Ensayo

¿Cómo salir del liberalismo?

Alain Touraine

3 octubre, 1999 02:00

Traducción de Javier Palacio. Paidós. Barcelona, 1999. 123 páginas, 1.500 pesetas

La tesis que recorre este volumen se apoya en un plano sostenido por estas tres propuestas de Alain Touraine: dar prioridad al empleo, aumentar de la productividad del capital y, por último, favorecer la comunicación intercultural para permitir la vuelta al sujeto.

Candidato al último Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales, Alain Touraine forma parte del reducido grupo de pensadores franceses de lectura obligada. Nacido en 1925 en Hermanville-Sur-Mer, estudió Historia en París. Desde muy joven mostró una curiosidad y un afán de saber fuera de lo común. En sus trayectos de metro leía a Homero en versión original y, tras dejar la universidad, se marchó a Hungría a trabajar en una mina de carbón. Su interés por las condiciones de vida de los mineros le llevó a reflexionar sobre la organización del trabajo y desde ahí desembocó, con toda naturalidad, en la Sociología. En 1955 publica L’évolution du travail ouvrier aux Usines Renault. Diez años más tarde, nada menos que éditions du Seuil le publica un texto que constituye una reflexión cargada de interés sobre la civilización industrial y que supondrá su consagración definitiva: Sociologie de l’action. Traducido a las grandes lenguas, la versión en castellano -publicada por Ariel en 1969- estuvo a cargo de un equipo de traductores encabezado por Manuel Castells. Casado con una mujer chilena -fallecida hace unos años- el español de Touraine es tan excelente como su conocimiento de la realidad iberoamericana. La Academia Brasileña de Letras (ABL) le acaba de conceder la plaza que ocupaba Octavio Paz.

Desde hace unos años Touraine viene madurando el libro que nos ocupa. ¿Cómo salir del liberalismo? se ha ido fraguando en distintas ponencias, conferencias o en sus artículos publicados con asiduidad en "Le Matin", "Le Nouvel Observateur" o "El País". Hace ahora un año, en un curso organizado por la Universidad Internacional Menéndez y Pelayo (UIMP) en el que tuvo como contrafigura a un Anthony Giddens empeñado en substituir las pensiones de jubilación por un sistema de autoahorro incentivado por el Estado, Touraine insistió en señalar que eso no bastaba, que en los últimos veinte años hemos pasado de una sociedad estatal a otra regida por un mercado que se olvida de los excluidos por la sociedad de consumo.

En estas páginas Touraine comienza por señalar que, tras la II Guerra Mundial, los planes de desarrollo de la mayor parte de los Estados eran una buena mezcla de preocupación social, política y nacional. A partir de los años setenta, afirma, dicho modelo ha sido sustituido, poco a poco, por otro en el que la prioridad viene dada por las leyes del mercado. Dicho de otro modo: la economía se ha mundializado en el horizonte del liberalismo, se ha instalado, al menos en los países más desarrollados, la dominación capitalista pura y dura.

Agotado el Estado del Bienestar, la propuesta de Touraine no coincide con la "tercera vía" de Tony Blair o Schrüder, consistente en cambiar una política proteccionista por otra de iniciativas, que combine la flexibilidad de la organización social con la capacidad de los ciudadanos para tomar iniciativas de autoprotección.

Afirma Touraine que esto no es suficiente: urge mejorar las políticas públicas de educación y sanidad y combinar objetivos económicos y sociales. De este modo se ayudaría no sólo, como en la "tercera vía", a quienes ya están en condiciones de ser ayudados sino también a los que de otro modo quedarían olvidados o a quienes están fuera del sistema.

La tesis que recorre este volumen se apoya en un plano sostenido por tres propuestas de Touraine. En primer lugar, dar prioridad al empleo. La política de empleo no puede pasar por el despido fácil. Son necesarias otras iniciativas. En segundo lugar, se trataría de dar prioridad no tanto a una mayor productividad del trabajo como a un aumento de la productividad del capital. Innovación tecnológica y solidaridad como base de un crecimiento económico sostenible. Por último, favorecer la comunicación intercultural para permitir la vuelta al sujeto y dotar así al individuo de todos sus derechos ciudadanos. Los derechos culturales constituyen una preocupación constante del autor, de ahí que sitúe al lector con crudeza ante ciertos movimientos sociales.

La problemática de los emigrados norteafricanos en los años ochenta -los "beurs"-, los "sin-papeles" en los noventa y siempre el feminismo o el ecologismo conforman un desplegable con un adecuado conjunto de ilustraciones de la problematicidad social. Ahora bien, el argumento de Touraine, su preocupación por los excluidos, los marginados, los parias, no hace necesaria su utilización del liberalismo a modo de pelele, sobre todo en el escenario al que está cosido su esfuerzo de razón: Francia. Como él mismo reconoce, "el Estado administra más de la mitad de los recursos de la nación."