Letras

Los inmigrados

Lojze Kovacic

3 abril, 2008 02:00

Trad. X. Farré. Siruela, 2008. 293 páginas, 22’50 euros

La experiencia del desarraigo es más comprensible para un niño que el exilio o la inmigración. El exilio y la inmigración suelen estar determinados por causas políticas o económicas, pero el desarraigo es una experiencia que escinde al yo de la razón y la historia. No se huye de un régimen ni de la pobreza. Simplemente se experimenta la conmoción de perder el hogar, el idioma, el paisaje. El escritor esloveno Lojze Kovacic (Basilea, 1928-Ljubljana, 2004) recrea ese trauma, abasteciéndose de sus propios recuerdos. Anticipándose al comienzo de la Segunda Guerra Mundial, Suiza obligó a todos los inmigrantes a cruzar sus fronteras. Alojz, protagonista del relato, no logra entender a sus diez años que le separen del suelo en el que ha crecido para arrojarle a una tierra extraña, donde conocerá la pobreza y el desamparo.

Alojz se familiariza en seguida con la escasez material, sin caer en la desesperación de sus padres. Con una prosa torrencial, que se fragmenta y se recompone, de acuerdo con el ritmo irregular de la conciencia, Kovacic reproduce el estupor de la infancia ante la brutalidad y la injusticia: ancianos abandonados, huérfanos orgullosos de sus actos delictivos, intolerancia. Alojz se horroriza al visitar un matadero y contemplar el sacrificio de los animales. La imagen de la carne colgada de ganchos profetiza la matanza que se avecina. En un mundo saturado de crueldad, Alojz sólo concibe la huida. Ser puente o río. Cualquier cosa menos conciencia.

Los inmigrados nos recuerda una vez más el profundo caudal de la literatura centroeuropea, lugar privilegiado para el arte y el sufrimiento, ejemplar en su resistencia contra el totalitarismo y esperanzador en su capacidad de reelaborar el dolor para convertirlo en testimonio.