Gabriela Escobar / Foto: Jeannette Sauksteliskis.

Gabriela Escobar / Foto: Jeannette Sauksteliskis.

Letras

'Si las cosas fuesen como son', Gabriela Escobar y la memoria de los negros días de la infancia

La obra, ganadora del Premio Onetti, busca recomponer el ambiente familiar y el tiempo lejano de la niñez, a través de tintes poéticos y una historia sencilla.

30 diciembre, 2023 01:57

“Si las cosas fuesen como son” es un enunciado anfibológico, una contradicción que Gabriela Escobar Dobrzalovski (Montevideo, 1990) ha puesto al frente de su primera novela para albergar su sentido profundo: lo que debería haber sido y no es de principio a fin. En España, el texto lo publica H&O Editores, un sello joven que, según muestra su ideario en la página web, busca complicidades con el lector desde la humildad, la inocencia y la tozudez.

La obra, ganadora del Premio Onetti y prologada por Sabina Urraca, está escrita con tintes poéticos y narra una historia sencilla. Gabriela ha roto con Laura y se ve obligada a regresar a la casa de la madre. Allí todo gira en torno a la progenitora, el gran tótem, que responde al sobrenombre de la Tumbona y que dirige y maneja el universo alrededor.

Si las cosas fuesen como son

Gabriela Escobar Dobrzalovski

H & O Editores, 2023. 114 páginas. 17,90€

De hecho, expulsó al padre del dominio doméstico y manipula a los hijos, Gabriela incluida, a quien el retorno le hace recordar que no es fácil vivir con una mujer así y con unos hermanos que han decidido ser herméticos y no implicarse en la realidad común. La asoladora circunstancia vital los ha obligado a crearse una coraza autista que los protege de la falta de afecto y les permite subsistir en una especie de universo paralelo.

Si las cosas fuesen como son se enmarca en el género de la autoficción. Es un texto fragmentario, compuesto por capítulos breves en los que la narradora recoge evocaciones elaboradas con una leve actitud narrativa. Al mostrarlos, busca recomponer un ambiente –el del origen familiar– y un tiempo –inicialmente el ya lejano de la infancia– que explique los motivos que la han llevado a ser como es y, sobre todo, las razones por las que decidió abandonar aquel ámbito opresivo.

La vuelta al hogar, además, la obligará a recuperar la convivencia con la madre desde una posición de adulta, lo que le posibilita observarlo todo –incluso sus recuerdos– con una actitud consciente, racional y, por lo tanto, crítica.

De ahí sus reflexiones, amargas en extremo, sobre la dureza de la antecesora y la vida en común. “Mi madre es una bestia”; “Fobia [una perra] es la única persona a la que mi madre ama”; “Mi madre-máquina no pide permiso. No usa explicaciones. Tumba, tira, demuele. No dialoga”; “el amor en mi casa era así, daño”, son frases reveladoras de una actitud y de una relación lastradas por la falta de cariño, la crueldad y la intolerancia, el peor entorno para el desarrollo de un niño.

Escrita con tintes poéticos, la obra gira en torno a la tumbona, tiránica madre de la protagonista

La obra indaga en las causas de una agresión que se remonta a tiempos inmemoriales, con antepasados que sufrieron abuso y/o la dureza de un tiempo histórico implacable en el que las personas se vieron obligadas a huir y a esconder su verdadera identidad para sobrevivir.

Y se recrea en el dolor que procuran la enfermedad, la discapacidad, la ansiedad, la orfandad, el aislamiento o la soledad. También trata temas como el deseo, la violencia contra las mujeres o la basura que amenaza con destruir los océanos. Y roza el tema del incesto –¿real o metafórico?–, la culpa y la piedad que reconforta ante el desamor.