Image: Shakespeare periférico

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Teatro

Shakespeare periférico

Almagro ofrece nuevas miradas del autor inglés

5 julio, 2007 02:00

Una escena del Hamlet de Boyokani

William Shakespeare abandona Inglaterra por unos días y abre su casa de verano en Almagro. El Festival de Teatro Clásico ofrece en su tradicional rincón dedicado al autor británico varios miradas diferentes sobre textos suyos procedentes este año de áfrica y de América, además de España. De entre todas las visiones que podrán verse a lo largo de los próximos días seguramente la más desacostumbrada a los ojos occidentales será la que surge del centro del continente negro, donde actores de tres países diferentes -Senegal, Costa de Marfil y Congo Brazzaville- más otros franceses se han unido para montar un Hamlet que recuerda a un novelón. Y con el que la compañía Boyokani, cuyo nombre significa Unión o Acuerdo en lingala, prosigue en sus intentos de llevar los textos de Shakespeare a la realidad africana, para lo que busca puntos diferentes a los tradicionales desde los que partir y contar la historia con su propio lenguaje. La compañía representará Hamlet los días 9 y 10.

En esta lectura, todo comienza cuando Gertrudis es obligada a casarse con un anciano al que no quiere ya que la mujer está enamorada de su primo Claudio. Luego vendrá el nacimiento de un hijo no deseado, Hamlet, que añadirá desdicha a la mujer que encontrará solución a sus males en una vieja costumbre local según la cuál si el marido muere, su hermano pequeño se hará cargo de la viuda y de su descendencia.

Menos dramática, pero también con una vertiente alternativa es la visión de una parte de la obra del dramaturgo inglés que representará el día 11 la compañía Pia Fraus. 100 Shakespeares es un recorrido en otras tantas escenas que la compañía brasileña ha creado sobre ocho títulos del dramaturgo inglés. Con marionetas, la formación presenta a un príncipe Hamlet al que su cólera ha hecho perder literalmente la cabeza, otro muñeco cuyos devaneos con el público provocan los celos de un Otelo que no necesita ningún tipo de pretextos para enloquecer o a unos manipuladores que se apoderan de las marionetas que manejan para hacer ver mejor a los espectadores qué es lo que le ocurrió a Tito Andrónico.