Teatro

El cine

Portulanos

29 junio, 2006 02:00
Jordi Galcerán comentaba, en estas mismas páginas, que el guionista encargado de adaptar El Método Gronhülm al cine le había tratado a él, autor de la obra original, como un estúpido. A ti, querido Galcerán, y a los espectadores en general. Porque guionista y director de dicha película se han empeñado en subrayar hasta la obviedad y el tremendismo lo que originalmente se basaba en la sutileza, incluyendo ese plano final en el que aparece Madrid destrozado, por si no habíamos entendido la metáfora. Pero es que el desprecio que el cine español, en general, demuestra hacia nuestro teatro es enorme y va en paralelo con la ignorancia de sus profesionales.

Curioso: así como la mayoría de los teatreros son, al mismo tiempo, declarados y respetuosos cinéfilos, los del cine rarísima vez se interesan por el teatro. Eso sí: conocen a Shakespeare, pero porque lo ha filmado Orson Welles (que si no, tampoco) y han oído hablar de Tennessee Williams por las adaptaciones de Hollywood. Pero, hablando en plata, la mayoría de ellos no tiene la más remota idea de teatro en ninguno de sus aspectos. La imagen que tienen de nosotros no es más que una sucesión de tópicos producto de una intoxicación de Eva al desnudo. Creen que los dramaturgos no entendemos el concepto de guión, que los actores trabajan de forma diferente (y peor, claro) y no sé cuántas memeces más. Las pocas veces que se asoman a nuestra dramaturgia hasta disimulan para que no se note mucho; caso de El método, citado, o más grave aún, de aquella adaptación de La mirada del hombre oscuro de Ignacio del Moral llamada Bwana: cuando ganó el premio de San Sebastián casi todas las críticas periodísticas eludieron descaradamente el origen teatral de la película, aunque luego se les hacía la boca agua cuando veían una película anglosajona firmada por Harold Pinter o David Mamet.

Los directores son los peores de todo; porque además se creen que saben escribir, y así es el nivel de los guiones de este cine español al que, no sé por qué, la Ministra considera especial en su corazón. Lo dicho: si alguien quiere pelea, la acepto. Pero aviso que sé un huevo de cine.