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Letras

William Boyd se monta un 'Trío' sabroso y cruel

Con una clara vocación experimental, el escritor compone en 'Trío' una armónica ópera sobre los secretos, las dudas y el amor, en la que cada personaje entona su melodía

13 octubre, 2021 09:16

Trío

William Boyd

Traducción de Catalina Martínez. Alfaguara. Barcelona, 2021. 352 páginas. 20,99 €. Ebook: 9,99 €

Compaginé la entrevista de Andrés Seoane a William Boyd (Acra, Ghana, 1952), en la web de El Cultural, con motivo de la publicación de su última obra, Trío, con la lectura de la propia novela. El ejercicio resultó exitoso. Mencionaba el novelista la conocida frase de Chéjov, “la vida más interesante es secreta”, para concluir con su propia formulación en lo referente a que “la vida real es la interior, la persona que presentamos a los demás es una máscara”. Ese es precisamente el asunto, la sustancia, el motor de Trío, una novela acertadamente definida por Seoane como “una sabrosa farsa burlesca, más tierna que cruel, sobre la duplicidad del ser humano”. Habrá quien la considere más cruel que tierna —cuestión de puntos de vista— pero nadie pondrá en duda la farsa burlesca ni el singular estudio de la duplicidad personal que nos ofrece Boyd.

Los tres personajes que componen este trío son un productor cinematográfico, veterano de la Segunda Guerra Mundial, abrumado por su secreta homosexualidad, de nombre Talbot Kydd; Elfrida Wing, una novelista que vivió sus momentos de gloria cuando fue considerada “la nueva Virginia Woolf”, incapaz diez años más tarde de escribir una sola línea; y finalmente Anny Viklund, rutilante actriz norteamericana de turbulenta vida amorosa con un exmarido convicto —y fugado—, enamorada de su compañero de reparto en menosprecio de su intelectual pareja parisina.

Nos encontramos en Brighton en el 1968, aunque poco, o mejor dicho nada, tienen que ver los acontecimientos de tan referencial e irrepetible año —tal vez el más importante de la segunda mitad del XX— en el desarrollo de la acción. La puntual y fortuita circunstancia del rodaje de una película de temática amorosa, producida por Talbot, con Anny como protagonista y dirigida por el esposo de Elfrida, es el nexo entre estos tres personajes apriorísticamente tan dispares.

Con estos mimbres, logra Boyd componer una armónica ópera en la que cada uno de ellos entona su propia melodía donde se conjugan las vivencias, miedos, ilusiones, y desencantos. Como en anteriores títulos —pienso en Las nuevas confesiones, La tarde azul, El amor es ciego— Boyd aborda el proceso creativo con una clara vocación innovadora, experimental en algunos casos, huyendo de cualquier tipo de repetición narrativa. El inicio, con los tres personajes despertándose y levantándose por la mañana, me recordó el comienzo del Ulises de Joyce, y también el peregrinar de los personajes de un sitio a otro no se sabe en busca de qué.

Con una clara vocación experimental, Boyd compone una armónica ópera sobre los secretos, las dudas y el amor, en la que cada personaje entona su melodía

La novela está dividida en tres secciones –“Duplicidad”, “Rendición”, “Huida”– en las que estos personajes deambulan, zigzaguean coincidiendo y alejándose, aproximándose y apartándose, en un laberíntico viaje hasta los rincones más profundos de sus almas. Las narraciones correspondientes a cada uno de ellos se intercalan ofreciendo al lector distintos puntos de vista, pero destilando la misma dosis de angustia existencial. Los personajes creados por Boyd, y no me refiero exclusivamente a los protagonistas, viven su propia mentira —muchos tienen un doble nombre— ocultando al resto y tal vez a ellos mismos aquello que realmente los define.

La homosexualidad de Talbot, o las miserias amorosas en la vida de Anny, son algo secreto a los ojos de la sociedad que los ve como representantes del éxito social. Pero es la alcohólica Elfrida —me ha resultado el más atractivo de ellos— quien en sí misma encarna el mensaje que pretende trasmitir Boyd. Haber sido comparada con Virginia Woolf es, paradójicamente, lo que genera su angustia traducida en imposibilidad de escribir. La infidelidad de su marido, una más, ni más ni menos que con otra escritora, representa un macabro giro de tuerca a lo acontecido en ocasiones anteriores.

Como si se tratara de una confluencia planetaria, el desarrollo de los acontecimientos cambiará su destino. Elfrida entiende que para sobrevivir artísticamente debe matar a Virginia Woolf y encontrará la inspiración novelando los últimos momentos de la inmortal escritora: narrará el día de su suicidio.