Image: Tony Curtis, del barro a las estrellas

Image: Tony Curtis, del barro a las estrellas

Letras

Tony Curtis, del barro a las estrellas

El versátil actor no podía evitar en cambio el soniquete que delataba sus orígenes, el acento de un chico de barrio

30 septiembre, 2010 02:00

Un guapo Tony Curtis en una instantánea de su juventud. Foto: Archivo

Nunca perdió el acento de barrio. Ni cuando tuvo que ponerse turbante para interpretar a un jeque árabe, ni tampoco para hacer de millonario y ligarse a la Marilyn Monroe en su mejor película. Incluso Polanski se sirvió de su voz para sacarla por teléfono en La semilla del diablo. Dicho de otra manera: Tony Curtis no podía evitar el soniquete que delataba sus orígenes.

Antes de ser galán en Hollywood fue vagabundo de sangre húngara, uno de tantos que persiguió el sueño americano por las calles del Bronx. Pero a diferencia de otros, él se mantuvo en el trapecio dorado de Hollywood durante décadas. Hizo de saltimbanqui, de romano, de estrangulador, de vikingo y hasta de sí mismo en la película de Kazan basada en la novela póstuma de Scott Fitzgerald. Pero por la película que se le recordará, sin duda alguna, será por la comedia de enredo que protagonizó junto a Jack Lemmon, Con faldas y a lo loco. La historia de dos músicos en paro que son testigos de la matanza del día de San Valentín y, como han visto a los asesinos, tienen que esconderse. Una cinta donde el juego de identidades llega a tal extremo que los músicos han de travestirse para salvar el pellejo. La dirigió Billy Wilder y según cuenta el mismo Wilder, a Curtis le resultaba violento andar con ropa de mujer durante las pausas del rodaje y más aún cuando había que entrar con faldas a la cantina. Era un chico tímido. Suele pasar.

En los últimos tiempos, Tony Curtis se dedicó a la pintura y a contar por escrito sus batallitas, donde dio pelos y señales de la relación que mantuvo con Marilyn Monroe a la que dejaría embarazada. Según cuenta, fue la misma Marilyn quien se lo confesó a él y a su esposo, Arthur Miller, estando los tres juntos: "Yo estaba aturdido. Simplemente me quedé allí plantado. La habitación estaba tan en silencio que podían oírse los neumáticos chirriando sobre el Bulevar de Santa Mónica". En fin, que ni por escrito pudo evitar el acento de barrio.

FILMOGRAFÍA

Los cazarecompensas, George Erschebamer (1999)

Louis & Frank, Alexandre Rockwell (1998)

Los cazarecompensas, George Erschbamer (1997)

Los inmortales, Brian Grant (1995)

El celuloide oculto, Robert Epstein (1995)

Desnudo en Nueva York, Daniel Algrant (1993)

Principal objetivo, David Heavener, Phillip J. Roth (1991)

Insignificancia, Nicolas Roeg (1985)

Othello, el comando negro, Max H. Boulois (1982)

El truhán y su prenda, Walter Bernstein (1980)

El espejo roto, Guy Hamilton (1980)

El laberinto de oro, Joseph Hardy (1978)

El último magnate, Elia Kazan (1976)

La semilla del diablo, Roman Polanski (1968)

El estrangulador de Boston, Richard Fleischer (1968)

No hagan olas, Alexander Mackendrick (1967)

La cámara de los horrores, Hy Averback (1966)

Bromas con mi mujer ¡No!, Norman Panama (1966)

La carrera del siglo, Blake Edwards (1965)

La pícara soltera, Richard Quine (1964)

Soltero en apuros, Norman Jewison (1963)

Encuentro en París, Richard Quine (1963)

Taras Bulba, J. Lee Thompson (1962)

Espartaco, Stanley Kubrick (1960)

Pepe, George Sidney (1960)

¿Quién era esa chica?, George Sidney (1960)

Con faldas y a lo loco, Billy Wilder (1959)

Los vikingos, Richard Fleischer (1958)

Fugitivos, Stanley Kramer (1958)

Vacaciones sin novia, Blake Edwards (1958)

El temible Mr. Cory, Blake Edwards (1957)

El dulce sabor del éxito, Alexander Mackendrick (1957)

Trapecio, Carol Reed (1956)

Coraza negra, Rudolph Mate (1954)

Misión temeraria, Stuart Heisler (1954)

El gran Houdini, George Marshall (1953)

Su alteza el ladrón, Rudolph Mate (1952)