El estilo del mundo
Vicente Verdú
29 mayo, 2003 02:00Vicente Verdú, por Gusi Bejer
Verdú aparece con su obra más total. En un alarde de madurez ha escrito una cosmovisión. Ha arriesgado mucho en un análisis tan global del mundo
Hace veintinueve años, en 1974, todavía con el general Franco en vida, Verdú y su mujer Alejandra Ferrándiz, profesora universitaria de psicología, publicaron Noviazgo y matrimonio en la burguesía española. Aquel libro constituyó un registro excepcional de los cambios en las relaciones amorosas y familiares que, pese a la censura del franquismo, se estaban produciendo en España. Si hoy se abre el texto, todavía exhala un aroma de frescura y originalidad.
En tres décadas de libros, artículos y conferencias, Verdú nos ha ido dando una mezcla deliciosa e instructiva de su autobiografía y de su peculiar visión del mundo. Millares de fumadores en el trance de dejar el hábito inhalador le han seguido en Días sin fumar. Centenares de viajeros han ido al Celeste Imperio con su China Superstar o han estado en Estados Unidos a la par que leían El planeta americano.
En esta entrega, cuando el lector ya conoce muchos de los avatares de su autor -ya sabe que volvió a fumar- Verdú aparece con su obra más total. En un alarde de madurez ha escrito una cosmovisión. Ha arriesgado mucho en un análisis tan global del mundo. La matriz que modula este libro se estructura a partir de la evolución que según Verdú ha transformado el capitalismo. En una primera etapa se desarrolló el capitalismo de producción, "en su raíz, un capitalismo fálico, autoritario". Dicha etapa abarcaría desde el siglo XVIII hasta la Segunda Guerra Mundial. Lo que se producía, la mercancía, era el meollo de esa fase. En un segundo momento, se implanta el capitalismo de consumo, que dura hasta la caída del Muro de Berlín en 1989. "El capitalismo de consumo fue durante su breve intervalo un canon ambisex y lo significaba la desconocida igualación de sexos". Para Verdú fueron años en los que la sociedad capitalista enfatiza el producto envuelto en publicidad, la marca. En estos dos modos de capitalismo lo importante es gozar de bienes y servicios, sobre todo de los socialmente escasos. Pero ahora hemos entrado desde comienzos de los 90 en el capitalismo de ficción. "Ahora el capitalismo de ficción es eminentemente un compuesto de inspiración femenina. Más horizontal que erecto… Más seductor que imperativo". Verdú contempla esta etapa como la preocupación por el bienestar psicológico en una realidad de ficción.
El autor nos coloca en un mundo que interpreta en clave femenina. Lo masculino se ha desvalorizado en todos los ámbitos; la feminización democratiza los espacios de la convivencia interpersonal, política o social. Tras articular el tiempo y el modo político, Verdú traza un tercer rasgo. "Lo característico de nuestro mundo es la tendencia a la homologación". Todo parece teñirse de azul y las mil formas de la afectividad y el cariño son reclamadas en todos los ámbitos. Quizá este marco, tan desvinculado de la vieja estructura productiva, resuene al Baudrillard empeñado en que la primera Guerra del Golfo no existió. Pero Verdú ha sabido construir un texto que, en su ficción, tiene un relieve del que carece el último Baudrillard.En todo caso el interés del libro no se queda ahí porque la sagacidad de Verdú desmenuza todo aquello que articula el complejo mosaico del capitalismo de ficción: desde los museos hasta la pornografía pasando por la religión y la ética. El mundo actual revisitado. Un flash al que volver.