Tres pájaros de cuenta y...
Miguel Delibes
26 junio, 2003 02:00Miguel Delibes. Foto: Bernabé Cordón
El nuevo libro de Miguel Delibes, un centenar escaso de páginas, reúne seis breves textos narrativos del vallisoletano. El título, largo y simpático, Tres pájaros de cuenta y tres cuentos olvidados, se debe a sus dos partes bien diferentes.Los pájaros en cuestión (la grajilla, el cuco y el cárabo) ya habían volado, hace una veintena de años, en un tomito destinado al público infantil. Los cuentos andaban olvidados, junto con otros pendientes todavía de su rescate, en la barcelonesa revista Destino de comienzos de los 50.
Se trata, pues, de una recuperación relativa, acompañada por un prólogo de una buena conocedora del escritor, Amparo Medina. Ambos bloques de textos tienen caracteres tan distintos que resulta más que discutible el acierto de haberlos emparejado. Los Tres pájaros de cuenta son sendas estampas centradas en hábitos de las referidas aves. Delibes, gran amante de la naturaleza, observa sus comportamientos y los presenta en un entorno familiar directo; recrea experiencias reales ocurridas en su retiro burgalés de Sedano. Lo hace con esa tendencia habitual en él a establecer analogías de los animales con nuestra especie, y mostrando su gusto en estos casos por una exposición confianzuda y cordial.
Esta clase de páginas delibesanas sobre la fauna tienen el doble encanto de su comunicabilidad inmediata y de su expresión directa, en ese castellano suyo, preciso y libre de afectación. Delibes dota de amenidad y de sentido, de atractivo literario, a estos sencillos apuntes. Pero hay que verlas como lo que son, piezas menores, sin muchas pretensiones y de mérito ceñido a su limitada importancia. Otra cosa es que entronquen con una de las constantes básicas de la obra total del vallisoletano, el amor al campo y la visión de lo rural como un refugio frente al sinsentido y al materialismo absoluto de la vida urbana moderna.
Que es un motivo que aparece y con mucha fuerza en uno de los otros tres cuentos. Dos de ellos pintan al hombre con tinta pesimista y amarga. Uno habla del súbito desencuentro de una pareja ("El otro hombre") y otro de la compleja vivencia del fracaso ("Bodas de plata"). El tercero, "La vocación", refiere cómo un niño se niega a dejar el pueblo, rechazando horizontes de prosperidad. En esta narración está la almendra argumental e ideológica de El camino. Este menosprecio de corte y alabanza de aldea se entendió en su día como prueba de conservadurismo. Hoy sabemos que quien luego pintó el magistral retrato del primitivismo campesino en Los santos inocentes apostaba por un enraizamiento humanizador, y así debe leerse la visión arcádica de lo rural ofrecida en este episodio de un Delibes primerizo.