Ensayo

La escuela de Barcelona

Esteve Riambau y Casimiro Torreiro

20 junio, 1999 02:00

Anagrama. Barcelona, 1999. 432 páginas, 2.900 pesetas

Montémonos en ese vagón de metro en el cual, según el ideólogo de la EdB (Escuela de Barcelona) Ricardo Muñoz Suay, se entraba o salía dependiendo de la conveniencia de cada uno. Ese "grupo improvisado, magmático y cambiante" al que Riambau y Torreiro, apasionados por contar una historia apasionante, visitaron con toga de docente universitario en Temps era temps. El cinema de l’Escola de Barcelona, libro publicado en catalán por el Departament de Cultura de la Generalitat de Catalunya del que ahora nos ofrecen lo que Ridley Scott calificaría como un "director’s cut". Montémonos en la alucinante montaña rusa que fue la mitificada y mitificable Escuela de Barcelona.
¿Paisajes desde el metro? España respiraba con los reprimidos pulmones de la dictadura, Edigsa editaba discos en catalán, los barcelone-
ses tenían torticolis de tanto mirar hacia el resto del mundo. No es ningún secreto: la EdB es el resultado de una rebeldía y una servidumbre hacia el modelo de los idealizados "nuevos cines europeos", especialmente la "Nouvelle Vague". Si hubo una escuela de Nueva York, ¿por qué no podía haber una de Barcelona? "Glamourosa" por definición, la "gauche divine" necesitaba reproducir el ejemplo warholiano en Tuset Street y el célebre Bocaccio. ¿Y Madrid? No era un paisaje moderno.
¿A quiénes han visitado los críticos, profesores universitarios e historiadores Riambau y Torreiro? A todos, protagonistas y actores secun-
darios. A Joaquín Jordá, que explica, jocoso, la reunión que tuvo una delegación de la EdB con el director General de Cinematografía y Teatro, García Escudero; a Ricardo Bofill, que intentó imprimir las coordenadas espaciales de la arquitectura en celuloide puro; Pere Portabella, el financiero del grupo; Carles Durán, o la fuerza motriz; y Jacinto Esteva, el diletante con talento que convirtió a "Dante no es únicamente severo" en la película manifiesto de la EdB, impecable materialización de las experimentaciones formales de estos barceloneses obsesionados por la vanguardia. Aparecen también, las musas -Romy, Serena Vergano, Teresa Gimpera-; Vicente Aranda; Jorge Grau; Jaime Camino; Gonzalo Suárez y etc. El caudal de datos y miradas de este impecable libro es inabarcable. Si acompañamos a Torreiro y Riambau en este kilométrico viaje en metro prologado por un divertido Enrique Vila-Matas, llegaremos a varias conclusiones: a) se puede escribir un ensayo cinematográfico con el rigor y la fluidez de una novela, y b) El color y el calor de la EdB no se han apagado. Y no es fácil retener la luz, la visión de un caleidoscopio. Riambau y Torreiro lo han conseguido. Chapeau.