Verano 'noir': los asesinos se quedan en casa en vacaciones
La temporada estival de novela negra esconde seis estremecedoras historias para hacernos pasarlo de miedo mientras el calor arrecia.
29 julio, 2024 01:13Culpables que quizá sean inocentes, delirantes y absurdas persecuciones, asaltos a familias que guardan oscuros secretos… Un año más, no hay verano sin sus crímenes. Mientras Joël Dicker regresaba algo temprano, en abril, adelantándose a todos con Un animal salvaje (Alfaguara), Donna Leon acude puntual a su cita estival con el mercado editorial español. En El fuego purificador (Seix Barral) la gran dama del noir nos transporta a una incendiaria Venecia en un nuevo caso de su emblemático comisario Brunetti.
Tampoco el irlandés John Connolly se ha quedado a la zaga: si el verano es una caja de Pandora que los escritores abren para esparcir sus crímenes, del sombrero de la chistera del creador de Charlie Parker han salido Las furias (Tusquets). El irlandés resucita a estas criaturas mitológicas capaces de atormentar a quienes han cometido los crímenes tal vez impartan de una vez justicia. O no.
De lo que no cabe duda es de que queda inaugurada la temporada de la novela negra. Pero, ¿y si este año el enemigo durmiera en casa? El suspense psicológico y los crímenes relacionados con la familia se multiplican en un verano en que los grados del termómetro han dejado de dar tregua y en el que los asesinos están más cerca de nosotros que nunca y los escritores juegan, e incluso se ríen de nuestras mentes.
Durmiendo con su enemigo
Si alguien duerme con su enemigo es la protagonista de Anna O (Salamandra). Envuelta en una especie de sueño profundo similar al coma desde que, hace cuatro años, apareció manchada de sangre, con un cuchillo en la mano junto a los cadáveres de sus dos mejores amigos, Anna Ogilvy es aquí la particular bella durmiente de Mathew Blake, que debuta con este primer thriller que no parece, en absoluto, un primer título. Apuntad su nombre porque parece que viene para quedarse. Su libro ya ha sido traducido en cuarenta países.
Redactor de discursos en el Parlamento británico antes de escritor, el autor inglés se desenvuelve con soltura en un suspense más que entretenido que plantea lo que somos capaces de hacer mientras dormimos y se inspira en una enfermedad real, el Síndrome de Resignación. Un misterioso coma que durante dos décadas se había observado solo en Suecia y que afectaba a los hijos de los refugiados.
"El ser humano duerme una media de treinta y tres años de su vida", afirma Benedict Prince, el psicólogo forense que ha sido contratado para despertar a la joven, en el inicio de esta intrigante novela. Pero, ¿es o no culpable Anna?
La eterna duda sobre culpabilidad o inocencia aparece también en Cuando te encontré (Duomo), de Lisa Jewell. Hasta una solitaria playa del noreste de Reino Unido llega un hombre sin memoria. Alice Lake, una madre soltera con dos hijos, decide acogerlo a pesar de que ambos desconocen su verdadera identidad.
Poco a poco la memoria de este hombre irá aflorando en una historia que podría tener relación con Lily Monrose, una joven ucraniana que lleva tan solo tres semanas casada con su marido cuando este desaparece. Por si fuera poco, la policía le informa de que su esposo nunca ha existido, y el pasaporte y el nombre por el que se hace llamar, es una identidad falsa. Un turbador relato de enredos y suspense, donde los recuerdos, como los fantasmas, siempre vuelven. Tal vez, quién sabe, anden también por aquí las furias haciendo de las suyas.
Ahora bien, si lo que busca el lector es algo totalmente distinto, El percherón mortal (Impedimenta) es la respuesta a sus plegarias. Esta refrescante novela lo tiene todo: giros inesperados, intrigas, actrices asesinadas, psiquiatras con amnesia, personajes enigmáticos… Una divertida puesta en escena con tintes más lynchianos que si la escribiera el propio David Lynch.
Y eso a pesar de que la vida de su autor, John Franklin Bardin (1916-1981), no fue fácil. Con una infancia marcada por la muerte de varios familiares cercanos a causa de distintas enfermedades, él mismo tuvo que ingresar a su madre en un centro psiquiátrico después de que tuviera graves brotes esquizofrénicos. A sabiendas, no deja de resultar curioso que en El percherón mortal el escritor juegue con los límites entre locura y realidad.
Y si no, juzguen ustedes mismos. La historia comienza cuando Jacob Blunt acude a la consulta del psiquiatra George Matthews porque unos misteriosos hombrecillos han empezado a aparecérsele y pedirle que haga cosas completamente absurdas a cambio de dinero. Para asegurarse de que son reales y no producto de su imaginación, el buen doctor accede a acompañarle sin saber que eso le arrastrará por un mundo extraño y surrealista hasta que una actriz es asesinada y aparece un caballo percherón atado frente al apartamento de la víctima.
La destreza de Bardin a la hora de manejar el absurdo en los diálogos y las situaciones, además de construir el suspense, convierte esta lectura en la mejor aliada para combatir el calor. ¿Nos estaremos volviendo todos locos como Jacob Blunt?
Invitados indeseados
Pero no solo nuestra mente juega con nosotros y se convierte en nuestro mayor enemigo. A veces la amenaza viene de fuera e invade nuestras casas. Es el caso de Historias de la noche (Anagrama), de Laurent Mauvignier. Una novela que se cocina muy a fuego lento, como una película francesa, pero adquiere cotas de intriga y tensión bestiales, que, en algún momento, recuerdan a los primeros instantes de Funny Games.
Su misterio es un misterio de párrafos largos y frases subordinadas, de introspección profunda. Al contrario que Bardin, Mauvignier evita el diálogo y reposa la mirada en los momentos de espera, en esos instantes donde poco a poco va construyendo la vida interior de sus personajes. Ambientada en una pequeña aldea situada en el norte de Francia, Historias de la noche empieza con la organización de una fiesta sorpresa por el cumpleaños de Marion, la mujer de Patrice y madre de Ida.
Ellos son los vecinos de Christine, una pintora ya mayor que vive sola con su perro y, desde hace unas semanas, recibe unas notas amenazantes. Sin embargo, este suceso podría no tener nada que ver cuando tres hombres irrumpen violentamente en la vida de ambas familias. Pero, ¿y si nuestros seres queridos guardaran más secretos de los que imaginábamos?
Y del norte de Francia, a otro pueblo, pero del oeste de Irlanda, llega también la esperada novela de Tana French, El cazador (AdN). Secuela de su anterior libro, El explorador, en ella la escritora estadounidense, afincada en Irlanda, reflexiona sobre lo que somos capaces de hacer por nuestros seres queridos en una historia de venganzas familiares y sacrificios.
El detonante, como en Historias de la noche, es la llegada de dos hombres dispuestos a todo, en este caso, por encontrar oro. Uno de ellos, es el padre de Trey, la adolescente de quince años que Cal Hooper, un exdetective de la policía de Chicago, ha acogido bajo su protección. Durante un verano abrasador, donde el calor jugará en cierto modo como un elemento desestabilizador más, en El cazador Trey tendrá que lidiar con sus propios fantasmas y su búsqueda de venganza, mientras Hooper busca mantenerla con vida.
Por su parte, quienes se rebelan, al precio que sea, son las maravillosas protagonistas de La reina de las bandidas, de Parini Shroff (RBA). La escritora norteamericana de origen hindú debuta con esta comedia negra, ambientada en una aldea de la India, donde un grupo de mujeres, que trazan amistad entre ellas, buscan poner fin a sus abusivos matrimonios.
Para ello, no durarán en pedir ayuda a Geeta, una mujer libre en la India rural que, para poder hacer una vida normal, sin que nadie la acose o la intimide, ha alimentado los rumores de que tras la desaparición de su marido, está en realidad un asesinato perpetrado por ella. Un relato divertido de sororidad y de amistad entre mujeres que pone la nota de humor a estas historias noir que se desarrollan en los rincones más íntimos de nuestros propios hogares. Por si acaso, quedan advertidos, este verano tal vez lo mejor sea no quedarse en casa.