Tantos lopes perdidos
El hallazgo de la comedia Mujeres y criados, de Lope de Vega, evidencia el desdén de los poderes de ayer y hoy hacia nuestro pasado cultural
22 enero, 2014 01:00El hallazgo de un manuscrito del siglo XVII con una comedia de Lope nunca publicada antes y que formaba parte del copioso elenco de obras desaparecidas del autor, es, sin duda, una buena noticia. Jamás cesaré de repetir que el conocimiento de toda la producción de un autor tendría que ser el punto de partida inexcusable de cualquier acercamiento a ella. Hay demasiadas "obras completas" que no lo son, y también demasiadas pérdidas, destrucciones o mutilaciones de muchos textos que son otros tantos pedazos desgarrados de nuestro pasado cultural.
Seguramente, esta nueva comedia urbana no añadirá especiales méritos al Fénix, que cuenta con obras de este corte tan sobresalientes como La dama boba, El maestro de danzar, La noche toledana, El perro del hortelano o El acero de Madrid. Pero es un descubrimiento que hay que acoger con alborozo, aunque inevitablemente desencadene algunas reflexiones melancólicas. Porque ningún país europeo se ha mostrado nunca tan negligente como España en la conservación de su pasado escrito. Las bibliotecas han alimentado con demasiada frecuencia chimeneas, estufas y hasta hogueras; los manuscritos, autógrafos o no, han sido muchas veces desdeñados y tratados como desperdicios, o almacenados de cualquier modo sin la suficiente custodia y sin ser catalogados adecuadamente. No son de extrañar las sorpresas: de pronto, en nuestra Biblioteca Nacional aparecen unos manuscritos con textos y dibujos desconocidos de Leonardo Da Vinci; en otra ocasión es el manuscrito autógrafo del valiosísimo Vocabulario de refranes del maestro Correas, que siempre se dio por perdido, hasta el punto de que la Real Academia Española había tenido que editar esta obra fundamental a partir de una copia defectuosa e infiel; o bien se descubre una partitura desconocida de Bellini, e incluso un manuscrito extraviado de Borges. No hay percances de esta naturaleza en la Bibliothèque Nationale de París, ni en la del British Museum o en la del Congreso de Washington.
Son sorpresas jubilosas, sin duda, pero no tendrían por qué haberse producido si nuestra primera Biblioteca hubiera contado con el personal necesario que nunca ha tenido, porque, en fin de cuentas, este asunto no parece haber interesado a los poderes públicos de ayer y de hoy, atentos primordialmente a lo que produce beneficios económicos. Fuera del área de los libros y manuscritos, ¿habrá que recordar que España es el único país que no puede reconstruir la historia de su cine mudo? La razón es simple: después de la guerra civil, cantidades ingentes de películas fueron utilizadas como simple celuloide para la fabricación de peines, y de muchas no queda una sola copia. ¿Cabe mayor desprecio al pasado, mayor bofetada a una manifestación cultural que representa la gran novedad artística en los albores del siglo XX? Cualquier mínimo rescate, como éste de la comedia Mujeres y criados, de Lope de Vega, nos redime mínimamente de este prolongado pecado colectivo, de este desdén hacia un pasado que nos hemos empeñado en mutilar.