Gianni Forte y Stefano Ricci, en Venecia. Foto: Andrea Avezzù

Gianni Forte y Stefano Ricci, en Venecia. Foto: Andrea Avezzù

Teatro

La Bienal de Venecia de teatro se rebela contra la ignorancia y la vulgaridad

Sus directores, Gianni Forte y Stefano Ricci, hablan del laboratorio escénico más fecundo de Europa, que no se arruga ante las tendencias políticas totalitarias.

17 junio, 2024 01:44

Una mochila olvidada con un manuscrito los unió hace casi dos décadas. Gianni Forte se la dejó en el camerino de Stefano Ricci, en un teatro de Palermo. Había ido a saludarlo y darle la enhorabuena por su trabajo sobre la escena como actor. Al día siguiente, se encontró en el hotel la mochila.

Dentro, el mauscrito había crecido: Ricci había continuado la historia. Así nació una sintonía creativa que derivó en la fundación de la compañía Ricci/Forte. Ambos, además, asumieron hace cuatro años la dirección de la Bienal de Venecia de Teatro, donde han mantenido encendida la antorcha de la investigación teatral que les transmitió su predecesor, Antonio Latella.

Ahora se disponen a inaugurar la que será su última edición al frente del festival. Las tres anteriores estuvieron asociadas a un color: verde, rojo y azul. Y esta, que se desarrollará entre el 15 y el 30 de junio, no será una excepción.

“La situación política en Italia es catastrófica. Basta leer un periódico. La vulgaridad y la indecencia se imponen”. Gianni Forte

“Hemos elegido el blanco y el negro, que ahora tiene mucha vigencia en este mundo polarizado. Por ejemplo, aquí en Italia, desde el gobierno se dice nítidamente qué es bueno y qué es malo. En el teatro, estas posiciones netas no existen, o no debieran. Intentamos, pues, investigar las diversas gradaciones de grises que pueden existir”, apunta Ricci. Forte, por su lado, aporta una referencia culturalista para reforzar la elección: “Ya lo decía Baudrillard: que el blanco y negro está más cargado de sentido profundo al liberar la imagen de iridiscencias deslumbrantes”.

En realidad, han escogido los vocablos latinos, Niger e Albus, porque, apostilla Forte, “le da un carácter más universal e intemporal” al mensaje. Frente al estado bipolar de las sociedades contemporáneas, enciscadas con sus banderías, la Bienal se erige en un territorio donde tremola por encima de todo la bandera de la duda. “Es lo que hay que poner en primer plano, la duda y la diversidad para abrirnos a horizontes y perspectivas distintas”, señala Forte al otro lado del teléfono.

Otra de las claves de esta edición es la visita a los clásicos del pasado para escuchar sus voces y obtener herramientas con las que afrontar este presente líquido e incierto. Son varias las propuestas en este sentido, como la de Claudia Sorace (gran éxito el suyo con la instalación Bar Luna en el Pompidou junto a la cineasta Alice Rohrwacher), que se adentra en las Tres hermanas de Chéjov.

Pero el retorno en el tiempo más destacado es el de Milo Rau, máxima figura del teatro europeo actual, que se mide con el mito de Medea. Y, como suele hacer, acude a un caso real de crónica negra para mostrar un juego de espejos entre el icono griego y los conflictos de nuestro tiempo. La palabra se la da a los niños, que sostienen el peso de la función.

Es sin duda uno de los platos fuertes, el teatro de rabia pasoliniana del director del NTGent de Bélgica. Pero hay más. Ricci prefiere no decantarse por piezas concretas al ser preguntado por cuáles tiene más ganas de ver en los próximos días.

“No le digo ninguna porque cada una presenta su propia espectacularidad, y todas tienen la dignidad suficiente para estar en Venecia. Solo puedo decir que no veo la hora de que lleguen sus creadores. Y parece que el público también, porque todas las entradas ya están vendidas”.

Forte sí se moja. Sus expectativas están puestas en el ganador del Bando College (competición de dirección escénica) del año pasado, Ciro Gallorano. Estrenará Crisalidi, que él mismo define como “una indagación íntima en torno a las grandes preguntas en la obra Virginia Woolf y Francesca Woodman”.

También mostrarán en la ciudad de los canales su trabajo la polifacética holandesa Miet Warlop (After All Springville), Markus Öhrn (Phobia), Luanda Casella (Orestea), Tim Crouch (Truth’s a Dog Must to Kennel)…

No se puede olvidar la formación australiana Back to Back Theatre, ganadora del León de Oro este año y que exhibirá Food Court. Y el colectivo anglogermano Gob Squad Theatre, galardonado con el León de Plata, que viene con dos obras emblemáticas suyas: Creation (Pictures for Dorian) y la instalación Elephants in Rooms.

Una buena panoplia, en fin, para tomar nota de por dónde avanza la vanguardia escénica mundial. Y para ver como el escenario se encara con una realidad hostil. “Todos son artistas rebeldes que no se dejan llevar por cantos de sirena ni amedrentar ante las censuras de gobernantes con querencias totalitarias. No permiten que su obra se condicione por la espada de Damocles que pende sobre ellos”, apunta Forte.

La situación social y política [el partido de extrema derecha Fratelli d’Italia gobierna bajo el liderazgo de Giorgia Meloni] es, desde su punto de vista, “catastrófica”. Vemos que no se anda con rodeos al ofrecer su diagnóstico.

“Basta leer un periódico o asomarse a un telediario para constatarlo. La vulgaridad, la indecencia y la ignorancia se imponen”. Ricci, formado en sus orígenes a la vera de Luca Ronconi, suscribe: “No se le da ningún valor a la cultura, así que el país está de rodillas”.

Es un panorama que contrasta con el “florecimiento artístico” que vive Italia a su juicio. Gran momento creativo que, sin embargo, dicen, no es sostenido suficientemente desde las instancias públicas.

Después de los años venecianos, el tándem se dividirá y tomará caminos dispares. Ricci, por lo pronto, vuelve a la dirección escénica, aunque prefiere no adelantar el proyecto en el que anda metido hasta que el teatro donde se estrenará no presente su temporada. Ricci, por su parte, deja caer que igual toma las riendas de un teatro en España. “Podría ser”, apunta. Confiesa que está aprendiendo castellano. Sabremos pronto si se confirma esa posibilidad.