Letras

Por fin solos

Cristina Peri Rossi

29 abril, 2004 02:00

Cristina Peri Rossi. Foto: Kike Para

Lumen. Barcelona, 2004. 158 págs, 13’50 euros

Desde su primer libro de cuentos, allá en Montevideo, en 1963 (Viviendo), hasta su novela más reciente (El amor es una droga dura, 1999) la lista de títulos de esta autora uruguaya exiliada, afincada en Barcelona, es interminable, como poe-ta, cuentista y novelista.

Lo suyo, lo que cuenta, es su admirable capacidad comunicativa -incisiva, divertida cuando acentúa con sorna las intenciones de lo relatado-, con sobrados recursos para sacarle partido literario a lo más intrascendente de la vida cotidiana. Su experiencia está llena de los haberes propios de quien ha amado y ha escrito mucho. De la suma de esos factores, experiencia y talento, como señala la contraportada "nace esta historia de amor peculiar, narrada en varios episodios con personajes y escenarios distintos, que juntos componen la letra de un tango tan duro y hermoso como la vida misma".

Por fin solos o "Una historia de amor en quince episodios" es su título. En él reúne 15 relatos organizados, "como una función teatral", en tres actos, cada uno precedido de un interludio reflexivo que actúa como declaración (excesivamente explícita) de intenciones (excesivamente obvias)... Cierto que aclaran la razón primera y última de representar la historia de amor por excelencia, la que nace al abrigo de expectativas de felicidad absoluta y poco a poco se ve minada por decepciones que la conducen a un punto que a veces es final y a veces es aparte. Pero lo mejor del libro no está en ellas, en el discurso reflexivo que introducen, sino en el narrativo, que crece en aciertos y en intensidad a medida que se complica la trama amorosa representada por la variada tipología humana escogida para esta atinada tragicomedia.

Quizá los primeros relatos, que introducen "la naturaleza del amor", estén más llenos de lugares comunes. Ahora bien, los que ejemplifican la complejidad de las relaciones, de las culpas que se generan y se adjudican, sorprenden tanto desde el punto de vista argumental como constructivo. Sorprende su dominio del relato cuando la extrema brevedad de "Nunca", "Lavorare stanca"o "Vida cotidiana" no le resta ni fuerza ni posibilidades expresivas a lo que sugieren sus respectivos argumentos. Sorprende el alcance simbólico y la elaborada construcción de "Ulva lactuta"; y son absolutamente recomendables "La semana más maravillosa de nuestras vidas" (el único publicado con anterioridad, en 2002), "La sintaxis", "Desastres íntimos" o, como no podía ser de otro modo, "Punto final". ¿Por qué? Porque arrancan de situaciones triviales, de rutinas que pasan inadvertidas, del lenguaje que las evidencia; hurgan en la pareja y sus fantasmas, en las exigencias de la realidad en la que vivimos, en la imposibilidad de responder a ellas sin que el ánimo se rompa de cuando en cuando. Y proponen culpas, y asignan culpables. El tono ácido no hace sino subrayar cierta, inevitable, decepción.