Letras

Toda una vida

Begoña Aranguren

31 julio, 2008 02:00

Begoña Aranguren.

Planeta. Barcelona, 2008. 377 pp., 22’50 e.

Tres líneas narrativas entrelaza la periodista Begoña Aranguren (1949) en Toda una vida. El núcleo anecdótico se centra en una mujer libre, Inés, hija de un ministro de Alfonso XIII, la cual toma la valiente decisión entonces, hace casi un siglo, de separarse judicialmente de su marido rompiendo las convenciones. Otra línea se corresponde con una modalidad de la abrumadora novela histórica, la reconstrucción del pensamiento y modos de vida de época, centrada aquí en las clases privilegiadas. La tercera consiste en una crónica costumbrista de aquel momento de esplendor de la Edad de Plata en que convivieron en Madrid nombres cimeros de nuestra cultura de entreguerras, intelectuales del 14 (Ortega y Gasset, Gregorio Marañón, Manuel Azaña), creadores del 27 (García Lorca, Alberti, María Teresa León, Dalí, Buñuel, Guillén, Salinas) y otros personajes singulares (Pablo Neruda, Victoria Kent, María de Maeztu, Miguel Hernández...). Todos ellos participan en la novela, e incluso alguno con papel protagonista.

Cada una de estas líneas tiene de por sí su propio interés anecdótico y proporciona una materia valiosa y sugestiva. La autora aporta con la personalidad de Inés una postura reivindicativa pues la aprovecha para ensalzar el mérito de una mujer independiente capaz de enfrentarse con determinación a prejuicios históricos y de clase. Tiene el personaje su hondura y emoción y se recrean con atinados trazos los dilemas internos de la mujer y las tensiones familiares que su decisión genera. Sale un retrato psicológico convencional que abarca también a padres y hermanos, hijos, marido y amante. Esta indagación, en la que se incluyen varias experiencias traumáticas, consigue, en conjunto, una atractiva mirada a las complejidades del alma y de los sentimientos.

La crónica de época, que se cierra al poco de producirse la sublevación franquista, contrapone la mentalidad de un sector reaccionario y la libertad de acción, el sentir liberal y el progresismo del cenáculo amistoso del diplomático chileno Carlos Morla, personaje histórico que escribió una espléndida estampa de aquellos años, En España con Federico García Lorca (1958), citada y utilizada como fuente de referencia. La novela incorpora una nómina de personas reales larguísima (añádanse a los mencionados, entre otros, Unamuno o Juan Ramón Jiménez). Tanto ser ilustre supone un aliciente grande para el lector común curioso de conocer la vida privada de nombres tan celebrados. Pero este atractivo lo limita la autora a algo cercano a un reportaje de revista del corazón, epidérmico y complaciente, salpicado de notas de divulgación cultural.

Los materiales señalados proporcionan momentos de entretenimiento y agradará Toda una vida a quienes buscan sólo una historia con su carga de drama y de anécdotas; a quienes se contenten con una dosis de sentimentalina y otra de curiosidades históricas.