Ensayo

El chimbo expiatorio

Jon Juaristi

28 febrero, 1999 01:00

Espasa. Madrid, 1999. 292 páginas, 2.900 pesetas

El estudio de Juaristi se centra en cómo el pasado liberal bilbaino, el chimbo, cuyo carácter diferenciado del entorno rural y carlista fue alimentado por autores bilbainos como Unamuno, comenzó a ser aniquilado por el nacionalismo

P ublicado en 1994, con una edición muy reducida, esta obra sobre la invención de la tradición bilbaina desde la Restauración hasta la guerra civil, es continuación de la línea de estudio abierta por Juaristi con El linaje de Aitor (reeditada en 1998), un proyecto dirigido hacia la investigación de los orígenes y el desarrollo de la actual identidad vasca a través de la literatura, fuente alternativa a una historiografía prácticamente inexistente. Así, del estudio de los escritores románticos y posrománticos hasta llegar a Sabino Arana Goiri, generadores del arquetipo del vasco como radicalmente diferente y opuesto a lo español, Juaristi pasa aquí a internarse en los textos elaborados por los autores costumbristas del Bilbao de la Restauración.
Desde finales de los años 70 del pasado siglo, la capital vasca experimenta una enorme transformación económica, demográfica y social, estimulada por el desarrollo minero e industrial, que altera profundamente las pautas culturales de la ciudad y su entorno. De un espacio político claramente limitado en 1876 por los polos liberal -en el que hay que incluir también a los grupos republicanos- y carlista, se pasa, cincuenta años después, a otro dividido entre el nacionalismo y el socialismo. Bilbao, la plaza fuerte del liberalismo vasco, que resistió el férreo sitio carlista hasta ser liberada por las tropas del general Concha en 1874, es también la matriz del nacionalismo aranista, sobre todo después del ingreso de Ramón de la Sota y sus seguidores en el PNV, un desembarco que consolidó una organización endeble y la convirtió en un partido moderno. La industrialización alejó el peligro carlista de los alrededores, ahora ocupados por las masas emigrantes de todas partes de España y generó una poderosa oligarquía minera, siderometalúrgica y financiera que sustituyó en el control a la antigua burguesía mercantil dividida entre el republicanismo y el nacionalismo.
El estudio de Juaristi se centra en cómo el pasado liberal bilbaino, el chimbo, cuyo carácter diferenciado del entorno rural y carlista fue alimentado por autores bilbainos como Unamuno, comenzó a ser aniquilado por el nacionalismo a través de los escritores costumbristas que entraron en el partido de la mano de Ramón de la Sota. Ante la imposibilidad de que los nuevos y valiosos miembros burgueses se adaptasen a las exigencias del habla euskera, como dictaba Arana, los autores a través de sus obras se apoderaron del dialecto bilbaino (en realidad una variación del castellano a la que, entre otros, Unamuno había dado vuelo como seña de identidad bilbaina) para adoptarlo en una suerte de situación lingöística transicional a la espera de que las generaciones futuras se instalasen en la lengua vasca. El proceso de asimilación del dialecto de Bilbao obligó a desplazar hacia atrás la reciente innovación, a través de situaciones del pasado recreadas en los textos costumbristas en las que el habla aparece como la que siempre había empleado esa burguesía bilbaina, convirtiendo de este modo la novedad en tradición. Ciertamente, la modalidad lingöística de este grupo social iba asociada a presupuestos culturales y políticos que servían esencialmente para diferenciarse de los distintos dialectos castellanos de los maketos.
En el marco de la explicación de esa dimensión segregacionista, Juaristi destaca el hecho de que la situación plural que crea el profundo impacto industrializador en un marco geográfico tan limitado, con subculturas políticas no integrables pues no hay un consenso "nacional", con una importante compartimentación cultural propiciada por las decenas de miles de nuevos habitantes de muy variados orígenes y múltiples dialectos, lejos de crear una situación de pluralismo, pilar central para la constitución de una sociedad democrática, provoca una crisis de identidad con efectos reactivos que lleva a las clases medias hacia el encastillamiento y la exclusión, proceso que genera un discurso xenófobo que acabará siendo incorporado como principal componente ideológico por el nacionalismo vasco. Para que el antimaketismo de las clases medias bilbainas fuera asimilado por el nacionalismo hubo que convertir la identidad bilbaina en idéntica a la vasca y, por tanto, suprimir su hecho diferencial más relevante, el anticarlismo.
Lo cierto es que, como confirma el autor en las conclusiones, "era inevitable que el bilbainismo resistencial de la Restauración acabase derivando hacia el nacionalismo vasco". El itinerario literario que emplea Juaristi coincide con el desarrollo social marcado por la aparatosa transformación industrial que creó en el País Vasco, lo mismo que en Cataluña, enclaves desarrollados que contrastaban vivamente con el resto de la España de la Restauración, lo que añadía más tensión a un sistema político inoperante que no pudo abrirse, tanto por responsabilidad de quien tenía la facultad para hacerlo, Alfonso XIII, como por que las fuerzas que estaban llamadas a transitar por el novedoso cauce de la democracia no habían alcanzado la madurez.