Teatro

La aventura

Portulanos

25 enero, 2007 01:00

La gran sorpresa de la temporada en Londres no es esa obra sobre Nixon de la que hace poco se habló aquí, ni el Shakespeare de turno, sino una asombrosa adaptación de Los 39 escalones, la estupenda novela de John Buchan que Hitchcock convirtió en éxito cinematográfico. A priori se trata de materia anti-teatral: el protagonista, acusado de un crimen que no ha cometido, escapa de la policía y de una banda de criminales por toda Escocia. Hay una persecución en coche, en un tren, en avión, y un atentado fallido en el London Palladium... ¡todo lo cual sucede en escena con tan sólo cuatro actores que se reparten más de cien personajes! No es una experiencia aislada. En París, hace unas semanas, Robert Hossein cumplió su antiguo sueño de poner en escena otro texto presuntamente antiteatral, Ben Hur, en un estadio, y reproduciendo, íntegra, y en directo, la carrera de cuadrigas. ¡Y ni siquiera era la primera vez que se hacía! En 1899, Lewis Wallace, autor de la novela, le vendió a Marcus Klaw y Abe Erlanger los derechos para una versión teatral; Klaw y Erlanger, dos fieras de la producción del entonces naciente teatro norteamericano, pusieron en pie una versión tan espectacular que, tras arrasar en su estreno en Chicago, pasó directamente a Broadway, donde permaneció doce años seguidos. Ahora que la gallina de la vanguardia da muestras de asfixia, revelándose, además, como una franquicia más peligrosa aún que la de los musicales, dado que encima tiene pretensiones, es significativo este regreso a un teatro comercial que no sólo no se avergöenza de serlo, sino que encima presume de ello. Un teatro de aventuras y entretenimiento, despreciado durante años por la intellectualité. Aquí mismo, sin salir de casa, tenemos dos brillantes ejemplos de esta tendencia: el divertido montaje de Los sobrinos del capitán Grant en la Zarzuela o la ingeniosa parodia de Star Trek presentada por Yllana en el Alfil. Recuerden ustedes que lo leyeron aquí antes que en ningún otro sitio: porque la cosa va a más. Y yo, que soy fan de Rambal, me alegro.