Image: El CDN reabre 'La taberna fantástica'

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Teatro

El CDN reabre 'La taberna fantástica'

La obra de Sastre se estrena hoy en el Valle Inclán

11 diciembre, 2008 01:00

Antonio de la torre, Julián villagrán y saturnino garcía (en el centro), junto al resto del elenco. Foto: Sergio Enríquez

Entrevista con Gerardo Malla

Han pasado veintitrés años desde que se estrenara en el Círculo de Bellas Artes de Madrid La taberna fantástica de Alfonso Sastre, que el Centro Dramático Nacional estrena hoy en el Valle Inclán. Vuelve a dirigirla Gerardo Malla y el amplio elenco de buscavidas está capitaneado por Antonio de la Torre.

La taberna fantástica es título de fortuna dentro de una creación extensa, sustancial y poco afortunada en los escenarios como la de Alfonso Sastre. Al decir afortunada me refiero naturalmente a las numerosas representaciones que de ella se dieron, pasados los iniciales titubeos superados por la tenacidad y la confianza de Gerardo Malla. De aquella aventura impulsada por Justo Alonso, sombra benéfica siempre en torno a Alfonso Sastre, perviven algunos nombres: el director Gerardo Malla, Carlos Marcet, Saturnino García y Félix Fernández. Al éxito de La taberna... contribuyó la revelación de un cómico, genial con frecuencia cuando logra controlar sus excesos: Rafael Alvarez El Brujo. El barroco histrionismo de El Brujo fue la feliz encarnadura de Rogelio el Rojo, papel en principio destinado a Juan Diego, que lo dejó por imponderables de una farándula aleatoria y cinematográfica. A falta de lo que haga Antonio de la Torre en esta nueva salida, Rogelio el Rojo, estará para siempre unido a Rafael Alvarez.

El triunfo de La taberna fantástica pudo cambiar el irregular e intermitente discurrir del teatro de Sastre en los escenarios españoles. Pero no fue así y las cosas siguieron más o menos igual. "El exiliado de Hondarribia" continuó siendo un autor en cierta medida imposible o, más precisamente, un autor imposibilitado. Nada extraño, pues en la vieja polémica de los años 60 con Antonio Buero Vallejo, Sastre había defendido un teatro imposible y al límite de lo permisible frente a un teatro inteligentemente posibilista y contemporizador. El propio Sastre reconocería más tarde que, a la postre, posibilismo e imposibilismo da igual; el sistema permanece firme e inalterable frente a cualquier agresión escénica: ineficacia e impotencia.

El éxito de La taberna fantástica vino a darle en parte la razón sobre la viabilidad, a largo plazo, del imposibilismo; sólo en parte, pues casi todo el teatro sastriano sigue sin estrenar y, por lo tanto, sin manifestar las verdaderas posibilidades de una dramaturgia colosal. Tan colosal como su obra teórica sobre el realismo, la vanguardia, el drama, la tragedia... El año pasado Pérez de la Fuente estrenó Dónde estás Ulalume, dónde estás; Animalario repuso la versión de Marat-Sade firmada como Salvador Moreno Zarza, y Francisco Vidal se enfrentó al primer texto de la tetralogía Los crímenes extraños, Han matado a Prokopius, producida otra vez por Justo Alonso.

Una quimera. Pese a ello la normalización del teatro de Sastre sigue siendo una quimera tan quimérica como la normalización libre y creadora de la sociedad española. Alfonso Sastre es un marginal más estudiado que representado; lo cual le convierte en la imagen extrema del autor español, una especie inverosímil de creador que sobrevive por encima y al margen de su naturaleza de escritor dramático: olvido o ninguneo.

Al abordar el teatro de Sastre, el CDN optó el año pasado por una versión lejana, la del Marat, y ahora, con Gerardo Malla, por viejos laureles de hace veintitrés años de La taberna, sin arriesgar por textos inéditos más procelosos; por ejemplo, El camarada oscuro, Las crónicas romanas, Los hombres y sus sombras o Demasiado tarde para Filoctetes, por citar sólo algunos títulos clave que indagan en la teoría del Estado policial, la abnegación del héroe oscuro y solitario o las perversiones de la democracia.

Pero si, pese al triunfo, La taberna fantástica no fue la pista de despegue que la dramaturgia de Sastre necesitaba, se reveló en cambio como una de las obras gozne de la vasta producción sastriana; la que articula el enlace entre los dos grandes bloques en que suele dividirse el intenso e inquietante corpus dramático del autor madrileño: el realismo vanguardista o la tragedia pura, y la "tragedia compleja", máxima aportación ésta de Alfonso Sastre a la teoría y a la praxis del teatro universal. Cronológicamente suele adscribirse La taberna a la tragedia compleja iniciada con La sangre y la ceniza; pero en el fondo, como Asalto nocturno, La taberna es una obra de transición. Superada la tentación de sainete sentimental y de bronco naturalismo barojiano, las peculiaridades del personaje Rogelio el Rojo, de el Carburo y la tropa lumpen de quinquis y buscavidas con fulgor de navajas, retratan el panorama de la tragedia compleja. La taberna no alcanza la hermosa perfección de Ulalume, el terror policíaco de Los hombres y sus sombras o el sueño y desengaño calderonianos de Filoctetes; pero es, por derecho propio, de la familia.

La principal característica de la tragedia compleja es la negación del determinismo trágico en beneficio de una dialéctica de fuerzas sociales. El héroe, como si lo hubieran pasado por el esperpento y los espejos deformantes, es un ser risible y grotesco; a cambio, es dueño de sus actos o, por lo menos, de buena parte de sus actos en un contexto hostil alejado de lo fatal irrevocable. Es un héroe profundamente humano que lucha por su libertad y, dentro de su individualismo diferenciador, por un proyecto de emancipación colectiva. La tragedia compleja incluye ciertas formas de esperanza y viene a suponer, en términos amplios, la superación del drama aristotélico, del teatro documento de Peter Weiss y del didactismo de Brecht.

La importancia del lenguaje. La taberna fantástica, en su tratamiento de la jerga quincallera y de las prevaricaciones del habla popular, supone también una notable aportación a la sociología del lenguaje, a la autonomía verbal como elemento dramático y como transmisión sociopolítica de un grupo. Enlaza con las fuentes del espléndido estudio "Lumpen, marginación y jerigonza", una de las cumbres ensayísticas sastrianas, y supone una afirmación frente al poder político del lenguaje burgués. En La taberna fantástica todos son antihéroes, pero en la turba de borrachos, navajeros, putas y delincuentes de baja estofa hay un aliento épico que trata de erigirse como contrapoder frente al orden de los picoletos y la justicia consagrada. Corre la sangre en una especie de absurda lucha de clases en el infierno de la marginación; mas no desaparece del todo cierto espíritu solidario de camaradas despreciables y cierta conciencia insurgente y rebelde. ¿Tragedia compleja? Puede que sí, aunque da lo mismo. Lo que importa es que vuelva al escenario y ojalá lo haga con la buena fortuna que tuvo hace veintitrés años.