Ensayo

El día que acabó el siglo XX

J. M. Martí Font

20 junio, 1999 02:00

Prólogo de Josep Ramoneda. Anagrama. Barcelona, 1999. 213 páginas

El día que acabó el siglo XX. La caída del Muro de Berlín constituye una interesante aportación a la literatura sobre la reunificación alemana. Esta es ante todo la obra de un periodista que narra con galanura los acontecimientos que le tocaron vivir en este país

J . M. Martí Font, corresponsal de El País en Alemania entre 1989 y 1994, fue testigo de uno de los acontecimientos más trascendentales de este siglo, la caída del muro de Berlín. Diez años después, con la perspectiva que no le permitió el periodismo inmediato Martí Font ha escrito sobre las claves de la transformación de Alemania. El título del libro es muy evocador, pues aquél 9 de noviembre de 1989, ponía fin al mundo bipolar que había dominado buena parte del siglo XX.
El autor confiesa no poder sospechar a finales de los ochenta lo cerca que estaba el fin del bloque del Este. Aspiraba a ser corresponsal en Moscú, pensando que con la perestroika, cualquier cambio comenzaría en la capital soviética, y se sintió decepcionado al ser enviado a Bonn. Sin embargo, en 1989 iba a comprobar que el destino le había llevado al lugar perfecto para ver el derrumbamiento de la Europa comunista. En el verano del 89, cuando se cumplían cuarenta años de la República Democrática Alemana el sistema estaba ya podrido por dentro; y así llegó la gran noche del 9 de noviembre, que Martí narra con todo lujo de detalles. En torno al paso fronterizo se congregaban miles de personas a ambos lados del muro. De pronto un oficial abrió la verja comentando a los ciudadanos que podían pasar. Ante el jubileo de la puerta de Brandemburgo la policía intentó poner orden pero pronto cedió ante esta fiesta popular en al que los alemanes se volvían a encontrar. Mientras se desmantelaba el muro, comenzaban las negociaciones sobre el futuro de Alemania. Según el autor la reunificación fue simplemente una compra de la República Democrática por Alemania Occidental. En términos políticos fue una anexión consentida por la población alemana. La RDA había perdido el apoyo soviético, sin el cual su existencia no era posible.
Tras la reunificación, Alemania se convirtió en el país más poderoso de Europa. Martí nos transmite los delirios de grandeza que algunos alemanes experimentaron a raíz de este hecho, reviviendo fantasmas del pasado. Volvía la nostalgia de la Alemania imperial; Louis Ferdinand, el nieto del último kaiser, proponía un referendum para reintaurar la monarquía. Más preocupante fue el resurgir de grupos neonazis. Paradójicamente muchos de sus miembros provenían del comunismo; miembros de las juventudes comunistas que tras la caida del mujro se sintieron atraidos por el nazismo, y desahogaban su ira contra los extranjeros. El canciller Kohl acabó con ellos acabó con ellos mediante represión policial, aunque también endureció las leyes de inmigración con el objeto de frenar el aumento electoral de la ultra derecha.
Martí describe el desmantelamiento de la República Democrática, que tanta curiosidad despertó, con singulares anécdotas. Algunos capítulos de su obra tienen aire de novela de espionaje, por ejemplo el que dedica a la apertura de los archivos de la Stasi, que permitió a los alemanes leer lo que la policía secreta escribía sobre ellos; o el juicio de Marcus Misha Wolf, el superespía al servicio de la Unión Soviética.
La unificación alemana alteró los destinos de sus principales políticos. Para el ex presidente de la RDA Erich Honecker comenzaba un calvario, un juicio por crímenes contra la humanidad que le llevaría a morir exiliado en Chile. Para el canciller Helmut Kohl, llegaban horas gloriosas. En 1990 ganaba las elecciones y debido a su papel en la reunificación se convertía en el político alemán más importante del siglo. Willy Brandt, el mítico ex canciller socialdemócrata, se convertía junto a Kohl en el símbolo de la reunificación.
El autor narra con habilidad lo mucho que costó crear una alternativa política a la del padre de la reunificación. En 1994 Kohl ganó las elecciones por cuarta vez, y los socialdemócratas seguían huérfanos de líder. En las elecciones de 1998 le llegaba la oportunidad a Gerhard Schoroeder un socialdemócrata moderado, y al pragmático líder del partido Verde Joshka Fisher, que mediante un pacto con el SPD llegaría a formar gobierno. Poco después del nombramiento de Schroeder como canciller, se llevaba a cabo la última etapa del proceso de reunificación, el traslado de la capital a Berlín. Así comenzaba una nueva era para Alemania.
El día que acabó el siglo XX constituye una interesante aportación a la literatura sobre la reunificación alemana. Evita profundizar en temas como la política exterior del país durante este periodo, o el papel de la nueva Alemania en al Unión Europea, pero tampoco se echan en falta pues esta es ante todo la obra de un periodista que narra con galanura los acontecimientos que le tocaron vivir en este país.