Teatro

Calixto Bieito

“Dirigir es como un partido de tenis con actores”

29 junio, 2006 02:00

Calixto Bieito. Foto: J. M.

Es el más internacional de nuestros directores de escena, pero también el más controvertido. Acabado el ciclo de Shakespeare, Calixto Bieito parece dispuesto a hincarle el diente a Henrik Ibsen, cuyo Peer Gynt se representa en Barcelona hasta el 1 de julio. El director prepara además la adaptación de Plataforma, de Houllebecq, protagonizada por Juan Echanove y que estrenará a finales de agosto en Edimburgo, y ya estudia su próxima ópera, Don Carlos de Verdi.

Bieito es de los directores que concita elogios encendidos o críticas feroces. Con él, no hay término medio. Sus ambientes con exceso de sexo, violencia y exhibicionismo son un mal trago para cierto público de ópera que contempla atónito cómo Don Giovanni es convertido en un pastillero violador del arrabal de Barcelona luciendo camiseta del Barça. En teatro pasa algo parecido. Sus traslaciones de clásicos, desde La vida es sueño a todo el ciclo sobre Shakespeare que ha hecho, tienen enfurecido a un tipo de espectador que llega a comparar su labor con el atentado que supondría darle un brochazo a un velázquez. Bieito le da la vuelta a este argumento recurriendo a Picasso y sus recreaciones de los clásicos, que le encantan y que, por cierto, muestra estos días la exposión del Prado (Picasso, tradición y vanguardia). Y es innegable que él ha hecho de sus atrevidas adaptaciones un cliché que hoy es imitado por otros directores.

"Quizá es que soy un necio"
"Querría gustar a todo el mundo, aunque Platón decía que eso era de necios; quizá es que soy un necio", contesta con aparente hulmidad, "pero no tengo ni idea de por qué el público está tan dividido ante mi teatro. Hago lo que creo que debo hacer, pero a veces no hace falta menospreciarme tanto. Estudio una obra, pienso cómo llegar al público, cómo traducirla a nuestros días y cómo llevarla a escena. Eso sí, contaminado por otras artes. Creo que hay espacio para todos, para otros espectáculos más "conservadores", no sé si es apropiado llamarlos así, y para los míos".

Desde ayer se exhibe en el teatro Grec de Barcelona su último trabajo: Peer Gynt, la obra del gran Henrik Ibsen. Es fruto de una coproducción del teatro Romea que dirige y del Festival Internacional de Bergen, donde se estrenó con motivo del centenario del autor noruego y donde obtuvo críticas excelentes y una calurosa acogida por parte del público; y también en España, pues se ha representado en La Coruña y Salamanca. Junto con la zarzuela El barberillo de Lavapiés, puede que sean sus espectáculos más unánimemente aceptados por el público y la crítica.

La iconografía del Barça
La obra tiene tres partes diferenciadas y es en las dos últimas donde el director se aleja de lo que ya conocemos de su trabajo. Lo que conocemos lo vuelca en la primera parte, es decir, la orgía introductoria de estilo Bieito, con vómitos, forcejeos, barullo. En la obra hasta se canta el himno del Barça. Su afición a sacar la iconografía del club catalán me lleva a dar por hecho que forma parte de su hinchada: "No, no soy del Barça, pero tampoco de ningún otro club. Mi mujer sí lo es, pero yo he perdido el interés en los últimos tiempos". Su mujer es la actriz Roser Camí, con la que tiene dos hijos pequeños y que también actúa en esta obra en el papel de Solveig.

Peer Gynt no es una obra de teatro, sino un texto dialogado, cuya representación literal dura más de cinco horas, lo que permite a Bieito una adaptación bastante libérrima. Por otro lado, el personaje, que es interpretado por el actor Joel Joan, le parece de una actualidad absoluta: "Es una persona que se resiste a crecer, algo que es bastante común, pero él es un egoista descarnado, un individualista, es el rey del egoísmo". Con estos mimbres, Bieito viajó a Bergen para iniciar el que, según dice, "ha sido uno de los proyectos más difíciles. Me lo ofrecieron hace dos años y viajé hasta los fiordos para ambientarme, aunque luego no aparezca nada de ello en mi puesta en escena. Ha sido un trabajo muy intenso, especialmente para Joel Joan que está en escena toda la obra y que tiene más monólogos que Hamlet o Rey Lear".

No deja de asombrar la relación que tienen los actores con Bieito. En muchas ocasiones, les obliga a hacer cosas ridiculísimas, pero sus elencos siempre estan poblados de grandes figuras. Josep Maria Pou acababa Rey Lear actuando en calzoncillos y sólo hay que ver la minifalda que vestía la oronda cantante de ópera de Rake’s Progress. Pero a los actores no les importa sacrificarse, él es el más internacional de nuestros directores de escena. "Exijo un nivel de entrega energética a los actores muy alta", explica. "Intento no evitar hacer lo de siempre, es una búsqueda obsesiva. Yo no entiendo a los actores como meros intérpretes, sino como parte artística de la obra. Por lo general, llego a los ensayos con el concepto de lo que quiero hacer bastante claro, pero tengo que hacerlo con ellos y si hay algo que no funciona, entonces hay que cambiarlo. Ellos me dicen que les gusta trabajar conmigo porque soy un torrente de ideas. Yo veo mi trabajo como un partido de tenis con ellos".

En el mundo de Ibsen
Peer Gynt ha supuesto para Bieito el descubrimiento del universo de Ibsen, un autor escasamente frecuentado en nuestro país y que suele ser encasilládo en la órbita de la tradición realista. "Ibsen es un señor que habla de trolls, de lo monstruoso, y si descubres esto, necesariamente te alejas de esa tradición que lo sitúa en el teatro realista, como hacía Bernard Shaw. En este sentido me han sido muy útiles los análisis de Harold Bloom, con los que no siempre coincido. Por su biografía y por su obra, Ibsen, sobre todo, hizo un teatro nada confortable para la sociedad que le tocó vivir". Después de haber explorado a Shakespeare, ciclo que dice haber cerrado, puede que éste sea el elegido; uno de sus próximos proyectos stendrá lugar en Noruega y con actores de allí. "Una de las obra que más me gusta de Ibsen es El pequeño Eyolf, pero creo que finalmente haré Brand".

Lo que le toca ensayar de inmediato es Plataforma, de Michel Houellebecq, que tiene previsto estrenar a finales de agosto en el Festival de Edimburgo protagonizada por Juan Echanove, (otro que siente devoción por el trabajo de Bieito). La obra tiene todos los ingredientes del universo del director. Es la narración de un triste funcionario que, tras conocer a una mujer, iniciará una aventura empresarial que le lleva a paraísos sexuales. "Brian MacAster me pidió que ya que era su último año al frente del Festival de Edimburgo hiciera un espectáculo muy rompedor, que dejara huella, así que me dije que mejor sería olvidarse de los clásicos. Había leído varias novelas de Houllebecq y en Inglaterra me invitaron a protagonizar un programa de televisión, "Into the night with", en el que acompañado del personaje que quisiera, visitábamos una ciudad. Lo hice con él y así nos conocimos. En realidad, coincido bastante con su punto de vista de cómo ve la realidad"

"No soporto la violencia"
¿Y qué punto de vista es ése?. "Yo no soy un cínico, porque soy una persona bastante clara, pero veo a la sociedad como una gran mascarada en la que participamos todos, en la que somos simples especuladores de dinero. Una sociedad capitalista con una doble moral, con un radicalismo creciente que no soporto, porque no soporto la violencia". Cualquiera lo diría, respondo, porque en su obras exhibe bastante. "Eso sería como decir que Brian de Palma o Coppola son violentos", contesta.

Finalmente, los proyectos de ópera. La próxima temporada llega a Madrid Wozzeck, estrenado en Barcelona. Como era de esperar a algunos espectadores les pareció demasiado la crudeza de algunas escenas (hay una autopsia y un acto de necrofilia) y los desnudos integrales de 17 figurantes. Bolonia recibe su Rake’s Progress de Stranvinsky y en Basilea piensa estrenar pronto Don Carlos, de Verdi . Para ésta última se está documentando bastante, porque la obra, "toca el tema de la limpieza de sangre. Es una obra excepcional, no creo que haya muchas con una escena dedicada a un tribunal de la Inquisición". Una idea le ronda la cabeza para su adaptación: "Igual lo mezclo como hace Orson Welles en El Quijote, que trae el personaje a nuestros días deambulando por las calles de la ciudad". Entre sus lecturas habla con admiración del ensayo Ni una gota de sangre, de Christiane Stallaert, en la que la autora establece un paralelismo entre la España Inquisitorial y la Alemania nazi. "Me gusta mucho leer historia, biografías, y este periodo de Felipe II es fascinante".

Bieito estudió Filología Hispánica y luego se pasó al Institut del Teatre, consiguió una beca en al Academia Experimental del Teatro de París y a partir de entonces inició un periplo por Europa que le llevó al Dramaten de Estocolmo y al Piccollo de Milán. Cuando se le pregunta por sus maestros, es como si recitara el último capítulo de la historia del teatro europeo: "He aprendido de mucha gente. Con Lluís Pasqual estuve trabajando tres meses en París y allí aprendí mucho del oficio. He tomado clases de dirección con Ingmar Bergman, también con Peter Brook y he conocido a Grotowski. Con algunos fueron clases muy cortas, por ejemplo, con Strehler fueron más bien dos cenas. Tengo muchas influencias, pero no sólo del teatro, también del cine. Yo vi la obra de Buñuel a los 16 años y me dejó tocado, así que nada tiene de extraño que en una ópera que hice en Inglaterra obligara a los actores a ver El ángel exterminador"· Ahora a quién le toca enseñar es a él, ha dado clases maestras en Berlín y en la Escuela de Directores de Opera de la Escuela de Hamburgo.

También siente interés por el mundo del arte, dice concebir sus montajes como instalaciones. Pero si tan atento está ¿por qué no colabora con pintores o escultores para las escenografías de sus puestas en escena? "Porque, por lo general, añade, no conocen el oficio del teatro y resulta muy difícil entenderse". Y cita, no podía ser otro, a uno de los que admira, el más inococlastas y provocador del momento, Santiago Sierra.