Image: Doble agente, por Manuel Hidalgo

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Letras

Doble agente, por Manuel Hidalgo

Graham Greene, 100 años del espía de Dios

30 septiembre, 2004 02:00

Fotograma de la película El tercer hombre

Después de El ídolo caído (1948), Reed superó al año siguiente tan formidable éxito con El tercer hombre. A propósito de este clásico, conviene recordar que no se trata de una adaptación de una novela ya publicada, sino que contiene una curiosa pirueta en la historia de la escritura fílmica. El productor Alexander Korda le pidió a Greene un guión sobre la ocupación de Viena tras la II Guerra Mundial, y el novelista escribió una narración porque para él era "imposible escribir el guión de una película sin antes escribir un relato", según confiesa en el prólogo de la novela. Del relato -digamos que "privado"- de El tercer hombre, salió el guión y, a partir de ambos materiales, la novela definitiva, que, inversamente a lo que sucede siempre, es la que se separa en algún matiz importante de la película. Por ejemplo, en el final.

Un camino de singulares recovecos siguió también Nuestro hombre en La Habana, que Carol Reed filmó en 1959. El director Alberto Cavalcanti solicitó a Greene un guión, y Greene escribió una historia, ambientada en Estonia antes de 1939, que ridiculizaba a los espías. La película nunca se hizo, y Greene fue modificando el guión hasta trasladar la acción a Cuba y reconvertirlo finalmente en una novela que, entonces sí, fue llevada al cine.

Estos curiosos itinerarios podrían dar pie para un detenido estudio que permitiera analizar la endogamia entre las estrategias narrativas del Greene-novelista y del Greene-guionista, es decir, y a la larga, las recíprocas influencias de la literatura y el cine en la obra completa del escritor, pudiendo encontrar en ello las razones de la accesibilidad de Greene a todos los públicos.

No hay duda de que los títulos citados son el trío de ases en la carrera cinematográfica de Greene, pero la devoción de la industria del cine hacia su obra ha dado otra buena gavilla de películas apreciables firmadas por grandes directores. Destaquemos, de inmediato, otras tres. Joseph Mankiewicz, que acababa de hacer La condesa descalza y Ellos y ellas, adapta en 1957 El americano impasible. Greene no interviene en el guión. La película no queda a la altura de lo esperado.

En 1972, George Cukor filma Viajes con mi tía, una tragicómica novela que se podría pensar más típica de Evelyn Waugh que de Greene. Parcialmente rodada en España -creo recordar-, cuenta con la intervención de José Luis López-Vázquez. Cukor tenía por entonces 73 años y estaba en el declive de su extraordinaria trayectoria.

Parecido encuentro en el crepúsculo se produce cuando el gran Otto Preminger filma, en 1979, El factor humano, su última película y uno de los últimos libros del escritor.

De estos trazos no puede colegirse en absoluto que la obra de Greene sólo interesara a los directores que fueron sus estrictamente contemporáneos. Directores en su primera madurez creativa tan distantes y distintos como el australiano Phillip Noyce y el irlandés Neil Jordan acaban de retomar, respectivamente, El americano impasible y El fin del romance, demostrando que la obra del escritor inglés admite nuevas visitas y resiste al tiempo.

Anécdota con calzador: ¿alguien ha visto a Graham Greene -que llegó a producir una película con Mario Soldati-en su única aparición como actor? No figura en el reparto. No tiene frase. Pero, invitado por Truffaut, sale con un paraguas en una escena de La noche americana.