Teatro

Ostermeier y Kaegi, dos formas de concebir el teatro

Ostermeier: “Algunos clásicos resultan hoy muy actuales” / Kaegi: "El teatro no debería ser siempre como en los últimos 3.000 años"

10 mayo, 2007 02:00

Thomas Ostermeier y Stefan Kaegi

Dos formas distintas de concebir el teatro llegan a la escena española. Proceden ambas de Berlín, las dos en alemán y desde posiciones generacionales muy similarese pero con estrategias dramatúrgicas muy alejadas. Una, la más tradicional, es la representada por el alemán Thomas Ostermeier en el barcelonés Teatre Lliure, donde presentará su versión del clásico de Henrik Ibsen Hedda Gabler. La otra es la del suizo Stefan Kaegi, que recorrerá las calles de la capital con Cargo: Sofía-Madrid. Los espectadores del insólito espectáculo conocerán a bordo de un camión lugares insólitos de la ciudad. El Cultural ha hablado con los dos y ha puesto cara a cara sus estrategias para conectar con el público contemporáneo.

Escena tradicional frente a las nuevas formas de hacer teatro; representación en las tablas contra función por las calles, en un camión, y con una ciudad desconocida incluso para sus habitantes. Estas son algunas de las cuestiones que ‘enfrentan’ a Thomas Ostermeier (Alemania; 1968) y Stefan Kaegi (Suiza; 1972) con las obras que representarán en Barcelona y Madrid, respectivamente, los próximos días. El suizo descubrirá, desde el 16 de mayo, al medio centenar de espectadores que subirá a un camión acondicionado al efecto el Madrid desconocido que abastece a la ciudad de los productos básicos -alimentación, vestidos...- de la mano de dos chóferes búlgaros con los que ya ha estado en otras 13 ciudades europeas. Ostermeier, uno de los directores más importantes y renovadores de la escena alemana, estrenará esta noche en el barcelonés Teatre Lliure su versión de Hedda Gabler. Para ambos, el teatro es necesariamente comunicación, pero difieren en la forma de compartirla con el público.

-Stefan Kaegi: El teatro debe de ser un espacio de comunicación. La representación no termina cuando cae el telón. Los teatros pueden aprovecharse también para encontrarse con personas que no conocías antes y después de la función, incluidas las que están fuera de los círculos de poder de la sociedad. El teatro debe de servir para mostrar el papel social de cada uno y para poner en contacto los dos lados de la sociedad. Para ver a dos personas hablando entre sí, ya está el cine. El teatro es otra cosa, algo único que va más allá de una cuarta pared cerrada.

-Thomas Ostermeier: ¿Te has planteado cuál es la función de la música?¿la de la pintura? El teatro es otra forma artística de comunicación, ni más ni menos. Yo no pienso en la influencia que mis espectáculos tienen en la audiencia y soy demasiado joven para hacer comparaciones con el pasado. Creo que ésta pregunta la deberían responder los críticos teatrales.

-Kaegi: No deberíamos hacer siempre las cosas como en los 3000 últimos años. Quien debe decir cómo es ese teatro son los estudiosos, los especialistas que se ocupan de eso, pero el actual tiene que transformarse. Para mí el teatro debe ser compartir un espacio vivo con otra persona, no sólo estar juntos una o dos horas, sin olvidar que también es un arte. No basta con hacer algo muy bien, con fingir en un escenario las cosas que les pasan a otros; debemos ofrecer algo más, diferente a lo de otros medios con los que compite el teatro, para llegar hasta ellos, en las formas y en el contenido de lo que hacemos. Afortunadamente, el teatro se ha dado cuenta de ello y ha cambiado en los últimos años con nuevas tendencias como el documental, el de investigación o el de intervenciones que ayuda a transformar la realidad de un espacio concreto.

-Ostermeier: Los clásicos hoy tienen sentido cuando los haces comunicarse con la gente joven. Yo diría que dos de cada tres puestas en escena que dirijo, son obras de autores contemporáneos jóvenes. Pero cuando dirijo clásicos trato de leer lo que ocurre hoy. Algunas obras clásicas, como las de Ibsen, en la Alemania reaccionaria de hoy, resultan muy actuales y auténticas.

Teatro e imagen. El público actual no sólo tiene mucha más oferta ajena al escenario dónde elegir, sino que además tiene su cabeza llena de imágenes con las que convive de continuo desde que nació. A este hecho se une que los nuevos directores también han crecido en un mundo visual que, por supuesto, emerge en la manera de enfrentarse a los textos y de presentarlos en un escenario.

-Kaegi: El teatro es parte de la sociedad y si en la sociedad los códigos visuales están muy influenciados por el cine, los teléfonos móviles o internet tenemos que tenerlo en cuenta. El teatro tiene que estar muy cerca de las imágenes y percepciones de su público. A veces, en medio de una representación, alguien del público se pone a escribir un mensaje de móvil. Tenemos que ser conscientes de ello, de que ha cambiado la forma de comunicarse en la sociedad. Yo veo mi trabajo como el de alguien que debe aportar a las personas algo muy humano, cosas que tienen delante pero de las que no se dan cuenta o que sólo conocen a través de la televisión. Como ocurre con Cargo, una obra que saca a la luz una cara desconocida de la sociedad, pero muy viva, en la que vivimos. Es muy diferente si lo conocen por la televisión a si lo conocen en directo.

-Ostermeier: Hoy tenemos muchas imágenes que nos indican cómo podemos expresarnos, cómo ser, cómo actuar y encontramos algunas ideas en las imágenes. Y, por supuesto que la utilización de medios audiovisuales pueden enriquecer la puesta en escena, pero ello no significa que tengan especial protagonismo. En mis espectáculos suele haber siempre un componente musical importante pero ello no significa que a mí me interesen ni los musicales ni la ópera. Me interesa el teatro.

Nuevas formas de teatro. Kaegi defiende un teatro que además de comunicar con su público experimente en la forma de llegar a los espectadores, sin importar el espacio de representación ni el origen del montaje. Ostermeier, en cambio, nunca ha hecho teatro de calle y sobre las propuestas del director suizo, se limita a decir que no las ha visto, además de asegurar que del trabajo de sus colegas no opina.

-Kaegi: Está instalado en la Schauböhne, un teatro público que tiene un público específico, burgués, formado por arquitectos, abogados… que quieren pasar sus tardes allí y luego ir a tomarse una copa. Ha descubierto lo que les interesa, que son textos ingleses o de Ibsen para representar en alemán con mucha verosimilitud, en un teatro de sentimientos como el de los últimos 3000 años. Hace obras de grandes autores de los siglos pasados sobre problemas familiares para personas casadas, de 50 ó 60 años, que tienen un trabajo fijo. No es un espacio político ni uno en el que exista un cuestionamiento de lo que hacen, ver cómo pueden hacer nuevas cosas. La verdad es que no voy mucho a ese teatro. Lo mejor y lo que más me ha interesado de lo que ha hecho Ostermeier allí ha sido su trabajo del principio con coreógrafos, cuando investigaban juntos nuevas formas de teatro, de comunicación. Me gusta otro tipo de teatro, el que hacen, por ejemplo, en Argentina, donde los directores son también los autores.

-Ostermeier: No es cierto que ahora haga más clásicos que contemporáneos. En la temporada pasada he hecho una obra de Khristoff Nussbaumeder, Product de Mark Ravenhill, Blasted de Sarah Kane y también hice El sueño de una noche de verano de Shakespeare.

Un teatro para todas partes. Kaegi y Ostermeier llevan sus montajes por varios países. Este hecho tiene el lado positivo de que el alcance de las obras es mayor que si no salieran de los espacios para los que están concebidos, pero también el peligro de que uniformicen la visión de determinados asuntos.

-Kaegi: No he tenido problemas donde he representado Cargo. La globalización hace que personas y ciudades de diferentes países vivan similares situaciones y se enfrenten a los mismos problemas. En otras obras trato el asunto de los call center, los sitios donde a un berlinés, por ejemplo, le guían por las calles de su ciudad desde ¡Calcuta!

-Ostermeier: El lenguaje es un grave problema. Castorf hizo un espectáculo en la Volksböhne con flamencos y berlineses y no funcionó.
Ambos se acercan a los textos desde una visión muy personal que reflejan en unas puestas en escena originales. Aunque lo primero es encontrar esa obra o situación que les llame para subirla a un escenario. Ostermeier busca en un texto que tenga "algo personal"y diferente de la "mucha repetición" que hay en los teatros. Por eso busca obras de autores como Jon Fosse, Mayenburg o Martin Crimp, que le muestran cosas que no entiende del mundo y que le sirvan para descubrir algo de sí mismo. Kaegi prefiere dar a conocer facetas desconocidas de la vida diaria en una sociedad, como hace con Cargo desde hace un año, cuando lo creó para Basilea. Desde entonces no ha parado con el experimento. "Hemos tenido un éxito inesperado que nos ha llevado a hacerlo en otras 13 ciudades incluido el Festival de Avignon. Después de Madrid nos esperan ciudades como París o Copenhague y, el año que viene, Barcelona.

Los espectadores de Cargo vivirán una experiencia distinta a las que ya han conocido en los teatros. No sólo por la propuesta en sí, sino también por el lugar desde donde la verán. Ostermeier y Hedda Gabler, por el contrario, siguen las pautas tradicionales del teatro, aunque eso no signifique hacer un montaje antiguo.

-Kaegi: Es un viaje de dos horas por sitios desconocidos de la ciudad, donde llegan los alimentos de todas partes del mundo. El viaje se hace en un camión acondicionado para cincuenta espectadores que conducen dos chóferes búlgaros. Durante el trayecto, los viajeros pueden conocer cómo viven estos conductores, escanear en su cabeza y ver cómo conservan su mentalidad balcánica a pesar de que están todo el día en la carretera, y descubrir un Madrid diferente. Un Madrid inhabitado, pero lleno de gente de otros lugares, como los camioneros, que trabaja para que la ciudad funcione. Los viajeros verán todo, desde unos asientos laterales en el camión, como si estuvieran en la parte de atrás de un escenario. Es una especie de road movie, como estar en un largo travelling, pero en el que la pantalla es un cristal puesto en el lateral del camión donde no se ven imágenes filmadas, sino lo que pasa en la calle. Y donde los viajeros no van a saber dónde están, a pesar de que todo el recorrido es por Madrid.

-Ostermeier: Hedda es una mujer más inteligente, ve mejor la tragedia en la que vive, es más pesimista, más moderna puesto que incluye el sexo en su problemática, es más cruda, hace explotar la burguesía desde dentro. Mi puesta en escena es más sutil, menos efectista, menos teatral (que la de Nora) pero deja al público sin aliento.

por R.Esteban / M.J. Ragué

Entre Fassbinder y Dörrenmatt

Las diferencias a la hora de concebir el teatro no sólo abarcan al Cargo de Stefan Kaegi y a la Hedda Gabler (en la foto) de Thomas Ostermeier que presentan en Madrid y Barcelona, respectivamente. Están asimismo en los próximos espectáculos que estrenarán el mes que viene. Mientras que el primero prepara para Zurich una creación en torno al estreno de hace medio siglo de la obra de Friedrich Dörrenmatt La visita de la vieja dama, el director de la Schauböhne llevará a la escena El matrimonio de Maria Braun el 6 de junio. El montaje es la adaptación de una de las principales películas de Rainer Werner Fassbinder, de quien cuatro días después se cumplirán 25 años de su muerte. Kaegi, por el contrario, conmemora las cosas a su manera. La celebración del estreno de La visita de la vieja dama no es un nuevo montaje de la obra de su compatriota; lo que va a hacer ahora el director suizo es recordar la primera representación del texto, la del estreno en la Suiza de 1957, para lo que cuenta con la participación de una decena de los asistentes a la première, que subirán ahora al escenario para contar sus recuerdos de entonces.