Nao Albet y Marcel Borràs: “Lo que te salva del ego es la autocrítica”
La pareja más gamberra y desopilante del teatro español nos ganó con 'De Nao Albet y Marcel Borràs', escenificación confesional de su ruptura.
22 diciembre, 2023 02:29Se plantearon en De Nao Albet y Marcel Borràs un dilema complejo. Si seguían trabajando juntos, arruinarían la amistad. Y lo contrario: si dejaban de trabajar juntos, también. ¿Han llegado a alguna conclusión?
Marcel Borràs. No, no lo hemos resuelto. Seguimos examinándonos. Estamos todavía bajo el huracán de la obra.
Hicieron un ejercicio de desnudez íntima (física incluso) radical. ¿Salió fluida la dramaturgia a pesar de abordar cuestiones tan personales?
Nao Albet. Tuvimos algunos momentos de agobio con esto de la autoficción o la autobiografía. Lo bueno es que, como todo es verdad y mentira a la vez, cuando decimos cosas tan fuertes que a la gente sorprende que tengamos las agallas de decir, siempre queda la duda. Esto lo jugábamos a favor.
También, en términos escenográficos, había una apuesta por la desnudez. ¿Les costó habituarse a un espacio tan vacío?
M. B. Cuando encontramos el código actoral, esa especie de combate escénico, muy cercano a la mímica y la improvisación, ya sentimos que teníamos algo a lo que agarrarnos.
Reflexionaban sobre el ego, ese cáncer. ¿Cómo hay que manejarlo para que su lado negativo no devore al positivo?
M. B. Es difícil. El ego es esencial. Por una parte, te permite sobrevivir, con la autoestima, pero, claro, la egolatría te destruye. Te puede llevar a hacerte un crápula. No tengo una respuesta.
N. A. Lo que te salva, supongo, es la autocrítica y el autoconocimiento. Si no hay esa mirada, acabas siendo un capullo integral.
En las dos veladas madrileñas, el público se decantó por ‘ejecutar’ a Nao. ¿En Barcelona pasaba lo mismo?
N. A. Sí. Creo que yo morí en 22 funciones y Marcel en 4. Quizá era más difícil empatizar con mi personaje. Quizá lo escribimos mal. O quizá es que soy un poco peor persona que Marcel.
M. B. Bueno, a medida que avanzaba la función los votos se fueron equilibrando. Lo estamos estudiando. En una fase más avanzada queremos que el público lo tenga más complicado.
En Madrid hubo mucha gente que se quedó con las ganas de veros. ¿Consideran la opción de volver a hacerla aquí?
N. A. Pues sí, la idea es hacer temporada. Nos encantaría volver.
Fantaseaban mucho en esta pieza con dirigir ópera juntos. ¿Les gustaría algún día dar ese salto?
M. B. Sí, mucho, haciendo como hemos hecho en el teatro: jugando con los géneros. La música nos gusta mucho a los dos. También nos interesa trabajar con puestas en escena más plásticas y, además, la parte grandilocuente de la ópera nos atrae.
N. A. Se nos podría dar bien, creo. Eso sí, tendría que ser ópera contemporánea, no me veo haciendo Verdi o Puccini.
Un urbanita de barrio fino con un redskin de pueblo. No parecía que su relación pudiera cuajar. ¿Qué la hizo posible finalmente?
N. A. Pasa también con las parejas sentimentales. Ves algunas que crees que no van a durar nada porque son antagónicas y luego... Nuestros backgrounds son distintos pero nuestra idiosincrasia no es tan diferente.
M. B. Somos amigos porque compartimos valores similares. Luego está el sentido del humor, a los dos nos gusta encontrar lo cómico hasta en lo trágico. También nos gusta el humor más cínico y más sórdido. Y nos unen muchos referentes, así como el amor al teatro, en el que ambos nos sentimos en casa.
¿Lo que han conseguido con su tándem se parece a lo que soñaban cuando se conocieron con 15 años?
M. B. No soñábamos con nada concreto. Ha ido todo despacito. Hicimos primero una obra con amigos, luego nos animamos con otra y después nos llamaron para hacer una tercera. Se cocinó todo de manera natural y sin pretensiones previas.
N. A. Lo que de verdad nos apetecía era tener una relación fructífera y duradera, así que, sí, hemos cumplido nuestras expectativas.