Yolanda Villaluenga, escritora: "Me interesa entrelazar la historia y la Historia, ficción y realidad"
La autora recupera en 'Las horas que hemos amado' la vida de su exsuegro Víctor Zeninski y su relación con Helena Hurt en una historia enmarcada en el Golpe de Pinochet.
30 diciembre, 2023 01:57A caballo entre el documental y la escritura de novelas, Yolanda Villaluenga (Madrid, 1962) maneja a la perfección las verdades históricas que entremezcla con las historias de ficción. Desde su poética novela sobre un recuerdo en Ann Arbor, a De la Habana ha venido un barco, pasando por La madre imperfecta, sus obras parten de su memoria, de su vida y de su pasado, que llevó a la autora de España hasta Cuba, Alemania y Chile.
En su última novela, Los horas que hemos amado (Tres Hermanas), Yolanda Villaluenga recupera la vida de su exsuegro, Víctor Zeninski, médico chileno, y su relación con Helena Hurt. Una historia de amor inquebrantable que el golpe de Estado de Pinochet aniquiló de raíz, como tantas y tantas otras historias que quedaron por contar.
Pregunta. ¿Qué ocurrió?
Respuesta. La historia es la causante de que muchos destinos no lleguen a consumarse. Es lo que ocurrirá con el amor de Víctor y Helena. Cuando estaba a punto de empezar, el Golpe de Estado les puso en su verdad. Hay momentos históricos que sitúan a las personas frente una decisión de vida o muerte. ¿Puede Helena marcharse de Chile, exiliarse con él sino puede llevarse a su hija?
»A Víctor le ocurrirá lo mismo. ¿Puede quedarse en Chile frente a la amenaza de una muerte incierta? ¿Se debe quedar por ella? Ellos estuvieron separados, luego se divorciaron de sus parejas y se pasaron años intentando reencontrarse para tener una vida en común. Cuando por fin lo consiguen, el Golpe vino a romper sus deseos inmediatos.
P. ¿Qué habría ocurrido sin esa fatalidad histórica?
R. Es lo que me planteo en la novela. Esa historia de amor queda abierta en puntos suspensivos para que el lector se deje llevar por su propia respuesta.
Una relación por carta
P. ¿Qué fue lo que le llamó la atención de la historia de amor entre estos dos médicos?
R. Para mí, lo valioso de la relación de amor entre Víctor y Helena es que es un amor que se gesta en el tiempo. Los dos médicos se conocen trabajando juntos en el hospital. Adoran su profesión, pero también la literatura, el baile y la vida. Ella está casada, tiene una hija y Víctor, para tomar distancia, se va a formar a Estados Unidos.
»En esos años en los que están separados, empiezan a escribirse unas cartas, que empiezan siendo profesionales y que acaban gestando esta relación de amor. Un diálogo constante que Víctor va estableciendo con ella. Sin embargo, ella no le contesta a estas cartas.
»Cuando él desaparece tras el Golpe de Pinochet, ella es la que empieza a buscarle constantemente, arriesgando su vida. Hasta que la hacen presa. Su relación es como un diálogo que tienen consigo mismos, pero a través del otro.
P. En su novela aparecen esas cartas. Ese diálogo del que habla, ¿es real? ¿Cómo fue la investigación? ¿Cuánto tiempo llevas recopilando, madurando un proyecto semejante?
R. Las cartas parten de fragmentos. Son escritos, ideas, que yo conseguí a través del propio Zeninski y también de amigos suyos. Por eso, la mayoría son recreaciones mías. He podido basarme en algunos momentos que me situaban históricamente. La muerte de Kennedy, por ejemplo, es algo que me contó Víctor. Con eso pude construir una de las cartas. Otras, proceden de sensaciones, de tus propias experiencias en relación con los demás.
»Aunque también es necesario separarse de uno mismo para escribir. Al principio cuando escribes sobre algo tan pegado a la realidad, acaba por convertirse en algo no real. Tienes que alejarte e inventar para hacerlo más real. Tienes que recrear esas cartas para que digan lo que tu sientes que ellos se decían. La ficción de esos encuentros entre ellos, de esas palabras que nacen de ti, para que sea real. Lo que es interesante es lo que hay debajo. Se recrea la realidad para que esta sea verdad.
P. Por tanto, Las horas que hemos amado, aunque cuenta la historia del médico Víctor Zeninski con Helena Hunt, interroga también su propio pasado. Finalmente, aparece incluso como personaje. ¿Es de esos escritores que busca la inspiración en momentos vividos personalmente?
R. No del todo. Aunque el lector se lo imagina ya que fui en la vida real exnuera de Zeninski, yo no soy Antolina en la novela. En realidad, yo soy las tres mujeres narradoras de mi novela y ninguna. Me explico. Para crear a los personajes, un escritor parte de sus vivencias. Al principio, pensé escribir una biografía al uso sobre Víctor Zeninski.
»Cuando se puso enfermo, me fui a la Habana, a estar con él. Allí hubo gente que vino a despedirse y en la sala de espera, me iban contando momentos que ellos mismos recordaban, de esa historia de amor con Helena. De lo que intuían. Me llegaban cosas que yo no sabía, narrando otras vivencias de las que no tenía ni idea.
»Nosotros conocemos una parte ínfima de los seres que nos rodean y cuando uno de ellos desaparece, algo de nosotros también desaparece. Somos con el otro de una forma única. En ese momento se fraguó la novela.
P. Escribe esta historia a través de la voz de tres mujeres que finalmente se acercan a Víctor en el último momento de su vida. ¿Por qué necesitó esta diversificación?
R. Cada narrador tiene su particular visión del mundo y, a la vez, todos estos narradores están en la misma situación, un tema, un magma que les une a todos. La muerte nos confronta con nuestra propia existencia. Ese magma de preguntas sobre la vida fue lo que quise escribir. Por tanto, quería que hubiera una voz que uniera pero, a la vez, una voz individual para cada una de estas tres mujeres.
P. Utiliza la ficción para contar una historia de personajes reales, que usted bien conoció, para recuperar un pasado común. ¿Mezclas gente que conociste con tu propia creación?
R. Sí, en efecto. Harald Edelstam, por ejemplo, fue el embajador sueco, amigo de Víctor y Helena, que salvó a miles de judíos en Noruega en la Segunda Guerra Mundial. Durante el golpe de Estado en Chile, también liberó a muchos detenidos que estaban en el Estadio Nacional. Sin embargo, Alessandra Fioretti, una doctora italiana que estuvo en España con las Brigadas Internacionales, luego en resistencia contra Mussolini y en el hospital en Harvard, es invención. La historia y la Historia, la ficción y la realidad, es lo que me interesa entrelazar.
P. Este último personaje femenino del que habla, representa quizá a todas esas mujeres valientes que arriesgaron sus vidas y que la Historia ha olvidado incluir en sus libros.
R. Es cierto que, quizá, el ser mujer escritora me hace poner el foco de atención en cómo vivieron las mujeres el peso de la Historia. En este caso, Helena se convierte en salvadora de Víctor, pide la colaboración de Edelstam, lo busca en centros de detención, donde ayuda a otras mujeres. Y, finalmente, ella es detenida y llevada a la Venda Sexy, donde sufre la barbarie.
»Helena lucha, no es víctima. Algunas mujeres chilenas con las que hablé me contaron que, recién ahora, les preguntaban lo qué les había ocurrido entonces. Por eso, necesitaba poner a Helena en el centro del huracán, como actora. Contar el golpe de Estado y sus consecuencias a través de ella.
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P. De alguna manera hace lo mismo con la Historia y entrelaza los acontecimientos importantes de los últimos cincuenta años del siglo XX. ¿Es su faceta de documentalista la que sobresale en la novela cuando habla de Pinochet, pero también de Cuba, la RDA, el asesinato de Kennedy y un largo etcétera?
R. Cuando terminé la novela me planteé cómo esta historia de amor estaba marcada por los acontecimientos mundiales. Vi un paralelismo con lo que pasa hoy en día. Lo vemos en Gaza, en Ucrania, gente que tiene que separarse y probablemente nunca vayan a reencontrarse con los suyos. Me interesaba poner sobre el papel cómo la Historia, incluso hoy en día, determina nuestra existencia sin que podamos imponernos.
»¿Por qué Chile, me podrías preguntar, y no algún evento más cercano a una escritora española como yo? Un día recordé que cuando yo era pequeña, entró en clase mi profesora a la que adoraba, con la cara demacrada, y nos dijo que en Chile había ocurrido un Golpe de Estado. Que había muerto Allende. Yo de niña no sabía quién era, pero sí que me marcó, a través de su mirada, el descubrir lo que representaba el fin de un sueño.
»La historia entre Víctor y Helena tiene algo de este momento. El fin de un sueño a pesar de que los dos siguieron con sus vidas, a pesar de la separación. Ese amor tuvo que dormir para dejar de escuchar sus gritos. Lo extraño es que, aunque ellos se plantearon reencontrarse en otros lugares después, nunca lo llegaron a realizar. ¿Por qué?
»Con el golpe, los dos se vinculan con algo más profundo que es la medicina social. Trabajan en un hospital público y creen que otro mundo es posible. Por eso, se exilia a Cuba, un país en el que hay medicina social. En la primera etapa, necesita creer en esa Cuba soñada. Cuando descubre la otra Cuba, empezará a desencantarse. Pero ya es mayor y se encuentra en el hospital y empieza a ayudar a sus discípulos a escaparse de Cuba.
P. ¿Qué relación tuvo con su exsuegro?
R. Él siempre me animaba a escribir. Yo le conozco cuando tengo veinte años y siempre me sentí muy próxima a él. Su hijo me decía que su padre me contaba cosas que a él nunca le había contado. No sé. Siempre me resultó fácil, cercano, como un maestro. Alguien que se preocupa por ti. A veces me hablaba de Helena como de alguien soñado, que rememoraba constantemente, hasta tal punto que llegué a pensar, ¿pero es real esta historia de Helena o es una fantasía?