Teatro

Papel de mujer

Autora: Itziar Pascual. Directora: Pepa Sarsa

5 enero, 2006 01:00

Intérpretes: Nieves Mateo, C. Regueira y E. Fernández. Galileo. Madrid.

El papel de las mujeres en la sociedad, el rol que una sociedad de machismo hegemónico les atribuye es el de víctimas; con el soplo de la libertad conquistada, pero víctimas. Esto es lo que se desprende de esta obra de Itziar Pascual metida en una aventura escénica militante y rotunda. La libertad de la mujer es un espejismo según Papel de mujer, las conquistas sociales y políticas son un aplazamiento del verdadero problema. La doble condición de la mujer, agente económico y social y burra de carga doméstica a la vez, agrava la cuestión de la mujer. Y eso, al parecer, no tiene vuelta de hoja. Salvo liarse la manta a la cabeza y aventar trabas y cortapisas.

Lo malo de plantearse una solución a este "contradios" inexpugnable es que entra inmediatamente en contradicción con una cultura y una educación. Por la organización de la sociedad, la mujer es transmisora de la ideología que la oprime, consciente o inconscientemente. Esto lo ven con lucidez Pascual, la autora; Pepa Sarsa, la directora; y las buenas actrices que son Nieves Mateo, Cristina Regueira y Ena Fernández. Ninguna de ellas se anda por las ramas y van directamente al grano. La mujer se ve obligada a hacer lo que no quiere, se rebaja a las exigencias de un organigrama macho, y se llena de frustraciones y de fracasos. Papel de mujer es un memorial de agravios, un catálogo exhaustivo de las fechorías que los hombres perpetran contra las mujeres. Es una pieza de estricto realismo, pese a ciertos toques finales evanescentes, cosa infrecuente en la dramaturgia de Pascual. El verdadero carácter de la función se expresa a través de Palabras de Julia, de José Agustín Goytisolo y el verso que trae a colación una de las protagonistas: "Tal vez querrás no haber nacido". Personalmente creo que la lucha de la mujer hay que enmarcarla en la lucha de clases; pero, aparte de que el concepto esté en desuso, las feministas siempre me lo han reprochado. JAVIER VILLáN