Ensayo

La teología histórica de Ellacuría

José Sols Lucia

20 febrero, 2000 01:00

Trotta. Madrid, 1999. 372 páginas, 2.000 pesetas

Era éste un libro necesario. Para minorías, sumamente especializado. Pero tenía que existir. Por dos razones: primero, porque el asesinato de Ellacuría en 1989 ha relegado a un segundo lugar su pensamiento; segundo, porque había un equívoco con el que hacía falta acabar. En 1984, en la Congregación Romana para la Doctrina de la Fe se publicó una Instrucción sobre algunos aspectos de la teología de la liberación en la que varios teólogos de la liberación no se reconocieron, entre ellos Ellacuría. Lo que allí se exponía no era lo que ellos pensaban. Hacía falta precisarlo. Ahora bien, en este libro no se precisa lo que es la teología de la liberación, sino lo que fue la teología del jesuita español. Porque acaso el principal disidente del conjunto fue Ellacuría, y ello por la formación filosófica que había recibido.

La teología de Ellacuría que describe Sols, con multitud de matices y con la paciencia de quien rehace una larga elucubración, no era una teología heterodoxa; incluso sus hallazgos parecerán menores a quien conozca la teología que estuvo en la base del Vaticano II. Ellacuría acentuaba el carácter histórico de la realidad, como hacía Zubiri; lo trasponía al entendimiento de la Revelación, como quería Rahner, y hacía suya la preocupación por la "praxis", que no era patrimonio de Marx.

Lo que ocurre es que, como pone de relieve Sols Lucia, a la luz de ese pensamiento examinó la respuesta de la izquierda radical, en gran parte marxista, a los problemas económicos y políticos de Centroamérica. ¿Por qué no interpeló, a la luz de su teología histórica, otras respuestas, distintas a las de la guerrilla revolucionaria, a esos problemas? Probablemente, la respuesta tiene que ver con el reduccionismo principal que se aprecia en esta teología: la exégesis de la Biblia en que Ellacuría buscó respuesta redujo de hecho el concepto de "pobreza" a la carencia de medios materiales o libertad política. No consiguió abarcar todas las facetas del sufrimiento humano que existía en la propia Centroamérica. Ni, por tanto, abarcó la totalidad de las respuestas -históricas, reales- al sufrimiento.