JOSÉ JIMENEZ

JOSÉ JIMENEZ

Letras

Crítica del mundo imagen

El libro sitúa al lector en la modernidad digital ahora que las redes se han apoderado del diseño, la publicidad y los medios

23 julio, 2019 10:39

José Jiménez

Tecnos. Madrid, 2019. 192 páginas. 15 €

Catedrático de Estética y Teoría de las Artes en la Universidad Autónoma de Madrid, José Jiménez (Madrid, 1951) dedica este nuevo libro a indagar acerca del significado del arte en un momento histórico caracterizado por una sobreproducción de imágenes. Entendida la actividad artística como una “categoría” histórica y cultural, lo que aquí se analiza es la intencionalidad del creador. Una finalidad expresada en múltiples soportes que convierte a “la imagen artística” en una pieza central de la búsqueda –como en el caso de la filosofía– de la verdad.

Crítica del mundo imagen ofrece planteamientos enraizados en textos anteriores. Encontramos en estas páginas un pensamiento rizomático con múltiples raíces en la extensa y sólida obra de José Jiménez. Quizá el parentesco más próximo lo tenga con Imágenes del hombre. Fundamentos de estética (1986) o Teoría del arte (2002), ya que tiene también un hilo genealógico, que no historicista. De ahí que se abra cuestionando la idea de modernidad como un proceso autorreflexivo en el que la estética se convierte en elemento ineludible del ideal de la Ilustración. Un ideal que reflejado en Nietzsche implica una crítica de los valores de la cultura europea.

La modernidad, continúa José Jiménez, es técnica representada en gran medida en la construcción de las grandes ciudades. También el paso, como señala Walter Benjamin, de las multitudes a las masas. Un tiempo, el de entreguerras, que construye la figura del consumidor. Años en los que el estatuto y la función de la imagen, ligada a la formación de la cultura, se consolida. La fotografía y el cine multiplican y serializan la imagen al tiempo que dejan ver que su intención –télos– va más allá de la réplica en busca de una construcción de significado cultural.

El libro sitúa al lector en la "modernidad digital" ahora que las redes se han apoderado del diseño, la publicidad y los medios. Pero cuando todo es imagen, no basta con mirar, dice su autor

Como señala el autor, el diseño, la publicidad y los medios de comunicación de masas propician una atmósfera que permite respirar a los nuevos vanguardistas del arte. Se produce una estetización de la cultura, de la sociedad y del poder. Los grandes dictadores de la época –Stalin, Mussolini y Hitler– olfatean el cambio que se está produciendo y crean sus grandes iconografías.

Al tiempo que estas páginas van desplegando el camino hacia el actual “mundo como imagen”, se desliza con acierto la reflexión en torno a la idea de la técnica (techné). Acuñado este término por la filosofía griega clásica (Platón, Aristóteles), la “meditación sobre la técnica” es algo que caracteriza la modernidad en el sentido que la técnica no es solo un saber sino que más bien el saber es sobre todo técnico.

Ya en la segunda mitad del siglo veinte “el punto inicial de la cadena de consumo se sitúa en la omnipresencia de la imagen” al tiempo que, como señala Guy Debord, en La sociedad del espectáculo todo puede ser ilusión. La apariencia o la falsedad adquieren un estatus de realidad propiciado, ya en el presente siglo, por las nuevas tecnologías. Para el fundador en 1957 del movimiento situacionista las vanguardias artísticas con su énfasis en la innovación plantearon uno de los análisis más lúcidos y descarnados de la sociedad contemporánea. En 1988, Debord volverá sobre la cuestión para advertir que la sociedad del espectáculo puede derivar en despotismo ilustrado.

Se cierra esta Crítica del mundo imagen situando al lector en la “modernidad digital”. Una época en la que las redes digitales se han instalado con descaro en los tres grandes vectores de experiencia estética no artística: el diseño, la publicidad y los medios de comunicación. Cuando todo es imagen ya no basta con mirar. Ahora, como afirma con razón José Jimenez, es necesario ver, e incluso interrogar la imagen. Seguir el lema de Kant en ¿Qué es Ilustración? (1784) tan repetido en estas páginas: sapere aude, atrévete a saber.