Teatro

Terrorismo

Director : Carlos Aladro

28 abril, 2005 02:00

Interpretes: Cia. La Abadía. La Abadía. Madrid

Varios elementos contribuyen a hacer de Terrorismo un espectáculo ejemplar; la interpretación, la sólida y perfecta estructura de la obra, el ensamblaje de sus distintas partes o secuencias: las distintas historias acaban entrelazadas en una línea narrativa común. Hay varios terrorismos en esta obra; desde el específico y concreto de una amenaza de bomba en un aeropuerto hasta el terrorismo doméstico de una violación que empieza en la complicidad y acaba en tragedia; de una deslealtad, de un autoritarismo maternal o de un asesinato conyugal. Y, de vez en cuando, un hiriente humor negro y ácido con apariencias de inocencia. En definitiva, es una cuestión de víctimas y de verdugos. Hay una inquietante y ácida belleza de escenografía y de dirección: un especial sentido de la imagen, del movimiento y del ritmo escénicos. En ese matemático ensamblaje de las distintas historias y en frescura del diálogo supongo que algo tiene que ver el talento de Antonio Fernández Lera a la hora de verter al castellano a los hermanos Presniakov.

Asistir a una interpretación de acentos tan dispares y, a la vez, tan conjuntados es un gozo. Ellos (Rojas, Ruíz, Arias, Elejalde y Moreno) y ellas (Otón, Gelabert y Nieto) desarrollan una amplísima gama de personajes con algo más que eficacia, con calidad. Destacar la rotunda sensualidad de Lidia Otón, acaso sea solo una forma de preferencia por determinado tipo de mujer. Y hacer lo propio con Elejalde y Moreno puede que sea un ejercicio de diferenciación sutil. En apoyo de esta parcialidad viene la mayor complejidad de los personajes de Elejalde, no sólo distintos sino antagónicos. Y en lo referido a Moreno, la creación de un papel femenino en un difícil transformismo.