No era pecado
Bastante más que una autobiografía al uso, este libro es el relato de las experiencias de una mirada, de una cierta forma de contemplar el mundo
6 septiembre, 2019 14:40Fotógrafo y publicista, hedonista, gastrónomo y bon vivant, Leopoldo Pomés (Barcelona, 1931-Gerona, 2019) solía decir que lo más importante en su vida siempre había sido mirar. Quizá por eso, sus memorias, No era pecado, escritas en colaboración con la periodista Lídia Penelo, llevan precisamente como subtítulo Experiencias de una mirada, pues es esa cierta forma de contemplar el mundo, bienhumorada, optimista y generosa, la que derramó en las casi trescientas páginas de este recomendable volumen.
Bastante más que una autobiografía al uso, por sus páginas desfilan artistas, cineastas, arquitectos, actores, literatos, modelos y políticos, mientras palpita como un personaje más una ciudad tan fascinante como Barcelona, y comienza a desvanecerse una forma de vivir y de entender la existencia, desterrada por los nuevos (y malos) modos, la creciente vulgaridad y la falta de seny y cordialidad. Configurado como si de un menú gastro-literario-sentimental se tratase, en los “Entremeses” recorre Pomés su infancia para a continuación recuperar la memoria de los veranos en Lloret de Mar y el descubrimiento de las turistas francesas. Los protagonistas de Dau al Set (Cuixart, Tàpies, Brossa…) componen un suculento aperitivo cuajado de complicidades, descubrimientos, pero también mezquindades y olvidos.
“Primer plato” nos sumerge en las grandes pasiones de Pomés (el cine, la fotografía y la gastronomía), descubriéndonos cómo transformo la estética de la época mientras se detiene en su primera exposición en las Galerías Layetanas y en su actividad como publicista con las legendarias campañas para Terry, con Nico y con Margit Kocsis, que lograron, en palabras de Vázquez Montalbán, “erotizar el país”.
Con la vivacidad de las burbujas de Freixenet, “Segundo plato” recupera las mejores campañas de Navidad ideadas por el publicista, que da cuenta de la profesionalidad de Gene Kelly o Pierce Brosnan, sin olvidar el divismo trasnochado de Gwyneth Paltrow. Claves para comprender su trayectoria resultan las páginas sobre el mundial de fútbol de 1982 y sobre la candidatura a los Juegos Olímpicos de Barcelona 92. Son deliciosas, como los postres, dedicadas a sus mujeres y a los amigos irrepetibles (Federico Correa, Oscar Tusquets, Cruyff, María Bofill, Mendoza…). Y como el mismo libro.