucesión de imágenes raramente conectadas con la obra, un texto mínimo y música frenética para ofrecer un retrato de una corte decadente, donde la sexualidad es a menudo incierta. La obra alcanza el final con una escena en la que el elenco entero se baña como si persiguera lavar los acontecimientos trágicos de la obra.

En las obras de Zholdak hay que estar muy atentos a la labor de los intérpretes; el director ha desarrollado un sistema de entrenamiento rigurosísimo por el que exige a sus actores que sean capaces de crear cuadros pictóricos perfectos; es un sistema que mezcla las teorías de Gordon-Craig (el actor-marioneta), de su seguidor Kantor, pero también de Grotowski (para quien el actor debía interpretar "como si fuera el último momento de su vida") y de Meyerhold. Pero Zholdak es también heredero del teatro ruso posestalinista. Nacido en 1962, estudió en Moscú con Vassiliev durante cuatro años, después de haberse graduado en la Escuela de Artes de Kiev con la idea de ser director de cine (su familia está emparentada con el cineasta Tarkovsky). Así ha conocido de cerca la tradición de los grandes directores rusos que también son pedagogos y que entienden el teatro casi como una iglesia (desde Stanislavsky a Meyerhold, Lyubimov, Zakharov, Gingas, Vassiliev y Lev Dodin).

La Tempestad es la última obra de Shakespeare por lo que muchos estudiosos hablan de su carácter testamentario. A la directora Helena Pimenta es la que más le sorprende de todas las de su autor. Pensó en dirigirla inmediatamente después de Sueño de una noche de verano -su gran éxito, que montó en 1992 y que la proyectó como directora de escena- , con la que comparte su estilo fantástico. Pero dice que "afortunadamente me di cuenta de que no estaba preparada para entenderla". ¿Por qué? La Tempestad exige madurez ya que, en su opinión, es la obra en la que Shakespeare vierte todos los conocimientos teatrales que ha explorado, reúne a sus personajes más interesantes y habla de los temas que le han obsesionado a lo largo de su vida ... Es también de una gran teatralidad desde el punto de vista argumental, pues en una isla imaginaria Shakespeare concentra un complot para usurpar el poder, las intepretaciones grotescas de tres cómicos, una actuación mitológica, un amor al más puro estilo de Romeo y Julieta... Y además, tiene un ingrediente moral, muy propio de las discusiones filosóficas de la época: el protagonista, Próspero, es una especie de reformador científico o nigromante que confía en la magia para restaurar el bien en su pequeña isla, que es algo así como la representación del cosmos.

El argumento gira en torno a Próspero (que interpreta Ramón Barea), a quien han destronado de su ducado y que vive exiliado en la isla con su hermosa hija Miranda (Concha Milla), el espíritu bondadoso de Ariel (Jorge Basanta) y la encarnación del mal que representa Calibán (Pietro Olivera). Viven así hasta que un barco procedente del ducado que le ha sido usurpado se detiene en la isla propiciando su venganza. Pero lo que finalmente haga Próspero no será vengarse, sino perdonar.

Producida por Ur y el Festival Shakespeare de Santa Susanna (Cataluña), la obra llega hoy al teatro Albéniz de Madrid. Con este estreno, Pimenta tiene dos obras en la cartelera, ya que en la CNTC se muestra su último trabajo, La entretenida.