Image: De Béjart...

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Teatro

De Béjart...

Dos formas de concebir la danza llegan a Granada y Madrid

5 julio, 2007 02:00

Foto: François Paolini

Generaciones y miradas opuestas sobre la danza y el arte escénico con origen en Suiza coinciden esta semana en España. En el Festival de Granada, el maestro Maurice Béjart estrenará la última creación de su larga carrera, una pieza corta con motivos orientales, a la que se sumará la revisión de su emblemática Bolero, mientras que en Madrid La Ribot presentará una película sobre sus Piezas distinguidas y volverá a la Galería Soledad Lorenzo para hacer una performance.

A sus 80 años el francés sigue entregado a su compañía, el Béjart Ballet Lausanne, a pesar de contar con una frágil salud que intentará regatear para acompañar a sus bailarines al Festival Internacional de Música y Danza de Granada, donde presentarán el estreno de La media luna y la cruz. El viaje también va a permitir al coreógrafo recibir la medalla del certamen andaluz, que recogerá de unos de sus principales alumnos, Víctor Ullate, cuya carrera y vida está marcada por su estancia en el Ballet del Siglo XX de Béjart en Bruselas.

La nueva pieza lleva la mirada bejartiana hasta Persia. Béjart busca con la pieza hablar de la complementariedad de las culturas, para lo que ha creado una obra que la compañía baila con una de ascendencia española -Juan y Teresa, de 1997- formando un conjunto con el que el coreógrafo aspira a la unión entre los hombres, los pueblos y las culturas. Así, La media luna y la cruz está formada por una serie de variaciones coreográficas para los 34 bailarines de la compañía -incluidos los españoles Ruth Miró, Víctor Jiménez y Elisabet Ros- de ritmos y danzas orientales que atraen al maestro desde hace años y sobre las que ya ha trabajado anteriormente, mientras que la segunda evoca Granada con música tradicional española y explora el misticismo católico de San Juan de la Cruz y Santa Teresa de ávila a través de las peripecias de dos pícaros.

Béjart legendario. La nueva obra compartirá cartel con la famosa Bolero, que creó en 1961 sobre la música de Ravel. Desde entonces, el nombre del coreógrafo francés está asociado a esta obra que contó con el protagonismo de Jorge Donn y cuyo éxito ha marcado inevitablemente al abrir su trabajo al gran público no especializado en danza que se vio embrujado por su fuerza. Pero este hecho también ha tenido su parte negativa, reflejada en el desagrado que a Béjart le producen las constantes referencias y preguntas que suele responder con un "la obra es de una u otra forma según sean los bailarines que la hagan". Esta actitud le ha proporcionado devotos y detractores, contrastando su papel de protagonista de la apertura del ballet a un mundo multicultural y muy plural en cuanto a ideas, con el de mero "proveedor de sensaciones", según llegó a ser calificado por una crítica estadounidense.

Desde la creación de su primera obra en 1945 el coreógrafo se ha nutrido de una amplísima fuente de temas y referencias culturales para plasmar con el cuerpo una visión tremendamente vitalista y ecléctica. Partiendo de una fuerte preparación de técnica académica, su curiosidad le ha llevado a diversas culturas y corrientes filosóficas y místicas para nutrir su inquietud. Formatos e ideas grandes, convivencia de influencias de otros estilos de danza, confluyen en una obra donde destaca su capacidad para explorar las posibilidades de sus bailarines. Estas cualidades han hecho que por sus diferentes compañías hayan pasado las figuras más relevantes del mundo del ballet, atraídas por la manera de vivir la danza de un creador apasionado que busca en los intérpretes "la sorpresa, eso que el mismo bailarín, sin saberlo, está buscando", según sus propias palabras. Con ellos ha creado unos ballets que "son ante todo encuentros con la música, la vida, la muerte, el amor" y en los que el antiguo bailarín cree reencarnarse cuando les ve interpretar su obra. Y que resume su pensamiento pidiendo, a sus 80 años,"más danza", como Goethe pedía "más luz" mientras agonizaba.

Un planteamiento diferente es en el que se mueven otros bailarines, herederos de la obra que en los años 60 creó la coreógrafa estadounidense Yvonne Rainer con el título de The Mind is a Muscle. Con ese sencillo la mente es músculo plasmó tan sólo en una frase el cambio radical de enfoque que experimentaba la danza contemporánea estadounidense, y después la del resto del mundo, en ese momento.

Muchos años después, el planteamiento de La Ribot, va más allá, para trabajar el cuerpo que piensa, al anclar un cuerpo entrenado para la danza en contextos conceptuales que abarcan territorios artísticos, estéticos y políticos enormemente variados. Con una fina inteligencia y sentido de humor La Ribot trabaja con la relación de su cuerpo desnudo y diversos objetos significativos, la relación en el espacio y el tiempo con el espectador y sus expectativas. El proceso y los resultados están descritos a la perfección por el término británico live art que significa tanto arte vivo como arte en tiempo real. La propuesta podrá verse hoy en La Casa Encendida de Madrid con el estreno de la película y DVD, Treintaycuatropiècesdistinguées&onestriptease. Las cintas recogen el trabajo de 12 años de creación de las geniales Piezas Distinguidas. Estas cortas obras, iniciadas en 1993, supusieron un giro en la trayectoria de la artista que partió para el trabajo del milimetrado y delicioso striptease cómico Socorro! Gloria y que cuenta cada una con un propietario exclusivo.

La Ribot, en seis horas. Al día siguiente, La Ribot comenzará Laughing Hole en la Galería Soledad Lorenzo de la capital. La nueva obra es una performance de 6 horas de duración en la cual la artista y dos bailarinas más esperan construir una instalación que permanecerá en la galería madrileña durante todo el mes de julio. Para ello, La Ribot y sus compañeras de experiencia entablarán un proceso acumulativo de símbolos, palabras, significados y acciones que provocarán unos resultados en el espacio. Mientras las tres intérpretes-artistas construyen tanto el espectáculo como la instalación, el público podrá entrar y salir a su discreción de la galería para contemplar cerca de 900 paneles pegados aparentemente al azar en las paredes que conformarán unas palabras enigmáticas ligadas a las acciones realizadas.

Con la obra, que remite a múltiples escalas, La Ribot busca una creación"excéntrica y efímera" que resume la evolución del proceso que llevó a la artista madrileña primero a Londres y posteriormente a Suiza, donde vive actualmente como Béjart. Desde entonces, la artista española se desarrolla en un contexto donde la definición de lo que constituye danza deja de ser cuestionable. Un trabajo inteligente en el que el cuerpo tiene un papel transfronterizo, plural, sugerente que invita al espectador a disfrutar, a cuestionar y a participar desde otra perspectiva.