Image: La arquitectura del aire

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Letras

La arquitectura del aire

Carlos Marzal

26 abril, 2013 02:00

Carloz Marzal. Foto: Benito Pajares

Tusquets. Barcelona, 2013. 256 páginas, 17 euros


Que el aforismo no es un género ajeno a Carlos Marzal (Valencia, 1961), sino todo lo contrario, quedaba confesado en su ensayo El aforismo como forma de escritura. Se lee allí esta declaración: "Pienso en aforismos, y algunas veces me parafraseo" y añade que piensa "por destellos", con una metáfora que reúne tanto la noción de iluminación, como la de lo instantáneo, la brevedad y un poco más adelante sostiene que "el aforismo tiene en mí una vinculación directa con la poesía". La prueba de que tales afirmaciones son mucho más que una opinión la trae ahora La arquitectura del aire, un conjunto de más de mil doscientos aforismos que son una lectura excelente, toda una invitación a la reflexión y al disfrute.

Con una obra poética ya extensa y siempre bien acogida, y merecidamente, Marzal es autor además de la novela Los reinos de la casualidad, también con muy buena recepción y algunas otras publicaciones; es, pues, escritor consolidado y estos aforismos certifican la altura y profundidad de su trabajo. "Vivo en aforismo" dice uno de ellos: ¿se le puede otorgar mayor centralidad a esta forma? Esto habla de la exigencia que este modo de escritura tiene para Marzal: la vida va en ello en la instantaneidad de ser, de estar en el mundo, de percibirlo como un don o, como se lee en otro momento "todo me sucede como por milagro". Siendo así, todo, incluido el yo es, por accidente, no hay aquí nada de egocentrismo, de soberbia y Marzal puede escribir que somos "Maestros de cuanto desconocemos", una grandeza que atraviesa toda la colección, pues "Todo lo sospecho son mis certezas", la grandeza del pensamiento del quizá.

La vida en sus múltiples manifestaciones, la felicidad, el amor, la sabiduría, la escritura, y muchos otros asuntos aparecen en estos pensamientos, verdaderos "destellos" que configuran una extensa lección moral. Y si "mis aforismos son puro biografismo", no es menor el lugar que se concede al otro, incluso al otro de uno mismo, lo que permite leerlos como (hetero) autobiografía.