Ensayo

La gota malaya

Luis Mauri y Lluís Uría

10 enero, 1999 01:00

Península. Barcelona, 1998. 487 páginas, 3.990 pesetas

L a última encuesta del Instituto Opina de Barcelona para "La Vanguardia" realizada los días 11 y 12 de diciembre señala que la distancia en la intención de voto entre Pujol y Maragall continúa acortándose. En noviembre de 1997 era de casi 20 puntos, ahora es de 8. Bien es verdad que para la mayoría de los observadores, desde Anson hasta Rafael Ribó, presidente de Iniciativa per Catalunya-Els Verds, lo probable es que vuelva a ganar Pujol. Aún en este caso, si la plataforma cívica que prepara Maragall y su peculiar visión del federalismo no consiguieran desplazar al "President", su proyecto político quedaría muy bien situado en la siguiente legislatura. CIU tendría menos escaños en el Parlament de Catalunya y una menor influencia en la política madrileña. Por otro lado, con un Pujol al que se le recordaría la edad y los años de gobierno en los momentos malos, la posición del ex alcalde de Barcelona tendería a mejorar. Como jefe de la oposición y teniendo enfrente a Durán sus posibilidades de ganar las siguientes elecciones serían altas. No necesitaría más que saber esperar y no dejarse vencer por alguno de esos demonios interiores que desvelan las páginas de este volumen. En este panorama político la aparición de una biografía sobre Maragall es añadir datos a un jeroglífico apasionante, más si, como en este caso, estamos ante un libro bien documentado y con un sentido del equilibrio difícil de encontrar en dos periodistas en ejercicio. Mauri trabajó en "El Noticiero Universal" y "El Correo Catalán" y hoy lo hace en "El País". Uría además de haber estado en nómina en los citados diarios lo ha hecho también en "El Periódico" y, en la actualidad, en "La Vanguardia".
Lo primero que llama la atención de este denso volumen de medio millar de páginas es lo absurdo del título. Un guiño a Felipe González, quien para hacer gráfica la obstinación de Maragall en conseguir recursos para los Juegos Olímpicos en un programa de televisión, al día siguiente de la nominación de Barcelona como ciudad olímpica, se le ocurrió decir: "El alcalde es como la gota malaya". Un lapsus sin enjundia porque la expresión es "bota malaya" y se utiliza para designar un tormento oriental consistente en introducir un pie en una especie de bota de madera provista de un sistema de prensas para apretar el pie hasta su trituración.
Ya en el libro, entramos en la Barcelona de los años 60. Unos pocos estudiantes, pertenecientes a la burguesía ilustrada catalana, levantan de la nada el Front Obrer de Catalunya (FOC). Años de antifranquismo sincero, inútil y formativo. Ahí vemos a un joven delgado, inconformista, lleno de hermanos, nieto del gran poeta catalán Joan Maragall e hijo de un matrimonio refinado y culto que sin ser ricos tenían un buen pasar. Nacido en 1941, es el mejor estudiante de los hermanos y desde muy joven se espabila. En 1965, comienza a trabajar como funcionario en el Gabinete de Programación del Ayuntamiento de Barcelona y poco después entra en el Servicio de Estudios del Banco Urquijo recomendado por Ramón Trias Fargas (años después le derrotaría en sus primeras elecciones municipales). Con el paso de los años aprovecharía cualquier oportunidad para formarse. En 1967, ya casado con Diana Garrigosa, se instala en París con una beca del gobierno francés para estudiar Política de Planificación Territorial. Del mismo modo sería becario en la Universidad de Nueva York.
La biografía política de Maragall está enmarcada por cuatro fechas, la primera el 8 de mayo de 1983 al ganar las elecciones a la alcaldía de Barcelona con el 45% de los votos. La segunda el 17 de octubre de 1987, fecha de la designación de Barcelona como sede de los Juegos Olímpicos. La tercera, el 26 de septiembre de 1997, al renunciar a la alcaldía en el Pleno Municipal de ese día. Por fin, el 25 de junio de 1998 anuncia que ha vuelto para luchar por la presidencia de la Generalitat. En el entretanto, el hacerse de una vida entretejida en las redes de la buena sociedad catalana queda retratado con sus claroscuros en estas minuciosas páginas.