La gota malaya
Luis Mauri y Lluís Uría
10 enero, 1999 01:00Lo primero que llama la atención de este denso volumen de medio millar de páginas es lo absurdo del título. Un guiño a Felipe González, quien para hacer gráfica la obstinación de Maragall en conseguir recursos para los Juegos Olímpicos en un programa de televisión, al día siguiente de la nominación de Barcelona como ciudad olímpica, se le ocurrió decir: "El alcalde es como la gota malaya". Un lapsus sin enjundia porque la expresión es "bota malaya" y se utiliza para designar un tormento oriental consistente en introducir un pie en una especie de bota de madera provista de un sistema de prensas para apretar el pie hasta su trituración.
Ya en el libro, entramos en la Barcelona de los años 60. Unos pocos estudiantes, pertenecientes a la burguesía ilustrada catalana, levantan de la nada el Front Obrer de Catalunya (FOC). Años de antifranquismo sincero, inútil y formativo. Ahí vemos a un joven delgado, inconformista, lleno de hermanos, nieto del gran poeta catalán Joan Maragall e hijo de un matrimonio refinado y culto que sin ser ricos tenían un buen pasar. Nacido en 1941, es el mejor estudiante de los hermanos y desde muy joven se espabila. En 1965, comienza a trabajar como funcionario en el Gabinete de Programación del Ayuntamiento de Barcelona y poco después entra en el Servicio de Estudios del Banco Urquijo recomendado por Ramón Trias Fargas (años después le derrotaría en sus primeras elecciones municipales). Con el paso de los años aprovecharía cualquier oportunidad para formarse. En 1967, ya casado con Diana Garrigosa, se instala en París con una beca del gobierno francés para estudiar Política de Planificación Territorial. Del mismo modo sería becario en la Universidad de Nueva York.
La biografía política de Maragall está enmarcada por cuatro fechas, la primera el 8 de mayo de 1983 al ganar las elecciones a la alcaldía de Barcelona con el 45% de los votos. La segunda el 17 de octubre de 1987, fecha de la designación de Barcelona como sede de los Juegos Olímpicos. La tercera, el 26 de septiembre de 1997, al renunciar a la alcaldía en el Pleno Municipal de ese día. Por fin, el 25 de junio de 1998 anuncia que ha vuelto para luchar por la presidencia de la Generalitat. En el entretanto, el hacerse de una vida entretejida en las redes de la buena sociedad catalana queda retratado con sus claroscuros en estas minuciosas páginas.