Ensayo

Extraño extranjero

Robert Bréchon

28 noviembre, 1999 01:00

Trad, B. Matamoros. Alianza. 647 págs., 4.500 pesetas. A educagao do estoico. Barao de Teive. Ed. de R. Zenith, Assirio & Alvim. 108 págs.

Bréchon nos ofrece un Pessoa desde su vida, pero también desde su literatura. Y contesta a una pregunta esencial: ¿Pessoa? ¿Quién era ese hombre?

¿Nuevos Pessoa? No hay quien lo dude. En el "arca" que al morir dejó se acumulan miles de manuscritos, de documentos que en los próximos años van a ir cambiando y ampliando la imagen que hasta ahora poseemos de él. Como ya dijo Tabucchi, el baúl pessoano es un baúl lleno de gente, Allí están el campesino y tuberculoso Alberto Caeiro, el médico sin medicina Ricardo Reis, el histérico ingeniero naval álvaro de Campos o Bernardo Soares. Una compañía heteronímica que en realidad es una confederación de almas con la que Pessoa se hizo acompañar en la soledad de su vida. 1999 quedará como el año de la aparición pública de un nuevo heterónimo: el barón de Teive. Y, ni qué decir tiene, que la publicación de este texto en Portugal ha supuesto un acontecimiento literario de primera magnitud. Si ya conocíamos algunos fragmentos adelantados por María Aliete Galhoz o por Teresa Rita Lopes, la actual edición se debe al lusista norteamericano Richard Zenith, quien además publica un cuaderno inédito, que Pessoa tituló provisionalmente El único manuscrito del barón de Teive.

Alvaro Coelho de Arthayde, barón de Teive, pasa por estas páginas con una biografía imaginaria cercana al decadentismo y al desconsuelo metafísico. Enmadrado, solitario en su infancia, viajero en París donde se codea con la nobleza francesa, parece que todos los datos de su vida, sobre todo de su vida intelectual, nos llevan a un final trágico: el de su suicidio el 11 de julio de 1920. Con una pierna amputada y con una impotencia insalvable para relacionarse con las mujeres, su filosofía es la de un pesimista agónico. La de un moribundo que no dice sólo adiós a la vida sino también a la literatura, y que salva esta colección de máximas, de pensamientos y de aforismos, del fuego al que condena toda su obra. Racionalista hasta desentenderse de toda metafísica, de toda moral, lo que crea a su alrededor es un enorme desierto, el desierto de la abdicación ante la vida. En esto es aún más radical que Bernardo Soares o álvaro de Campos, Es como un punto final con el que Pessoa, incluso ridiculizando el pesimismo de un Leopardi, quisiese consignar que sólo tienen una parte en la existencia del mundo los que poseen más voluntad que inteligencia. Indudablemente La educación del estoico nos señala una variante en la obra de Pessoa, quizá la más radical. Un Pessoa nuevo que pronto tendrá su continuación con la aparición de textos de nuevos heteránimos en los que ahora se trabaja tanto en su ordenación como en su edición: Alexander Search o António Mora. Heteránimos que, como los ya conocidos, pueden establecer con su creador identificaciones en el psiquismo. La biografía del barón de Te¡ve es más una biografía intelectual que una biografía vital.

Esta perspectiva es la que ha acompañado a Robert Bréchon en su magnífico trabajo biográfico sobre Pessoa. Para ello no ha perdido de vista los libros fundamentales de Joao Gaspar Simoes, de Jorge de Sena (Pessoa y la Cía. heterónima), de ángel Crespo o de Teresa Rita Lopes, pero en muchos aspectos sus resultados, sus juicios y sus datos son inéditos y no analizados hasta ahora. Veáse, por ejemplo, la investigación realizada sobre la juventud surafricana de Pessoa, sobre sus posturas de pensador político y publicista, su documentado testimonio de sus relaciones con Ofélia y su sexualidad. Bréchon, el más importante lusista francés, estudioso de la poesía portuguesa contemporánea, sobre todo la de los años 40 y 50 (la promoción Ramos Rosa o D. Mourao Ferreira a los que le unió una fuerte amistad), nos ofrece un Pessoa desde su vida, pero también desde su literatura. Y contesta a una pregunta esencial: ¿Pessoa?¿Quién era ese hombre?

Desconocido entre sus amigos, alejado de su familia, Pessoa vivió una vida desdoblada fruto de una psicología desdoblada. Se comprende que era, incluso para él, tan laberíntico y perturbador su mundo que necesitaba relacionarse con su realidad inmediata desde la aparente normalidad de su traje oscuro, su trabajo de traductor comercial en la Baixa y sus charlas de café. De su doble vida, los contemporáneos conocían una parte, y todavía no sabemos qué fragmentos conocemos y desconocemos desde la posteridad. Atrapado en el alcoholismo, las ciencias esotéricas o la política, este don Nadie tampoco renunció nunca a ese sueño infantil de ser el "maitre" del poder literario de su tiempo, a hacerse rico y gozar del favor de la fama, pero cualquier ambición fue un fracaso. Estuvo siempre solo, rumiando metafísicas para demostrarnos la invalidez de cualquier camino metafísico, extraño en lo cotidiano y aterrado en su propio conocimiento personal. Por eso corrió cortinas de humo entre él y el mundo, y por eso se ocultó detrás de máscaras y espejos, de trampas y de ironías. Todo lo legado lo podemos contemplar como la ironía de un atleta del desconcierto, experto final en nihilismo y virtuoso a ratos del "nobli me tangere".

Si Bréchon juega con la desventaja, respecto a Simoes, de que prácticamente todos los testigos de aquella época ya han muerto, nos limpia la biografía de todos los recelos con que el propio Simoes escribió a veces sobre Pessoa, y apuntala a través de documentos, de investigaciones y testimonios un retrato veraz: el de que sus distintas obras y su biografía son un camino de ida y vuelta, y la mejor biografía de Pessoa es un retrato intelectual. Pessoa siempre vivió para alimentar los fantasmas de su mente y estuvo enfermo de literatura, por eso Bréchon construye una selección antológica de textos que va comentando y recreando a fin de descubrir los distintos idearios de nuestro poeta y relacionarlos con su etapas vitales, con las creaciones heteronímicas o con las terribles psicopatologías que siempre le acompañaron. El resultado es espléndido, un monumento biográfico hecho con el rigor científico y con el calor y la pasión necesarias. Y que nos da la verdadera dimensión del género biográfico al no hacerlo subsidiario de unos únicos elementos externos desconectados de una personalidad, sino descubridores de una psicología, de una manera de entender el mundo y de relacionarse con él.