Image: Mercè Oliva

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Letras

Mercè Oliva

“Los nuevos realities televisivos estigmatizan a los más vulnerables”

4 noviembre, 2013 01:00

Mercè Oliva analiza en Telerrealidad, disciplina e identidad el impacto social de programas como Supernanny.

La Universidad Oberta de Catalunya publica 'Telerrealidad, disciplina e identidad'.

En los últimos años explotó un inédito formato televisivo que bebía del modelo de los primeros reality shows para transformarlo radicalmente. Del exhibicionismo y el disfrute puramente voayeur que proporcionaba el "confesionario" de Gran Hermano se pasó al más complejo modelo de "servicio público" y prescripción de valores de Cambio radical, Supernanny o Esta casa era una ruina, los llamados makeover shows. Para medir la distancia del cambio e investigar lo que las citadas evoluciones televisivas nos cuentan de la sociedad de nuestro tiempo, Mercé Oliva, profesora en la Pompeu Fabra de Barcelona, acaba de publicar Telerrealidad, disciplina e identidad (UOC, 2013). Oliva observa en sus páginas cómo tantas veces el discurso televisivo sirve de caballo de troya a determinados discursos ideológicos.

Pregunta.- ¿Por qué se interesó por el estudio de los nuevos realities, los makeover shows?
Respuesta.- En España los makeover shows (Supernanny, Hermano Mayor, Ajuste de cuentas, Cambio Radical, Esta casa era una ruina…) aparecieron con fuerza en el panorama televisivo a partir del 2006, pero en realidad se trata de un subgénero de la telerrealidad con una larga historia, ya que nació en el Reino Unido a mediados de los 90 (Changing Rooms, What not to wear). Me interesé por este tipo de realities por su discurso de "servicio público". Es decir, son programas que afirman que su objetivo es ayudar a los ciudadanos a educar mejor a sus hijos, a tener mejor aspecto físico, vivir en mejores condiciones… Al mismo tiempo, se trata de programas que tienen un marcado carácter prescriptivo, es decir, recomiendan al espectador modelos de vida que el programa pretende que sigan. Así pues, me pareció necesario ver qué valores transmitían y qué modelo de individuo prescribían.

P.- ¿Nos encontramos ante un nuevo modelo de reality? ¿Que lo diferencia del anterior?
R.- Los makeover shows son un subgénero de la telerrealidad, por eso comparten rasgos con otros tipos de realities: la mezcla de documental y ficción, el protagonismo de personas "normales y corrientes" que se interpretan a sí mismas delante de la cámara, el interés por representar emociones "auténticas" e incontrolables… Aquello que los diferencia del resto de realities es su interés por modificar la realidad, es decir, por tener efectos tangibles en ésta ya que los makeover shows tienen como objetivo transformar a sus participantes: cambiar su aspecto físico (Cambio Radical), su casa (Esta casa era una ruina) y hasta sus comportamientos y forma de pensar (Supernanny, Hermano Mayor, Ajuste de Cuentas).

P.- Afirma que este tipo de programas preescribe unos valores determinados. ¿Cuáles son?
R.- En primer lugar, estos programas transmiten ciertos valores ligados al liberalismo: la privatización del estado del bienestar, la individualización de problemas sociales y la prescripción de un ciudadano emprendedor que es capaz de cuidarse a sí mismo. Esto en parte se explica por el origen anglosajón de los formatos, muy ligados a la evolución de las políticas sociales en esos países. Así pues, a través de estos programas la televisión se presenta como una alternativa a las instituciones públicas y ponen en escena y legitiman un modelo de sociedad en el que el Estado del Bienestar no tiene ningún papel que jugar y en el que los individuos y empresas deben cuidar de sí mismos y de los demás miembros de su comunidad. Es decir, los makeover shows representan situaciones con raíces sociales, políticas y económicas profundas como problemas individuales, dramas personales desprovistos de una significación más amplia. De hecho, es habitual que se identifique a los participantes como los únicos culpables de su situación, olvidando otras causas estructurales (desigualdades socioeconómicas, educativas, de capital simbólico y cultural…). Así, estigmatizan y culpabilizan a los grupos sociales más vulnerables.

P.- ¿Qué programas concretos, en este sentido, le parecen más interesantes y por qué?
R.- Como obras televisivas los makeover shows españoles destacan por su poca creatividad y bajo interés. Utilizan estructuras narrativas estereotipadas y se "fuerzan" los hechos reales para que encajen en ellas (por ejemplo, cada episodio debe terminar con un final feliz). Así pues, creo que no saben sacar partido a la riqueza de los casos y personajes presentados. Como objeto de estudio, sine embargo, estos programamerecen ser analizados, ya que vehiculan valores que nos permiten entender una parte de nuestra cultura y forma de ver el mundo. Precisamente, en mi libro he analizado en profundidad ocho makeover shows que me parecen especialmente relevantes: Supernanny, Hermano Mayor, Esta casa era una ruina, Cambio Radical, Ajuste de Cuentas, Desnudas, así como Operación Triunfo y Fama ¡a bailar! que aunque son distintos al resto, también tienen como objetivo transformar a sus participantes para convertirlos en estrellas.

P.- ¿Y a nivel internacional?
R.- A nivel internacional sí se han hecho experimentos interesantes. Por ejemplo Faking it (Reino Unido, Channel 4), un programa en el que los participantes debían aprender en 15 días a hacerse pasar por otra persona: un cantante de punk que no sabía leer partituras debía simular que era un joven director de orquesta; un esquilador aprendía a hacerse pasar por peluquero; una violonchelista por DJ. En Faking it no se pretendía transformar a un individuo o su vida en quince días (como sí que intentan el resto de programas mencionados), sino que se trataba de un simple juego de apariencias. Así, aunque el programa giraba en torno a la falsedad de las apariencias, destacaba por su sinceridad, ya que mostraba la dificultad de cambiar un individuo en poco tiempo.

P.- ¿Qué decir del público? ¿Cuál es el espectador medio y hasta que punto es permeable a tales discursos?
R.- Pues este es un vacío de la investigación sobre televisión en España. Pero si nos fijamos en estudios hechos en otros países sobre cómo los espectadores interpretan estos programas, se ha demostrado que estos son capaces de entender que los realities son géneros híbridos que mezclan realidad y ficción. De hecho, uno de sus atractivos es intentar esclarecer cuándo los personajes son ellos mismos y cuando están actuando para la cámara. En el caso concreto de los makeover shows, los espectadores manifestaban que estos programas les daban "ideas", aunque luego encontraban muy difícil poderlas aplicar a su propia vida. En el caso español, sería interesante analizar la recepción puesto que incorporan elementos de la cultura anglosajona (el énfasis en el individualismo) que no encajan bien en nuestro contexto sociocultural.

P.- ¿Qué futuro le ve a la telerrealidad? ¿Acabará agotando? ¿Cuáles pueden ser sus futuras mutaciones?
R.- La telerrealidad ha demostrado ser un macrogénero capaz de adaptarse y ofrecer todo tipo de mutaciones. Nació a finales de los 80 con los programas de true crime y los reality shows (que también se adaptaron en España, por ejemplo Quién sabe dónde, Misterios sin resolver o Lo que necesitas es amor), en los 90 evolucionó hacia el docusoap (Pelopicopata) y a principios de la década de los 2000 aparecieron los reality game shows (Gran Hermano, Supervivientes) que arrasaron en todo el mundo. Últimamente se observa una tendencia interesante hacia la comedia, la actuación consciente de los participantes ante la cámara, la reflexividad y el metalenguaje. Es decir, formatos recientes como Granjero busca esposa, Mujeres ricas o ¿Quién quiere casarse con mi hijo? basan su propuesta en la autoconsciencia del carácter construido y ficcional de la telerrealidad, por ejemplo eligiendo participantes estereotipados que actúan conscientemente para la cámara. Estos programas nos dicen que su realidad última es su carácter televisivo. Creo que éste es un giro que deja a la telerrealidad poco camino que recorrer, aunque seguramente volverá a mutar y proponer nuevos juegos entre realidad y ficción.