Ensayo

Presidentes

Victoria Prego

27 febrero, 2000 01:00

Premio Así fue 2000. Plaza & Janés. Barcelona, 2000. 383 páginas, 2.950 pesetas

De los cuatro retratos de los presidentes, el de Suárez ha salido en blanco y negro. Es el más dramático, el más cuajado de silencios. Prego no ofrece novedades sustantivas sobre la transición

D e los cuatro retratos de los presidentes de la democracia, el de Suárez ha salido en blanco y negro. Es el más dramático, el más cuajado de silencios. Prego no ofrece novedades sustantivas respecto a sus propios textos sobre la transición, Así se hizo la Transición (1995) y Diccionario de la Transición (1999) o en relación a alguna de las buenas biografías sobre el primer jefe del Ejecutivo, como la de C. Abella, Adolfo Suárez (1997). Sin embargo en lo que Prego acierta de lleno es en el tono psicológico permeado de soledad. Suárez está solo en su casa el sábado 3 de julio de 1976 cuando el Consejo del Reino le incluye en la terna de la que Su Majestad ha de elegir presidente de Gobierno; acude a La Zarzuela conduciendo un modesto Seat 127 y cuando regresa a casa se encuentra con un periodista que "me preguntó si me consideraba un presidente legítimo". Suárez es cuestionado desde el principio y atacado desde fuera y desde el interior de su propio partido. Prego recoge estas palabras suyas: "Yo no tenía credibilidad. La ausencia de credibilidad en un sistema democrático es casi letal. Hubo momentos en que yo no tenía ninguna, y no la tenía tampoco en Europa, obviamente". Pieza clave de la transición, Suárez pone de manifiesto el maltrato de unos y otros y su queja refleja ingratitud y abandono.
Leopoldo Calvo-Sotelo se revela en su diálogo con Prego de modo muy distinto. Es ingeniero de caminos, casado con la hija de un ministro y padre de ocho hijos brillantes y bien educados. Se transparenta una cabeza muy bien amueblada que llega a presidente de Gobierno con 54 años -once más de los que tenía Suárez en idéntica circunstancia-, ya muy curtido en la empresa privada y después de haber sido ministro y vicepresidente segundo del Gobierno para Asuntos Económicos. Se hace cargo del poder tras el fallido golpe de Tejero del 23 de febrero de 1981 y lleva a juicio civil -por primera vez en la historia de España- a los militares sublevados, y no pasa nada. Entra con España en la OTAN y saca adelante la Ley del Divorcio. Pero no todo son éxitos. El 28 de junio de 1982 Adolfo Suárez anuncia el abandono de la UCD -instrumento político y nido de traidores creado por él mismo- y la creación de un nuevo partido: CDS. Calvo Sotelo no ve sentido al hecho de mantener una situación política exangöe y convoca elecciones con tres meses de adelanto. El resultado es un desastre del que ya se ocupan los manuales de ciencia política: de UCD no quedan ni las cenizas, de un día para otro queda convertido en un partido de hemeroteca y de recuerdo en las tertulias.
El 28 de octubre de 1982 se celebran elecciones y el PSOE obtiene 202 escaños, mayoría absoluta. Jamás en España un partido de izquierda había obtenido tal cantidad de diputados. Felipe González llega a la Moncloa con 40 años y lo primero que hace es devaluar un 8 por ciento la peseta y subir la gasolina un 21 por ciento. "Mi gran pasión era modernizar el capital físico y modernizar el capital humano".
El capítulo dedicado a González es el más largo, casi 150 páginas, en parte porque su mandato se extiende hasta las últimas elecciones de 1996 y, en parte, por su extraordinaria capacidad verbal. Tienen un interés especial las páginas dedicadas al intento de golpe de Estado del 2 de junio de 1985 cuando, con motivo del desfile conmemorativo del Día de las Fuerzas Armadas en La Coruña, se intenta colocar una bomba debajo de la tribuna de altos cargos. Ciertas anécdotas como la de la cena organizada por el Rey con Gorbachov, Bush y González en noviembre de 1991 con motivo de la celebración en Madrid de la primera fase de la Conferencia de Paz sobre Oriente Medio, son muy reveladoras del ambiente de la alta política. En conjunto, mirando hacia atrás, Felipe González se siente maltratado: "Nosotros hemos recibido un tratamiento extraordinariamente injusto".
Se cierra el libro con un José María Aznar de 43 años y una excelente forma física. Ha ganado las elecciones generales del 3 de marzo de 1996 por un margen que, dada su escasez, le impone pactar con nacionalistas vascos y catalanes. Prego repasa con el presidente en funciones los principales acontecimientos que han marcado los últimos cuatro años de la historia de España. La proximidad de las elecciones impone cautelas y se hace evidente cierta pérdida de tracción.