Una historia cultural del humor
Jan Bremmer y Herman Roodenburg (Ed.)
20 febrero, 2000 01:00Junto a Le Goff encontramos a otros eruditos como Peter Burke, autor de un ensayo titulado "Fronteras de lo cómico en Italia, 1350-1750", donde revisa la noción de la "beffa", y Aaron Gurevich, quien en "Bakhtin y el carnaval medieval" presenta las investigaciones del medievalista ruso Mikhail Bakhtin, un gran historiador casi desconocido hasta que llegó la perestroika. Hasta aquí los especialistas más conocidos y los autores de los trabajos más destacados.
Sin embargo, en el conjunto de una obra donde se abarca el humor desde la Grecia Clásica hasta la política prusiana del siglo XIX, se extraña la ausencia de una mirada sobre el humor español o ibérico. Al fin y al cabo, uno suponía que aquí habría más gracia que en otros lugares de Europa, pero parece ser que la jocosidad holandesa del XVII, los libros de bromas ingleses del XVIII y los chistes alemanes del XIX no se podían aguantá, que diríamos en Andalucía. ¿Por qué es así en realidad? Porque los autores no analizan la capacidad de reírse de alguien sino la capacidad de reírse a secas. Y acá en España siempre nos hemos reído de los demás.
En cualquier caso, un libro de estudios históricos sobre el humor no tiene por qué ser un libro gracioso. Ni siquiera agudo. ¿Interesante? Por supuesto, como aquel famoso libro que Gaston Bachelard dedicó a los sueños o el que Jean Delumeau escribió acerca del miedo. No obstante, uno sigue con la duda sobre si el hombre nace divertido y la sociedad le aburre, o si más bien nace aburrido y la sociedad le divierte.
Por otro lado, echo de menos una reflexión inspirada en La Ilíada acerca de la risa de los dioses, una risa pánica y terrible que sólo augura desdichas y calamidades. Las colaboraciones de Jan Bremmer -"Chistes, humoristas y libros de chistes en la antigua Grecia"- y Fritz Graf -"Cicerón, Plauto y la risa romana"- no rozan siquiera el tema.
Finalmente, es curioso comprobar cómo en el único ensayo dedicado a las sociedades tradicionales y rurales -"Humor, risa y trabajo de campo: apuntes desde la antropología" (Henk Driessen)- los chistes se clasifican en misóginos, étnicos y crueles (los inspirados en los defectos físicos), y aquí sí encontramos ejemplos del mejor (?) humor ibérico. Una de dos: o la risa debe volver a ser -como en la Edad Media- políticamente correcta, o sigamos riéndonos con chistes como: "Un inglés, un francés y un español fueron a una casa de putas enanas en la que..."