Jay McInerney rompe en pedazos el sueño americano
En su nueva novela el escritor rompe en pedazos el sueño americano a través de la vida de un matrimonio en crisis tras treinta años de convivencia
1 junio, 2021 09:07“Los mejores matrimonios, como los mejores barcos, son los que mejor saben capear los temporales”, leemos en Días de luz y esplendor, y ciertamente la nave de la pareja formada por Russell y Corrine Calloway es de calidad excepcional. Los conocimos en Brightness Falls, (Al caer la luz, 1992) ambientada en la crisis generada por el desplome de los mercados bursátiles en 1987, y seguimos sus andanzas en The Good Life (La buena vida, 2006) con la trágica impronta de los atentados del 11-S en el 2001.
En esta tercera entrega de la trilogía los encontramos en pleno desconcierto económico como resultado de la quiebra de Lehman Brothers en 2008 que arruinó a miles de familias norteamericanas. Llevan más de treinta años juntos y durante este período, iniciado cuando eran unos idealistas veinteañeros universitarios que personificaban el novedoso referente social de los “yuppies”, llenos de ilusiones y expectativas, han logrado superar todo tipo de contratiempos y adversidades.
Este tipo de información originada en los títulos anteriores no resulta fundamental para aprehender la esencia de esta tercera entrega, pues tiene en sí misma sentido argumental propio. Aún más, resulta complicado resumir el argumento de la novela más allá de mencionar que se trata en realidad de narrar los acontecimientos cotidianos de un matrimonio que tras años de convivencia atraviesa una crisis tanto personal como de pareja. Todo ello, como es norma y costumbre en las novelas de su autor, Jay McInerney (Connecticut, 1965) con Nueva York como telón de fondo durante las elecciones que dieron a Barack Obama la presidencia de los Estados Unidos.
Russell continúa siendo un editor de relativo éxito que ahora tiene su propia editorial y dos prometedores autores con quienes tal vez logre superar las constantes estrecheces económicas. La idealista Corrine, siempre preocupada por ayudar a los más desfavorecidos, ha vuelto a reencontrarse con Luke, a quien conocimos en La buena vida; un singular millonario con el que coincidió en un comedor social donde ambos eran voluntarios y que a punto estuvo de provocar la ruptura del matrimonio. Luke se marchó a África en un intento de olvidarse de ella, pero ha regresado con intención de retomar la relación. Sin embargo, Corrine, madre de dos gemelos de once años, se comporta de forma bien distinta… aunque parece que todavía quedan las ascuas del antiguo fuego, como reza el refrán.
McInerney retrata las tribulaciones de los editores y los pormenores que conducen a la publicación de una novela
Las tres novelas de esta trilogía han sido escritas en los años 1992, 2006, y 2016; y su argumento acontece en los años 1987, 2001, y 2008. A Jay McInerney se le identifica con Nueva York desde aquella exitosa primeriza Bright Lights, Big City (1984; su especial gusto por la palabra Bright en los títulos resulta llamativo), hasta donde recuerdo el marco escénico de todas sus obras; pero ahora las referencias son más vagas, como si prefiriera focalizar la atención del lector más en el “zeitgeist”, el espíritu del momento, que en el espacio escénico.
La pregunta que subyace tiene que ver con la consecución del sueño americano, que Russell, ya en la cincuentena, ve más utopía que realidad; “A Russell, la crisis económica le producía una satisfacción algo perversa; le pareció que sus desgracias personales se reflejaban en las de la nación…” (p. 454). La pareja acude a distinguidos eventos sociales y sus amistades gozan de una envidiable salud económica; ellos, por el contrario, pretenden vivir por encima de sus posibilidades, pero no pasa de ser un pretencioso disfraz con que ocultar sus miserias en un apartamento de alquiler que probablemente nunca podrán comprar. El suyo es un matrimonio que, paradójicamente, se sustenta en engaños y mentiras, unas veces hacia el exterior, otras entre ellos, e incluso autoengaños, que son especialmente peligrosos.
Pocas veces tiene acceso el lector a las tribulaciones y desdichas de los editores y a los pormenores que conducen a la publicación y comercialización de una novela. Días de luz y esplendor pone al descubierto, de forma ciertamente verosímil, algunas de estas particularidades.