Letras

Nada sucedía como lo había imaginado y otras certezas

Ángeles Valdés-Bango

22 mayo, 2008 02:00

Caballo de Troya. Madrid, 2008.

Algunas marcas formales señalan de sobra el contenido de una obra literaria. La puntuación, por ejemplo. En Nada sucedía como lo había imaginado..., ángeles Valdés-Bango utiliza con abundancia la coma y salpica las oraciones con incisos puestos entre dos de estos signos. También llama la atención el casi monótono empleo de locuciones como "así que", "toda vez que", "ya que", "tanto en... como en…", "en cuanto a…", "no obstante…"

Todo ello indica propensión al análisis y a lo discursivo. Son los rasgos máximos del conjunto unitario de 18 relatos reunidos por la autora asturiana y descubren un mundo personal en la escritura y las preocupaciones. La prosa de Valdés bebe en Benet, si bien evita los retorcimientos sintácticos benetianos, y su fuerte voluntad de estilo resplandece en el juego incesante y osado de confrontar el registro culto con frases hechas. También esto subraya la actitud intelectual de la escritora, que se revela con claridad en un narrador analítico presto a glosar la historia contada en cada cuento. Los temas, aunque pertenezcan a la vida corriente, sobre todo a la intimidad, se muestran sub specie reflexiva: bajo un prisma especulativo aparecen el matrimonio o la pareja, lo imprevisible de la existencia, la búsqueda del yo…, en suma, un repertorio de interiores humanos oscuros, indecisos, en dura búsqueda de reposo, de felicidad o de venganza.

Las anécdotas no buscan lo demasiado novelesco, aunque haya buenas situaciones, pero lo distintivo del libro es el aplastante predominio de personajes cavilosos, ensimismados, que se regodean en su inestabilidad. Esto produce una frialdad especulativa muy fuerte, hasta el punto de que se agradece que al menos una historia, la desoladora de una costurera y su primo, se cargue de calidez emocional. El otro tono pesa, sin embargo, demasiado: hay obsesos en la vida, pero el que todo el mundo sin excepción ande sacándole punta a su estado anímico parece excesivo y causa fatiga. Los relatos de Valdés son serios, corrosivos, están cargados de pensamiento y desprenden un intenso aroma nihilista. Tienen la pega de que a veces resultan demasiado elusivos y nada fáciles de entender. En cualquier caso, pertenecen a esa clase de narrativa exigente que busca mucho más que el entretenimiento. Merece la pena escuchar la clara apuesta literaria de esta voz casi nueva.