Fantasmas
Con su primera novela, El club de la lucha, Chuck Palahniuk (1969) se convirtió en un autor de culto en su Norteamérica natal y en Europa. La posterior versión cinematográfica de David Fincher, con el reclamo de Brad Pitt, lo convirtió en un autor “consagrado”. Después vendrían títulos como Asfixia, Nana o Diario de una novela en los que Palahniuk continuaba explotando el filón. Y en la misma veta parece seguir con Fantasmas, pero, para contentar al público, como en el circo, se debe intentar el “más difícil todavía”. Sabe que uno de los secretos del éxito literario hoy es la transgresión. Aquí se encuentra un relato tan repulsivo que en varias lecturas públicas hubo decenas de personas desmayadas.
El argumento es ciertamente imaginativo: un grupo de aspirantes a escritor acude a la llamada de un misterioso panfleto con la leyenda “Retiro para escritores: abandone su vida durante tres meses” (pág. 95). Se trata de una suerte de experimento ideado por el decrépito Whittier, quien tiene la intención de encerrar en un destartalado teatro a los solicitantes, para que, aislados totalmente del mundo, escriban su obra maestra. Los voluntarios -que adoptan nombres como “Hermana Justiciera”, “Casamentero”, “Dama Vagabunda”, “Chef Asesino”…- aceptan el reto con la misma satisfacción que los de un reality show televisivo. Pero las cosas pronto empiezan a complicarse, cuando a la falta de luz y agua se suma el hambre. La última de las aberraciones -y créanme que las encontrarán de todos los calibres- será el canibalismo. Incluso la muerte de algunos, incluido Whittier, se asume con clara indiferencia, pues mayor será la tajada que les corresponda cuando se comercialice la película que está grabando el “Agente Chivatillo”.
El método de trabajo, que sirve de estructura al libro, es muy sencillo y emula al de Byron, los Shelley, y Polidori, en su retiro de Villa Diodati cuyo resultado más conocido sería Frankenstein: un poema introduce al personaje; a continuación leemos la historia perteneciente al personaje en cuestión; y seguidamente la narración relata los acontecimientos del grupo. Y vuelta a empezar… otras 22 ocasiones.
Algunos relatos bien pudieran tener algún valor literario publicados de forma aislada, como el de la “Señorita estornudos”,“Espíritus malignos” o incluso “Sonado a Golpes” de “Reverendo sin Dios”. Los demás convierten en seminarista aventajado al otrora psicótico Patrick Bateman de American Psycho, la novela de Brett Easton Ellis. Sea cual fuere el gusto literario de cada uno, los valores literarios de Palahniuk son innegables; pero no creo que Fantasmas se convierta en el referente de su calidad.