Los perros ladran
Truman Capote
27 junio, 1999 02:00Publicado en 1973, es el único de sus libros donde podemos encontrar confesiones, que sugieren más que exponen, una serie de vivencias que dan idea de cómo entendía la vida
"V ive rápido, muere joven y harás un bonito cadáver": el conocido aforismo implica toda una filosofía existencial que en buena forma caracterizó a quien lo ideó; ni más ni menos que el autor de Otras voces, otros ámbitos, Desayuno en Tiffany’s, Música para camaleones... Efectivamente, se trata de Truman Capote (originalmente Truman Streckfus Persons) uno de los escritores norteamericanos más populares del siglo XX. No dejó escrita Capote ninguna autobiografía ni libros de memorias, murió en Los ángeles a los cincuenta y nueve años, y es este Los perros ladran, publicado originalmente en 1973, el único volumen donde podemos encontrar una suerte de confesiones o manifestaciones personales si se prefiere, que sugieren más que exponen una serie de vivencias que, no sin cierta perspicacia por parte del lector, dan una cierta idea de lo que pensaba y cómo entendía la vida. "¿Quién demonios quiere vivir siempre? -se pregunta- Al parecer, casi todo el mundo; pero es algo idiota. Después de todo, existe una cosa que se llama saturación de vivir: ese punto en que todo es puro esfuerzo y total repetición."No parece Capote alguien especialmente predispuesto a contar intimidades ni anécdotas de su, indudablemente, intensa vida. Así por ejemplo la temprana referencia a Marlon Brando como "un joven angustiado que es un genio, aunque no especialmente inteligente" se trata de un simple espejismo, pues no es ésta una obra donde encontremos este tipo de chismes o cuitas (en verdad que es la única que he encon- trado además de aquella otra donde manifiesta su admiración por Ronald Reagan) y la mayoría de los personajes que aparecen citados no pasan de ser simples nombres sin significado alguno para la gran mayoría de lectores. A fin de cuentas se trata de un "libro de encargo" donde se recopilan toda una serie de escritos publicados con anterioridad con la anexión del "Prólogo" y un "Autorretrato" escrito a modo de entrevista con algunas "auto-preguntas" verdaderamente interesantes y otras -"¿Prefiere los animales a la gente?" o "¿Practica algún tipo de ejercicio físico?"- más propias de un cuestionario en una revista del corazón. Eso sí, siempre nos queda la duda de si Capote no se estará mofando, amablemente, de todos nosotros.
Espero que estas observaciones no sean entendidas de forma negativa pues los relatos, "sketches", reagrupados de esta forma bajo un prisma concreto, como es el de reflejar sus experiencias personales, adquieren una novedosa y sugerente dimensión. Así por ejemplo había leído hace tiempo "Se oyen las musas", una "novella" donde narra su experiencia acompañando a los interpretes de la ópera "Porgy and Bess" a Rusia. En su momento no despertó el mínimo interés; ahora sin embargo, he encontrado todo un universo de sugerencias y matices que llegan a interesar incluso aspectos extra literarios. También puede ser que uno se ha dejado atrapar y haya bajado la guardia ante la sinceridad demostrada en el "Prólogo" cuando confesó que "Todo lo que cuento aquí son hechos, lo que no significa que sea toda la verdad, pero sí todo lo que puedo aproximarme a ella".