Michael Ignatieff. Foto: Daniel Vegel / CEU

Michael Ignatieff. Foto: Daniel Vegel / CEU

Letras Premios Princesa de Asturias

Michael Ignatieff: "No hay profesión más difícil que la política, el escrutinio público es salvaje"

Publicada

Michael Ignatieff (Toronto, 1947) lleva décadas de oposición intelectual al nacionalismo. En su último libro disponible en España, El álbum ruso (publicado en inglés en 1987 y recién reeditado en español por Taurus), Ignatieff, al tiempo que cuestiona las ensoñaciones patrióticas ("aunque todos necesitamos un lugar al que podamos llamar hogar", dice), muestra un interés genuino por sus antepasados rusos. Sin embargo, no los convoca para exaltar el linaje de los condes Ignatieff, sino para reivindicar, por contraposición a aquel, el mundo de hoy, en el que "la emigración, el exilio y la expatriación son la condición normal de la existencia humana".

Exlíder del Partido Liberal de Canadá y biógrafo de Isaiah Berlin, de quien fue discípulo, Ignatieff atiende a El Cultural antes de recibir el Princesa de Asturias de Ciencias Sociales. Con él se reconoce, precisamente, su papel "en la superación de las diferencias étnicas y religiosas" en un mundo globalizado.

Pregunta. Sus antepasados pertenecían a la élite política rusa. ¿Ve en Putin a un fiel continuador de cierta política exterior rusa a lo largo de la historia?

Respuesta. Putin está intentando recrear, no la antigua Unión Soviética, sino el antiguo Imperio ruso, que extendió su dominio hasta el mar Negro. Mis antepasados eran imperialistas entusiastas. En 1860, mi bisabuelo negoció con el emperador chino un tratado que aún define la frontera entre China y Rusia. Tenía una finca en Ucrania y consideraba a los ucranianos "pequeños rusos". Así que sí, la continuidad con el imperialismo ruso de los siglos XVIII y XIX es un rasgo crucial de la invasión asesina de Ucrania por parte de Putin.

P. Su familia, escribe, "creía que Ucrania formaba parte de Rusia, pero entendía que era un lugar con su propia esencia, con su lengua y sus tradiciones". ¿En qué punto se volvió inevitable que Ucrania fuera un país independiente?

R. Mi bisabuelo y mi abuela están enterrados en una iglesia rusa de Ucrania. Mi abuelo creció allí, en la finca de su padre. Hablaba ucraniano, que consideraba un dialecto del ruso, y durante su triste exilio en Canadá seguía cantando canciones ucranianas. Nunca se habría considerado un ocupante imperial, pero así lo considerarían en la Ucrania de hoy. Las manifestaciones del Maidán y la posterior resistencia a la invasión rusa han demostrado que los ucranianos están dispuestos a luchar y morir para ser libres. Las naciones se convierten en naciones cuando la gente está dispuesta a sacrificarse por su existencia.

"Putin está intentando recrear, no la antigua Unión Soviética, sino el antiguo Imperio ruso"

P. En El álbum ruso dice que, dada la velocidad a la que hoy transcurre todo, hay mucha gente que tiene la sensación de haber sido alguien totalmente distinto en épocas anteriores de su vida. ¿El Ignatieff que se dedicó a la política era una persona distinta al Ignatieff de hoy?

R. A veces, cuando miro fotos mías de cuando era pequeño, me pregunto qué queda de aquel niño; pero sé que sigue ahí, dentro de mí, en alguna parte. A veces pienso que el Ignatieff político fue una aberración, un extraño interludio: yo de niño soñaba con ser Primer Ministro. Esa ambición me acompañó desde la infancia, así que al menos puedo decir que fui fiel a los sueños con los que empecé.

P. Es un clásico: el intelectual que se involucra en política y luego se arrepiente. ¿Qué lecciones extrajo de aquella experiencia?

R. Mi carrera política, que duró cinco años, acabó en fracaso. No lo lamento, es peor no atreverse a intentarlo. Cuando mis alumnos me preguntan qué aprendí en política, les digo: "Antes de empezar, entiende quién eres, porque cuando estés dentro, la política desvelará tus puntos fuertes y tus debilidades". No hay profesión más difícil, porque el escrutinio público es implacable, las opciones son siempre difíciles y un público democrático tiene derecho a exigirte todo. Dado que es tan difícil, detesto la falta de respeto a los políticos, en los medios y en mis aulas, entre la nueva generación. Los políticos merecen escrutinio, pero no desprecio.

"A veces pienso que el Ignatieff político fue una aberración, un extraño interludio"

P. También detesta la "moda del pesimismo".

R. El pesimismo tiene la ventaja de presentar una historia estructurada que hace que quien la cuenta parezca inteligente. Como cualquier historia, puede no ser cierta. También es una forma de evitar una realidad dolorosa, y es que no sabemos cómo se desarrollarán los acontecimientos. La Historia nos deparará sorpresas dolorosas e inesperadas, eso seguro. Por eso, la serenidad y la calma ante el paso del tiempo, unidas a la capacidad de reaccionar con sabiduría ante los cambios repentinos, son los dones supremos de los grandes políticos, y también los más raros.

P. Sin embargo, la serenidad y la calma no abundan hoy en cierta clase política triunfante. ¿Cree que detrás de los actuales populismos de derechas solo está el nacionalismo o hay también otras causas?

R. El populismo expresa resentimiento nacionalista y orgullo herido. El Make America Great Again de Trump habla de un miedo estadounidense a que su siglo de hegemonía esté terminando. Los populistas europeos que explotan el miedo a los migrantes están expresando profundas ansiedades sobre la identidad nacional. Son reflejos de un nacionalismo obsesionado con la pérdida y el declive. El peligro es que los populistas monopolicen el lenguaje del patriotismo y del orgullo. La política liberal y progresista nunca debe ceder el lenguaje de la nación a nadie.

P. Si Trump vuelve a ganar, ¿de quién será la culpa?

R. De quienes le han votado, a pesar de lo que saben sobre su carácter y su historial. También será culpa de las élites liberales que no se han dado cuenta de que, desde los años setenta, los estadounidenses blancos de clase obrera, el electorado principal de Trump, no se han beneficiado de la prosperidad y hoy están resentidos por la revolución inclusiva que ha dado el poder a las minorías.

"Solo el agotamiento y la inutilidad de la lucha llevarán a palestinos e israelíes a la mesa de negociaciones"

P. ¿Cree que el nacionalismo es también la causa principal del conflicto en Oriente Próximo?

R. Es la clave. Los israelíes defienden su derecho a un hogar nacional, los palestinos reclaman el mismo derecho, y las dos reivindicaciones están en guerra desde los años treinta. Cuanto más dura el conflicto, menos probable es que ambas reivindicaciones puedan satisfacerse, ya que cada oleada de enfrentamientos –y la actual es una de las peores– crea viudas, huérfanos, personas desconsoladas y desesperadas, decididas a seguir luchando pase lo que pase. Solo el agotamiento y la inutilidad de la lucha los llevarán a la mesa de negociaciones. Al final, ambos pueblos deben tener un hogar. Deben compartir la tierra.