8-Cristina-Garrido,-El-Cult

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Letras

It's a match

23 noviembre, 2018 01:00

La observó mientras se acomodaba en el sofá, convencido de que había hecho una buena elección. Le gustaban las mujeres hermosas. Solía repetirlo con petulancia a sus amigos: espectaculares, que sean espectaculares es condición sine qua non. Los amigos asentían y le admiraban. Eres un auténtico cabrón, era el elogio más repetido. La primera cita había sido satisfactoria. La chica le pareció interesante y divertida, y la conversación fluía sin esfuerzo. Tenía una sonrisa estupenda; hasta la forma displicente de ladearse el pelo de la cara le recordaba la de su actriz favorita. En el último mes había conocido a siete chicas distintas; esta era la número ocho.

Con ninguna de las anteriores le quedaron ganas de repetir. Un timbre de voz más alto del que soportaba en una; el parloteo monótono de otra; de una tercera, sus hobbies, demasiado alejados de los suyos; el mortal aburrimiento que le produjo una cuarta. Del resto no eran memorables ni los motivos por los que no quiso volver a saber de ellas, así que se ilusionó al darse cuenta de que el segundo encuentro con la chica número ocho le apetecía. Tres días después lo concertaron.

"Durante unos instantes pensó con alivio que tal vez esta, la chica número ocho, sería la definitiva. La mujer perfecta"

La chica número ocho aceptó de buen grado la propuesta de quedar en su casa. Le enardecía pronosticar una relación sexual que daba por hecha. La curiosidad de la primera vez, el estímulo de una intimidad física a estrenar, la confirmación de que también él era deseado, salpicaron de impaciencia la espera. Cuando empezó a usar la aplicación necesitaba contarles de inmediato a los amigos cada conquista; llevaba, incluso, una libretita azul donde anotaba sus trofeos. Ya no. Ahora se había convertido en un placer secreto que prefería ocultar. Una práctica clandestina, una droga. Eso es, como una droga. Con tres de las chicas anteriores se había ido a la cama el día mismo de su primera cita; horas antes del definitivo olvido.

La chica número ocho se acercó la copa de vino a los labios y lo miró. Seguía resultándole atractiva. Solo ese pequeño lunar sobre el labio superior le disgustaba. Una tontería, se dijo, no tendría que darle tanta importancia a detalles como ese, siempre me sucede igual. Intentó no fijarse en él y abismarse en sus ojos castaños. Por lo demás, le gustaba su voz, y su cuerpo desnudo no le decepcionó. Durante unos instantes pensó con alivio que tal vez esta, la chica número ocho, sería la definitiva. La mujer perfecta que andaba buscando. Sus ritmos se acompasaron con extraña familiaridad. Ella podría ser, deseó con íntimo sosiego, la mujer de su vida.

Cuando terminan de hacer el amor le parece que el lunar que le adorna el labio superior ha aumentado ligeramente de tamaño. En el móvil, que reposa en silencio sobre la mesilla, parpadea una luz inoportuna. La chica número ocho duerme a su lado confiada. Con los ojos cerrados sigue siendo preciosa; espectacular, tal y como a él le gustan. Otro breve destello le distrae. Se incorpora con cuidado, coge el teléfono y se encierra en el baño. It's a match.

El mar luce verde azulado y transparente en la pantalla. Un velero atraviesa el horizonte de una cala paradisíaca, desde la que el rostro de una joven en pantalón corto le sonríe, premonitorio. La experiencia con la chica número ocho ha sido inusualmente satisfactoria, casi podría admitir que inmejorable si no fuera porque una duda impertinente se introduce de pronto en su cerebro, una duda que ya le es demasiado familiar: ¿y si fuera aún mejor el futuro que promete la chica número nueve?