Ensayo

Fabricantes de miseria

Plinio Apuleyo Mendoza, Carlos Alberto Montaner y Álvaro Vargas Llosa

2 mayo, 1999 02:00

Plaza & Janés. Barcelona, 1999. 317 páginas, 2.600 pesetas

L os datos estadísticos resultan penosos. Desde 1970 el número de pobres se ha duplicado en Ibe roamérica. Hoy puede hablarse de más de 200 millones, lo cual comprende un 45 por ciento de la población. A comienzos de los 50 la renta per cápita española estaba por debajo de la de Argentina, Chile, Uruguay, Cuba, Venezuela y Puerto Rico. En el 98, España casi duplicaba la renta de Argentina, el país americano más rico al sur de EE. UU. De la endémica violencia en los países iberoamericanos, recordar que los asesinatos en Colombia ronda los 26.000 cada año. ¿Qué pasa en Iberoamérica? Para los autores de este libro, tres profundos conocedores de la realidad americana, la pregunta tiene una respuesta que puede marcar un cambio sociopolítico. De entrada, no recurren a tópicos. El subdesarrollo no se achaca ni a la época colonial, ni al dominio norteamericano, ni a la estabilidad política. Para los autores, la pobreza de Iberoamérica tiene que ver con las prácticas antieconómicas de gobiernos influidos por estructuras psicosociales obsoletas. El libro constituye una revisión demoledora de los actores e instituciones de aquellos países. Políticos, militares, empresarios e intelectuales pasan por el cedazo del análisis. También órdenes religiosas, sindicatos y gobiernos son sometidos a una implacable disección.Tras la crítica, desmesurada a veces, los autores sostienen que son posibles los "milagros económicos" y sociales: si se observa a los 20 países más prósperos del planeta es posible dar con la fórmula del éxito, que no radica en la superioridad moral protestante frente a la católica, como dijo Weber en 1905, sino en un cambio de mentalidad. Lo que necesita Iberoamérica es una nueva relación del individuo con la sociedad. Una cosmovisión apoyada en una concepción del mercado más ágil, en un mejor funcionamiento de la administración y la justicia, y en la fe democrática, políticas públicas adecuadas, mejor educación, sosiego y algo de ahorro.