Los culos de Úrculo
Por el camino de Umbral
10 enero, 2001 01:00Después de la minifalda tenía que venir, directamente, la asunción del culo. Y vino y se ha quedado. Es la marca de fábrica del siglo XX. Nos olvidaremos del siglo, pero no del culo
Y en seguida se me crea mala conciencia, mientras paso el salmón con un vaso de agua, porque los periodistas sólo me hablan de mi reciente premio Cervantes, y nadie se acuerda de los cuadros ni de los objetos. La actualidad es la actualidad y estos chicos y chicas del micrófono y la cámara saben muy bien dónde está la cosa.
Felicitaciones de los desconocidos, siempre más efusivas que las de los amigos; corre el champán y yo corro con mi vaso de agua detrás del salmón, que crea vicio.
Cuando llega el momento de hablar, digo que me gustan mucho los objetos/emblema del siglo que ha dibujado úrculo, pero que entre ellos faltan sus famosos culos -culos adolescentes y femeninos, culos breves y vivos-, que por una parte son como la insignia del artista, lo que más ferviente y asiduamente ha pintado, y, por otra, constituyen la verdadera marca de la liberación de la mujer.
Porque vamos a ver. Todo el Renacimiento no fue sino un inmenso wonderbra que elevó y mostró y enseñoreó los pechos femeninos. En el XVIII, las valencias llevaban el escote hasta el ombligo, según los curiosos impertinentes de Europa que bajaban hasta España a mirar. Es decir, que los pechos han estado siempre muy publicitados y potenciados, lo cual es de agradecer, pero a la revolución de la mujer le faltaba la revolución de los glúteos, las nalgas, el culo, siempre disimulado por el polisón, la falda larga o la faja de caucholín. La revolución indumentaria del culo nace en las playas de moda, en algunos espectáculos, en los campos nudistas, en la época hippy, en Hair, etc., ayudada o no por el tanga -inolvidables e invisibles tangas de Ibiza-, hacia la mitad del siglo XX.
Claro que para que esta asunción del culo fuese posible ha hecho falta, primero, que se jubilase Rubens y las mujeres renunciasen a los grandes culos rubensianos, poniéndose a dieta y moviendo mucho el culo en el gimnasio. El culo juvenil es especialmente optimista y revelador del alma femenina. El culo sí que es el espejo del alma.
Ahora todas están en condiciones de lucir sus culillos a bordo de un yate, a bordo de un macho o a bordo de su real gana revolucionaria. Porque así como los pechos, grandes o pequeños, tienen una indeclinable función mamaria, zoológica, y por tanto son menos revolucionarios, los glúteos, escueto lujo barroco e inútil, preciso, precioso y estético, está ahí para provocar, para lucir, para gustar. El culo es subversivo por ocioso y su poesía está en su falta de función. Y que no me digan que el culo sirve para sentarse, porque para sentarse sirve cualquier cosa, hasta un palo de sombrilla o un paraguas, como tercer pie.
La mujer se ha pasado la Historia arrastrando sus grandes culos matriarcales, y la enseña del siglo XX ha sido un culo femenino grácil y leve. El descubrimiento del culo me parece tan importante como el descubrimiento de la manzana de Newton, y quizá por eso un culo breve y joven se parece tanto a esa fruta, hasta el punto de que Pablo Neruda pudo cantar el culo de la mujer como "dos frescas mitades de manzana".
úrculo es el artista que más y mejor ha sabido ver la fascinación poética del culo, quizá porque hemos frecuentado los mismos culos.
Después de mis palabras, mucho más breves que este comentario, úrculo me dibujó y regaló un culo a lápiz, en ágil escorzo, que guardo entre mis fetiches eróticos. Triunfa siempre el artista que ha sabido conectar con el imaginario de la gente y con el milagro que está en la calle. En este caso, la gracia adivinada de un culo beligerante bajo una falda ligera, o en el molde perfecto de unos vaqueros. Después de la minifalda tenía que venir, directamente, la asunción del culo, mucho más gracioso que el top/less. Y vino y se ha quedado. Es la marca de fábrica del siglo XX.
Nos olvidaremos del siglo, pero no del culo.