Ensayo

Juan Pablo II, ese desconocido

7 marzo, 1999 01:00

Miguel á. Velasco. Planeta. 205 págs., 1.900 ptas. juan pablo ii. Marc-eric Gervais. Elsa. 165 págs. wojtyla de la a a la z. J. Macca. Planeta. 279 págs. juan pablo ii. saverio Gaeta. Mondadori. 193 págs. Juan Pablo

Hay que preguntarse cómo se explica que el mercado español reciba así, de pronto, cinco libros sobre Wojtyla (y más que habrá). Sin duda, se trata de una prueba palmaria de que el revival religioso ya es más que un anuncio o una actitud minoritaria.

L o diré brevemente: los libros de Miguel ángel Velasco -Juan Pablo II, ese desconocido- y de Marc-Eric Gervais -Juan Pablo II, el hombre y la historia del siglo XX- son dos buenas, muy buenas semblanzas de Juan Pablo II; la de Miguel ángel Velasco no oculta su entusiasmo, sin caer en ningún momento en la apología; hilando anécdotas, claro es que significativas, al autor no le cuesta presentar la viveza del personaje, es libro que se lee muy bien. El de Gervais consigue un equilibrio elogiable y es una obra "de fotos", profusamente ilustrada, un libro de regalo cuyo contenido puede pasar, por eso, indebidamente desapercibido. Porque dice más cosas de las que cabría esperar de una obra así.
El de José Macca -Wojtyla de la A a la Z: Diccionario biográfico de Juan Pablo II- es un buen instrumento de trabajo. Como idea editorial es más que notable. Se trata de un diccionario que uno empieza a leer como insólito y acaba por resultar muy útil, casi un libro de cabecera para quien se dedique a estas cosas. Es un diccionario en sentido estricto, de la A a la Z. Lo insólito es la imaginación que el autor ha aportado para decidir qué palabras debían ser incluidas de manera que recogieran todos los hechos, los documentos, las personas e incluso las funciones necesarios para compendiar la vida del Papa, antes y después del comienzo de su pontificado. Lástima que, buscando a toda costa la neutralidad, caiga en una leve reticencia. Levísima. Pero no ha logrado evitar la dialéctica entre lo progresista y lo conservador. Es una pena.
Severio Gaeta ha escrito un libro intimista del pensamiento del pontífice, Juan Pablo II: Cincuenta palabras para el próximo milenio, y el de álex Rosal, Juan Pablo II: Orar. Su pensamiento espiritual es un buen libro de oración en la mejor tradición del Kempis. Quizá, de todos, sea el libro más descarado: no por su presentación ni, en rigor, por su contenido, sino por su intención. Si Planeta publica a estas alturas un libro de oración para orar es porque hay suficientes compradores de libros que oran.
Ahora hay que preguntarse cómo se explica que el mercado español reciba así, de pronto, cinco libros sobre Wojtyla (y más que habrá, sin duda), tres de ellos de una misma editorial, comercial y pragmática donde las haya. Sin duda, se trata de una prueba palmaria de que el revival religioso ya es más que un anuncio o una actitud minoritaria. Y tampoco me cabe duda de que anda en juego la personalidad singular de Juan Pablo II.
Lo primero (el revival) es contradictorio: se da en plena desacralización general, cuando los índices de "socialización" del cristianismo siguen en baja en nuestro país. Pero lo cierto es que ahí está la realidad y no es fácil pronunciarse sobre su naturaleza. Sin duda, la religiosidad se está haciendo más culta, más internacional, tal vez más consciente, al mismo tiempo en que se reducen los efectivos. Se da un proceso de intensificación de las creencias al mismo tiempo que prosigue el abandono. No se sigue por necesidad, consecuentemente, una conclusión negativa. Es posible que la desacralización sea un mal necesario para despojar de rutina lo que había llegado a ser, en parte, una mera costra de la cultura hispana.
Lo segundo (la personalidad del Papa) es más sencillo de observar y ya se ha dicho muchas veces. Juan Pablo II es una notable excepción en un desierto de líderes. No hay corporación en el mundo (sea país o iglesia) que cuente con un cabeza de serie como él. Abundan quienes disienten de las cosas que dice pero hay pocos que escapen al reconocimiento de su entrega a la humanidad. Hace ya un montón de años -se sabe- que Juan Pablo II acaba todas las jornadas de trabajo arrastrando los pies de cansancio. Quien no decide ignorar positivamente su personalidad, sea agnóstico o creyente, no puede menos que mostrarse sensible ante un hombre que emana buena voluntad y entrega sin que le falte precisamente la inteligencia. No se ve en él un maquinador, ni siguiera cuando se estudia su influencia en la caida del Muro (como hace, y bien, por cierto, Gervais).