Letras

Cuentos completos

Flannery O’Connor

13 octubre, 2005 02:00

Flannery O’Connor. Foto: Archivo

Traducción de M. Covián, C. Filipetto y V. Ozores. Lumen, 2005. 842 págs, 20 euros

Sureña, católica y sentimental, Flannery O’Connor (Georgia, 1925-1964) creía firmemente que sin "el infierno no habría dignidad". Comenzó a escribir relatos a los seis años, a pesar de la resistencia de su padre. Hija de su tiempo, estudió en colegios donde se formaban esposas y no mujeres, situaciones que supo plasmar en sus relatos, que le valieron ser comparada con Poe y Faulkner. Pasó los últimos diez años de su vida inválida.

Escribía Manuel Broncano en el prólogo de Mundos breves, mundos infinitos, la obra más importante sobre Flannery O’Connor escrita en España pese al tiempo transcurrido, que "A diferencia de Faulkner, Flannery O’Connor puede decirse desconocida por el público de nuestro país".

Tal afirmación se fecha en 1992 y, si bien es cierto que hoy en día Flannery O’Connor no es ya una desconocida, todavía no ha logrado el reconocimiento y popularidad que la calidad de sus escritos, y me refiero fundamentalmente a los cuentos, en justicia merece. En el 2000 Ediciones Encuentro editó, a modo de exquisito aperitivo, algunos de los cuentos más famosos, "El negro artificial" -que prestó el título a la edición-, "Un hombre bueno es difícil de encontrar", o "La espalda de Parker", junto a ensayos como "Naturaleza y finalidad de la narrativa" en el que encontramos su archiconocida y repetida cita: "Arte es una palabra que asusta a la gente, porque parece demasiado grandiosa. Pero para mí el arte es escribir algo que es valioso por sí mismo. La base del arte es la verdad en un sentido imaginativo." Pero ahora, con sus Cuentos completos entre las manos, se tiene finalmente la sensación de encontrarse ante el plato principal.

La edición española sigue fielmente la original de Farrar de mediados del siglo XX, en la que se recogían treinta y una historias; diecinueve ya publicadas en dos colecciones anteriores (también ya editadas por Lumen) y doce totalmente inéditas. El común denominador en todas ellas es la atmósfera sureña que permea las tramas junto a un profundo sentido religioso católico que caracteriza el diseño de sus personajes. Su estilo, tan singular como su acento de Georgia, fue denominado por la crítica como "realismo grotesco" y ciertamente tanto el sustantivo como el adjetivo resultan más que apropiados. O’Connor enfrenta a los lectores a situaciones intrascendentes a primera vista, pero que terminan mostrando la complejidad de lo más nimio y, por ende, resultando "grotescas".

Ya en el primero de los cuentos, "El geranio", nos encontramos con este tipo de artificio narrativo: El viejo Dudley espera paciente todas las mañanas que sus vecinos saquen un geranio a la ventana. No lo cuidan y su aspecto le recuerda al tullido Grisby a quien sacan todas las mañanas al sol en su silla de ruedas. Un día no aparece el geranio, se ha caído, y su interés por la planta no hace sino molestar al propietario. La añoranza que domina este temprano relato volvemos a encontrarla en uno de los últimos, "La espalda de Parker", en el que los tatuajes tienen una cierta cualidad catártica. "Un hombre bueno es difícil de encontrar", su historia más conocida y probablemente la más interesante (aunque la propia autora mencionara en alguna ocasión "El negro artificial" como su relato favorito), nos plantea una situación tan irracional como esperpéntica: una familia emprende viaje a Florida, tienen un accidente y quien acude a ayudarles es un sanguinario criminal huido de prisión, el Desequilibrado, que irá matándolos uno a uno en un intento de enmendar a Jesús, " … el único qu’ha resucitao [sic] a los muertos y no tenía qu´haberlo [sic] hecho." (pág 211). Esta última cita sirve también como ejemplo para entender los problemas que plantea la traducción. Intentar traducir el acento-dialecto sureño llega a ser en otras traducciones -como algún nefasto intento por traducir el lenguaje del negro Jim en Huck Finn como si de un andaluz se tratara- ridículo y grotesco, pero en esta obra surge de forma más natural. Sin la menor duda, esta edición española de los Cuentos completos de Flannery O’Connor la rescatará definitivamente en nuestro país de aquel legendario ostracismo que lamentaba Manuel Broncano.