Ensayo

Estado contra mercado

Carlos Rodríguez Brown

3 mayo, 2000 02:00

Taurus. 2000. 138 págs., 2.100 ptas. Joaquín Estefanía: aquí no puede ocurrir. Taurus, 2000. 343 págs., 2.800 ptas.

Estado contra mercado no es sólo una reflexión teórica sino, sobre todo, un libro polémico, lleno de actualidad, y una llamada de atención

El viejo debate entre los partidarios de la libertad económica y los del centro público sobre las fuerzas del mercado persiste, aunque renovado, en nuestros días. Muy pocos rechazan la viabilidad e incluso la inevitabilidad de la economía de mercado, sobre todo después del absoluto fracaso del sistema comunista. También los generalizados cambios en la política fiscal y en las dimensiones del sector público de las economías occidentales, tras las crisis de los años 70 y 80 del siglo XX, han puesto de relieve las ventajas del mercado, especialmente en lo que se refiere a la asignación de recursos y al control de costes sociales. Sin embargo, los rescoldos de la polémica reviven cuando se toman en cuenta cuestiones como la globalización y el contagio internacional de las alteraciones financieras o la pertinaz pobreza de muchas zonas del mundo.

Un buen ejemplo de la actitud desconfiada ante el capitalismo como sistema económico mundial es el libro Aquí no puede ocurrir. Apunta este título a la despreocupada actitud de muchos ciudadanos de países prósperos que se muestran incrédulos ante la hipótesis de una intrusión, en sus vidas, de crisis económicas súbitas y brutales. Según su autor, Joaquín Estefanía, tal posibilidad de catástrofe existe, y su materialización provendría de "la libertad absoluta de los movimientos de capitales que, incontrolados, desregulados, pueden acabar casi instantáneamente con cualquier economía nacional o regional, en virtud de cálculos estrictamente financieros y de corto plazo" (pag. 15)

A pesar de tan lúgubre advertencia Aquí no puede ocurrir es un libro ameno, pletórico de información que traslada con fluidez al lector de uno a otro de los principales puntos de internes económico de la actualidad: de los problemas del Fondo Monetario Internacional a la crisis de América Latina, desde los avatares de la Rusia postsoviética al sureste asiático. El autor parte de la base de un inevitable proceso de globalización, en el cual los acontecimientos son instantáneamente asumidos por todas las sociedades gracias a las modernas tecnologías y comunicaciones. En dicho contexto, el capitalismo favorecería el crecimiento econó-mico y la productividad, pero también generaría incertidumbre en los individuos y las naciones, destruiría la cohesión social y multiplicaría las desigualdades.

Estefanía no deja de plantear posibles soluciones, de raíz inequívocamente keynesiana: "Urge esta redefinición entre política, gobierno y mercado. La crisis del capitalismo global ha puesto de actualidad la gobernabilidad económica global" (pag. 72). Y reconoce: "a una economía global le correspondería un gobierno global acompañado de una propuesta de control democrático del mismo. Pero, por el momento, es utópico" (pag. 75). Sin embargo, sostiene el autor, son viables algunas iniciativas como la actualización de las instituciones supranacionales surgidas después de la II Guerra Mundial. Entre tales iniciativas se incluye la participación de los países en vías de desarrollo en los órganos de decisión internacional. Se percibe en una querencia latente hacia la tutela del gobierno sobre los individuos, una cierta nostalgia de la mano que -según la metáfora de Adam Smith en la Teoría de los sentimientos morales- organiza las piezas sobre el tablero de ajedrez.

Diferente orientación es la del ensayo Estado contra mercado, que puede definirse como la obra incisiva de un liberal smithiano de nuestros días. Subraya Rodríguez Brown en este libro dos ideas principales a propósito del mercado: una, la identidad de las reglas de funcionamiento de la economía abierta con las del Estado de Derecho. La segunda idea es el concepto de mercado como "proceso de descubrimiento de nuestras capacidades y nuestros recursos, cuya existencia y detalles no son obvios desde el principio para nosotros o para los demás" (pag.27).

Dicha capacidad de descubrimiento permitirá a los individuos y grupos sociales, aunque sean pobres o débiles, rivalizar con los poderosos mediante la especialización en productos para los que poseen ventajas comparativas. No está así escrito que los ricos sean siempre los mismos y que los pobres no puedan prosperar. El mercado no castiga la debilidad sino la ineficiencia. Por otro lado, observa Rodríguez Brown, la riqueza, en una economía de mercado, no procede del despojo que unos hacen de aquello que otros poseen, sino de la colaboración de unos y otros. En el mercado se ofrecen bienes o servicios que resultan útiles a los demás. Las instituciones de la sociedad libre protegerán tanto la oferta de prestaciones como la percepción de beneficios para los oferentes.

La segunda parte del libro consiste en una revisión sin concesiones del comportamiento económico del estado en las modernas sociedades democráticas. Para el autor, la búsqueda de igualdad por el Estado, en realidad, se resuelve en la sustitución de una desigualdad por otra sin que pueda determinarse cuál es más injusta. Y cuando por los políticos "se habla de democratizar tal o cual cosa, nunca se pretende que pase a la libre competencia del mercado sino a manos de las autoridades" (pag. 72)

Tal vez el contenido más acerado y atrayente del libro sea la crítica implacable de los valores políticamente correctos en la democracia actual. Así, el consenso o la prestigiada actitud dialogante, frente a la defensa de principios claros y firmes, no significaría sino un beneficio para los políticos de cualquier ideología. Cabria también censurar "el uso constante del término cohesión para justificar una mayor interferencia públi-ca; las tribus son cohesionadas, las sociedades abiertas no" ( pag. 123)Brown no elude, sino todo lo contrario, considerar los aspectos éticos de la intervención estatal: "la familia ha visto drenadas a favor del estado facetas cruciales de la ética social, y esta es una de las razones por las cuales el intervensionismo le viene moralmente devastador" (pag. 96). Y antes ha dicho: "cuanto menos papel tenga la moral en la restricción del comportamiento humano mas tendrá el estado" (pag. 74). Sería así ilustrativo que la expresión de moda de la ética actual sea tolerancia. En realidad, el estado siente aversión "hacia el largo plazo y la autonomía adulta de sus súbditos" (pag.97).

Estado contra mercado no es sólo una reflexión teórica, aunque a ella responda de manera rigurosa, sino, sobre todo, un libro polémico, lleno de actualidad, y también una llamada de atención a los bienpensantes de cualquier ribera.