
Santiago Muñoz Machado, director de la Real Academia Española. Foto: RAE
Muñoz Machado: "La Leyenda Negra no ha calado ni en el ámbito académico americano ni en la calle"
El director de la RAE analiza en su nuevo libro la política en los países independizados de España en el siglo XIX y las dificultades para asentar gobiernos democráticos.
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Un estudio que comienza con las independencias de las posesiones americanas del antiguo Imperio español y termina en el momento presente. "Pero más bien está pensado desde la actualidad hacia atrás", señala Santiago Muñoz Machado, director de la Real Academia Española y autor de De la democracia en Hispanoamérica (Taurus), un ensayo en el que analiza de forma exhaustiva los dos últimos siglos transcurridos en las distintas naciones hispanohablantes, con sus transformaciones políticas como hilo conductor.
El autor precisa el significado de su mencionado viaje hacia atrás en el tiempo: "El tema de preocupación es la inestabilidad de la democracia, las variantes de la democracia que se han establecido ahora en América, la nueva democracia, el nuevo constitucionalismo". Se refiere a ejemplos de políticos con intenciones de perpetuarse en el poder, como ocurre actualmente en la Venezuela de Nicolás Maduro. Y a los textos constitucionales que facilitan su reelección indefinida. Algo que tiene en común con algunos caudillos que gobernaron distintos países iberoamericanos durante el siglo XIX.
Una de las conclusiones del libro de Muñoz Machado es que, en estos dos siglos de independencia americana, la fragilidad de la democracia ha sido "extrema". "Siempre está en debilidad, en todos los países" —no solo en Hispanoamérica—. "Es un régimen de gobierno muy delicado, muy difícil de estabilizar, que requiere una atención continua". Lo que sí ha sido característico de la antigua América española es que "los fallos de la democracia" han permanecido "durante periodos más amplios".
El autor atribuye este hecho a que los nuevos Estados independientes "tardaron mucho en estabilizarse". "Hubo pugna sobre quién era el titular de la soberanía, cuál era la delimitación del territorio y cuáles eran los ciudadanos de esos países en los que había una declaración general de igualdad de todos los habitantes pero esa igualdad no fue efectiva a lo largo de todo el siglo. Quedaron excluidos los que ahora se llaman pueblos originarios, los amerindios, más los esclavos. Realmente, los derechos que consagraban las constituciones solo afectaron a los criollos gobernantes y a los descendientes de españoles".
Y en esa tesitura, "hay muchos políticos que piensan que son mejores los regímenes autoritarios". Entre ellos, Muñoz Machado no duda en señalar: "El referente máximo es el propio Bolívar, el Libertador, que creía que eso de las elecciones estaba en el origen de la perdición de los pueblos".
En el libro, señala otros casos, como el del primer presidente de la República del Perú, José de la Riva y Agüero, quien llegó al poder mediante un golpe de estado, comprobó "la difícil gobernabilidad" de su país "y acabó añorando las instituciones del Antiguo Régimen" vigente durante el dominio español. O el del argentino Rosas, quien "admiraba el régimen colonial por la fortaleza de sus instituciones y por la estabilidad".
Paradójicamente, los patriotas americanos expulsaron a los españoles, pero siguieron sirviéndose de sus instituciones y normas tras ello. Incluida la Constitución de 1812, que inspiró buena parte de los nuevos ordenamientos jurídicos que iban surgiendo.

Portada de 'De la democracia en Hispanoamérica', de Santiago Muñoz Machado
"La Constitución de Cádiz rigió durante algún tiempo en los países que no aprobaron rápidamente su propia Constitución, y además en el periodo en el que duraban todavía las guerras por la independencia", señala Muñoz Machado, precisando que esto último ocurrió mientras Fernando VII no la había derogado en España durante sus retornos al poder absoluto.
Aunque en las nuevas naciones hispanoamericanas comenzaron a aprobarse "rápidamente" constituciones propias, "una de sus fuentes de inspiración básicas es la Constitución de Cádiz. Eso es innegable, por más que muchas veces se diga que en Hispanoamérica se basa sobre todo en la Constitución de Estados Unidos. No es verdad", proclama el autor, subrayando el mayor peso en las normas supremas latinoamericanas del constitucionalismo europeo —español y francés— frente al estadounidense.
"Pero una cosa son los textos constitucionales y otra es su aplicación. Y ahí ha habido siempre una gran diferencia entre el nominalismo del texto y la práctica política", agrega el máximo responsable de la RAE y también presidente de la Asociación de Academias de la Lengua Española.
Muñoz Machado destaca el poder de los caudillos en el siglo XIX, "dueños de enormes extensiones de terreno, con muchísimos trabajadores a su servicio, tantos que los pueden convertir en cuerpos de Ejército". Pero del periodo decimonónico también señala algo quizá no tan conocido en España: la conquista por parte de naciones hispanoamericanas de territorios pertenecientes a los indígenas —y el exterminio de ciertas tribus—.

Santiago Muñoz Machado, director de la RAE y presidente de la ASALE. Foto: RAE
Por ejemplo, los arrebatados por los gobiernos de Chile y Argentina, a los que llegaban el ferrocarril e inmigrantes europeos, bases de la "prosperidad" que esos países vivieron en aquella época. "La misma filosofía" que la de los estadounidenses en su conquista del Oeste, tan difundida por el cine hollywoodiense.
"España llevó su propia cultura y trató de incorporar a los indígenas", explica. Aunque "el trato del colonizador con el colonizado nunca es amable y, por lo tanto, España está incursa en las mismas acusaciones que se hacen a los colonizadores en general". "La diferencia de esa colonización con la norteamericana es que Norteamérica extingue la raza —nativa americana— a golpe de Winchester", en referencia a los rifles usados por el ejército estadounidense. "España no llegó a hacer eso masivamente nunca", manifiesta, aunque indica que guerras como las emprendidas por Chile y Argentina, entre otros, "en alguna medida son de exterminio".
Este asunto invita a preguntar al autor por la reclamación por parte de la actual presidenta de México, Claudia Sheinbaum, al rey de España de petición de disculpas por los abusos de la conquista: "Yo creo que son programas y declaraciones de gusto electoralista", considera.
Una cosa es el ambiente político hispanoamericano y otra, el académico, en el que el relato de la Leyenda Negra "no ha calado en absoluto. Ni en el académico ni en el no académico. Si voy a un casino o a un centro cultural en esos países, no se le ocurre a nadie levantar la mano para decir que somos unos bárbaros". Para Muñoz Machado, claramente, "la imagen que tienen los americanos de nosotros no se corresponde para nada con las cosas que dicen los gobernantes americanos".
Volviendo a tiempos más cercanos, como los finales del XX y los albores del XXI, el autor de De la democracia en Hispanoamérica concluye: "Mi objetivo al final no es otro que reivindicar la democracia representativa como una de las formas de gobierno en la que Hispanoamérica debe insistir". De ahí su preocupación por situaciones como la existente en Nicaragua, donde Daniel Ortega ha instaurado un régimen autoritario tras su regreso al poder en la primera década de este siglo. "Cuando Ortega vuelve al poder en 2006, ya no se va. Y eso es lo terrible".