Ensayo

Las otras diosas

Casto Escópico

28 marzo, 1999 01:00

Midons Editorial. Valencia, 1998. 158 páginas, 2.500 pesetas

Las otras diosas está escrito por uno de esos raros escritores cuyos conocimientos de los subgéneros sólo es comparable con su capacidad para divertirnos con su escritura

¿Qué sucede con los mitos de "Serie B" y las películas de "culto", epifenómenos relegados durante décadas al lugar que le correspondía: su inexistencia teórica y práctica? No cabe duda de que fue la aparición del "camp" en los años 60 lo que puso en evidencia para ciertas elites un fenómeno marcado históricamente por la, entonces, emergente "sensibilidad homosexual"’. Ahí sigue el libro de Susan Sontag Contra la interpretación para enunciar su carácter de "extravagancia"; de "convertir lo serio en frívolo" o descubrir que "sin pasión se obtiene pseudocamp", pues "El camp es el dandismo moderno. El camp es la respuesta al problema: cómo ser dandy en una época de cultura de masas". Si a ello, en plan malas de pelis de Lana Turner le añadimos la "revolución del kitsch", la coherencia de los libros, que a docenas se publican en todo el mundo y , en estos últimos años en España, cobra sentido; vamos, como si se hubiera constituido de pronto una nueva secta de "Recogedores de Basura Adorable". Para confirmarlo tenemos el segundo libro de Casto Escópico Las otras diosas, al que podríamos considerar, junto a Sólo para adultos como una de las cumbres de la epifanía de lo reprimido en el lujoso mundo del cine-cine y la teoría. Algo así como un recuento de sobras de la bandeja de frivolidades abandonadas en el lujoso salón tras la entrega de los Oscar.
Ademas, por arte de literatura, se perfila como una de las biblias de este tipo de literatura exegética para iniciación y cuelgue de jóvenes psicotrónicos enloquecidos por las subculturas del desperdicio y la "serie Z". El entusiasmo y la pasión que Escópico pone en este diccionario ecléctico y disparatado es el tipo de "pasión" de la que habla Susan Sontag, imprescindible para contagiarte por pin-ups camp como Diana Dors; las diosas del "Play Boy", "Husler" y el porno más duro. Aquí, ante tal delirio compartido por multitud de fans se plantea un nuevo problema: el porqué de privilegiar a estas diosas petardas, horrores artísticos y fracasadas, o, en todo caso, ya olvidadas, por los mitos eróticos y porno de serie B a aquellos otros que, tradicionalmente locas finas y gran público, siempre impusieron como referentes dominantes. Una posible explicación podría ser que los mitos de la serie B están armados poco convincentemente y su fantasma en el cine -sabiamente enredado en su vida privada-, está resuelto de una forma vulgar; pero, sobre todo, evidencian ante nuestros atónitos ojos admirados la deficiente estructura que forjan los mitos de todas las heroínas de nuestros sueños húmedos. Los mitos "mayores" poseen un plus de idealidad que los hacen memorables en su suprema rotundidad y finísimo acabado cultural o mercadotécnico. Colmar las expectativas del consumidor de masas, y luego finalizar por captar la fantasía del desdeñoso mundo universitario. Pero lo importante es que todas las heroínas que figuran en este divertidísimo diccionario son, obviamente, deudoras de Pia Zadora, uno de los micromi tos fundamentales de los años 80, mucho más que la borrada, por puro desgaste cónico, Marilyn Monroe. De la primera petarda a esa otra Diosa, jerárquicamente superior, va lo que media entre una pesadilla y un sueño; y son, sin embargo, las dos caras de una misma moneda. Freud habla en el contenido de los sueños de que "todas aquellas cosas tienen una X común." Véanlo al percatarse de que esas "otras diosas" son parodias del género más petardesco, del calibre desternillante que están fabricadas Elvira, Betty Page o Pamela Anderson, por no citar imprescindibles como Cicciolina, "porno star" y obra de arte con Jeff Koons o la delirante Tura Satana. Es obvio que puede calificarse como el más perfecto diccionario para aquellos amantes de lo imposible, la frivolidad, el dandysmo, el delirio fantasmático y el más supino alucine. Las otras diosas está escrito por uno de esos raros escritores cuyos conocimientos de los subgéneros sólo es comparable con su capacidad para divertirnos con su brillante escritura